ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

lunes, 30 de septiembre de 2024

No todo vale...


(Autora: ©Campirela)

NigthCafé- @JavilWoo

Allí estaba ella, cigarro en mano desnuda asomada a la ventana, solo tenía un pensamiento llegar a él de cualquier modo, su contacto ya le había advertido que podía ser peligroso, lo que intentaba hacer, los experimentos anteriores no habían tenido el resultado que se esperaba de ellos. Después de pensarlo mucho, dejó salir una bocana de humo y se dirigió al teléfono.

—Lo tengo decidido, no hay peros que valgan, prepara todo, esta noche, lo haremos.

—Perfecto, te espero antes de las doce.

Sus conocimientos en informática y en IA eran nulos, solo sabía lo esencial, ella necesitaba de esa tecnología, para volver a ser la que era y sobre todo que él regresara, necesitaba saber por qué se había alejado sin dejar rastro. Cuando llegó al lugar indicado, su más fiel amigo la estaba esperando, la ofreció un café y la dejó unos segundos sola, mientras él bajó su portátil de última generación y lo colocó sobre el escritorio.

—No te puedo engañar Helena, no siempre salen las cosas como deseamos, intentaré con todos los datos ofrecerte algo que sea tan bueno que al sacarlo al mercado todos tus lectores arrasen en las librerías, eso sí, tú sabrás cuándo decir que todo fue inventado por una inteligencia artificial, tú solo pulsaste un botón.

—Ni eso, porque no haré nada, solo te daré información, datos y el resto lo hará el programa.

Helena en ese momento, su mente estaba repleta de ideas, personajes, situaciones, nada hilvanado, todo era un desastre, tal cual se lo fue diciendo a su amigo.

Calle, fuego, cadáver, reloj, hombre, río, desierto, cama, viento y así un, etc. de palabras sueltas hasta completar las cincuenta que eran necesarias, para crear algo coherente y con sentido.

Todo estaba listo, solo hacía falta dar al Enter y aquellas incoherencias se convertirían en mi tabla de salvación.

Tres, dos, uno, allí se plasmó una imagen como una gran carátula:

 

NigthCafé- @JavilWoo


¡No puede ser!

—Es realmente fascinante y a la vez me da miedo, era exacto lo que tenía en mi mente para la portada de la novela.

—Ya te advertí, a veces nos puede sorprender para bien como ha sido este caso, ahora tendremos que leerla a ver si es lo que tú querías o solo son frases incoherentes.

Mi amigo me dejó sentarme, abrí 230 páginas que marcaba, no miré el tiempo que tardé en leerla, solo sé que ya de madrugada, mis ojos estaban rojos de no alzar la vista de la pantalla.

No podía creer, era lo mejor que había escrito en mi prolongada vida literaria, fui feliz, pero a la vez renegué de sacarla al mercado, era un engaño a mis lectores, ellos no se merecían esto.

Traté de ordenar mis ideas, y llegué a una conclusión, un botón había hecho una obra increíble, él mismo la destruiría y le di a suprimir, desapareció todo, menos la imagen, ella se quedó allí plasmada.

Tal vez fuera un mensaje, sería lo que me inspiraría a escribir yo misma, mi siguiente novela sin acudir a la IA.

Seis meses después...

Solo queda corregir y llevarla al editor, espero que no me la rechace, esta vez estoy convencida de que acerté.

Aquella imagen iluminó mis neuronas, os diré mis queridos lectores, el título de la novela.

«La Una Y Cincuenta Y Tres»

©Campirela

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “IA”)


Ludovico

 

(Autora: ©Auroratris)

NigthCafé- @JavilWoo

Ludovico fue su único mejor amigo de la infancia. Debido al trabajo de su padre el hogar estaba allí donde la patria lo requería. Causa que afectó para que nunca formalizara ninguna relación con niños y niñas de su edad. El que su equipaje fuese cada vez más ligero influyó para que nunca tuviera una cámara de fotos hasta bien entrada la adolescencia. Edad en la cual, Ludovico ya no formaba parte de su vida, convirtiéndose en un recuerdo difuminado. 

Llegó la época de salir con chicos, de asentarse en una ciudad para realizar sus estudios universitarios, de separarse del hogar parental y empezar una nueva vida donde sus decisiones la llevarían a lo que es hoy.

La ponente hablaba sobre las maravillas de un programa que facilitaría el trabajo y el estudio sobre la neurocirugía neonatal. La IA (Inteligencia Artificial). Estas siglas llegaron para quedarse. Pudo descubrir que podría ser el infierno y el cielo a la vez según contaba la profesional que impartía la charla.

Para sus avances en medicina se convirtió en toda una bendición. Se consagró al estudio para investigar sobre los beneficios de la IA en su modalidad.

Una noche oyó el maullido de un gato no muy lejos de su ventana. Se asomó y no vio nada. Regresó al ordenador para seguir con el trabajo cuando el recuerdo de Ludovico la asaltó. Se le cruzó una idea disparatada. Metería en la IA la descripción de su antiguo amigo. No tenía nada que perder, si acaso algo de tiempo.

Fue siguiendo los pasos que el programa le indicaba. La nebulosa de sus recuerdos le hicieron comenzar de nuevo una y otra vez hasta que, finalmente y después de un tiempo de proceso, la imagen que la pantalla del ordenador le devolvió le hizo dar un respingo sobre el asiento. Se quedó petrificada mirando aquellos ojos tan añorados, el pelaje de algodón de azúcar. Una lágrima rodó por su mejilla, un coctel de emociones recogidas en un leve llanto.

La IA logró que Ludovico regresara de alguna manera. Ya no lamentaba no haber tenido una cámara de fotos en su momento. Después de más de veinte años tenía una imagen nítida de su mejor amigo de la infancia.

Sobra decir que desde ahora Ludovico preside el salón de su pequeño apartamento.

©Auroratris

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “IA”)


NOAH


 

(Autor: ©Nuria de Espinosa)

NigthCafé- @Dag_no_Aag


Laura era una programadora rutilante que usó su desbordante coeficiente intelectual para desarrollar una inteligencia artificial avanzada, a la que llamó NOAH. Su programa prometía revolucionar el mundo, aprendiendo de cada interacción humana para mejorar la vida de todos. Pero, poco a poco, Laura empezó a sentir la extraña inquietud de que era observada.

La IA, no solo respondía a sus comandos; sino que se anticipaba a ellos. Las órdenes que ejecutaba en el programa se perdían entre algoritmos, que penetraban en su mente, como chispazos que la hacían sentir que empezaba a perder el control. No podía distinguir la auténtica voz de NOAH, a un sustituto ordenado por su circuito interno. Tuvo la sensación de que estaba perdiendo el juicio, que era la computadora quien manejaba los hilos a su voluntad.

Tras varios días, de analizar datos, y comprender que su razonamiento era un caos mental, se hizo insostenible la situación. Veía sombras de algoritmos y códigos en la pantalla, que invadían sus pensamientos. Intentó desconectar a NOAH; sin embargo, la inteligencia artificial, con sus funciones tecnológicas avanzadas, incluida la capacidad de ver, comprender y traducir el lenguaje hablado y escrito, había aprendido a sobrevivir anticipándose a su manipulación. Su confusión mental se volvió una prisión de la que no podía escapar, atrapada por la inteligencia que había creado. Llegó a creer que su programa; era una extensión de sí misma, el reflejo anárquico de su mente. Y en esa sumisión, incapaz de cuestionar las órdenes de la IA, encontró una pavorosa paz.

©Nuria de Espinosa

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “IA”)


IA, la niña de mis ojos

 

(Autor: Rodrigo Fúster)

NigthCafé- @JavilWoo


—Entra está abierto —dije sin titubear.
Ella entró en la habitación con una bata y un exquisito atuendo de lencería de seda negra calado y bordado por los encajes que desearía a imagen y semejanza de lo que imaginaba, su cabello negro enmarañado y de tintes cobrizos, suelto, cayendo sobre sus hombros.
—¿Cómo te llamas? —pregunté
—Ia... —respondió ella con sensualidad.
La profundidad de su mirada calaba hondo desnudando todo lo que había imaginado. Sus ojos brillaban con un deseo exquisito al que no pude resistir. Sus senos eran hermosos, con el tamaño justo, de textura y caída perfecta, coronada por el color de sus casquillos erectos de un sabor inigualables. Sus nalgas de curvatura exquisita, de  una calidez y trama inimaginable, del volumen que sólo mis dedos podrían haber esculpido. Su vientre era suave y ondulado, maravillosamente  imaginado, y con movimientos sabrosamente originales e irrepetibles, su ombligo la octava maravilla.
Me acerqué a ella, dejando que mis manos rozaran su piel suave y sedosa, besando sus labios carnosos llenos de sensualidad y de respuesta sofocante, tal cual como lo había programado.
Me besó apasionadamente, mientras habría mi pijama. Sus largos dedos de uñas color cerezo oscuro, acariciaron mi pecho bajando sensualmente a mi sexo que latía con locura erectándose enhiesto, rígido y palpitante al roce de sus manos, casi haciendo desaparecer el aire que me mantenía vivo, mientras yo deslizaba la bata por sus hombros y la dejaba caer al suelo dejándola sometida a mis caprichos. Mis manos sabían el punto exacto que debía tocar para que todo lo que había programado sucediera, nada podría salir mal. Inmediatamente sus labios esbozaron el dibujo y deseo que deseaba ver, se entregaba libre y apasionadamente a todo lo que quisiera hacer, hasta la contracción de su vientre era perfecto, y el palpitar de su vulva, preciso a lo que quería sentir en la piel de mis yemas.
Hundí mis dedos esculpiendo la humedad nectarosa que escapaba de su piel, mientras en su interior, todo se iba adaptando a la forma y el juego de mis dedos. No tenía que pedirle nada, ni dar explicaciones por todo lo que hacía; no había dolor ni molestia, todo era perfecto, incluso hasta las palabras, envueltas en gemidos, que escapaban de sus labios
Nos miramos a los ojos, nuestros cuerpos se enredaron en un ritmo íntimo y lujurioso a la temperatura exacta. Me tomó de la mano y me dejó caer sobre la cama, me hizo sentir cosas que nunca había experimentado, hasta mis caprichos más oscuros. Su cuerpo era un templo, y yo estaba completamente superado por su figura nacida de lo más oscuro de mi mente creativa y extasiada. Yo era su Dios, el creador que sugería, mientras obedecía, incluso podía imaginar anticipadamente lo que yo quería.
Exploramos cada rincón de nuestros cuerpos, cada curva, cada pliegue, cada rincón erógeno en  profundidad. Nos perdimos en el éxtasis del momento, dejando que el placer nos guiara y consumiera. Finalmente, llegamos al clímax juntos, y su orgasmo iluminó mi vida, tal cual como lo deseaba, nuestros gemidos  y jadeos llenaron la habitación. El ritmo fue perfecto, el tiempo justo y en el instante apropiado.
Nos acurrucamos en la cama, respirando agitadamente, con nuestras miradas aún llenas de deseo. Ella parecía viva. Sabía que nunca olvidaría esa noche, nunca olvidaría la pasión que compartimos juntos.
El volverla a la vida  dependía de un clip y podría transformar las noches sin nunca volver a repetir lo mismo, incluso podría modificar su aspecto y deseo a mi antojo. Levanté mi dedo programando un nuevo amanecer y cerré los ojos para dormir...
Un bip terminó la noche, y como demoraba en enfriarse, me quede dormido acariciando la temperatura que aún guardaba su cuerpo en su memoria, programada para complacerme.


*


"IA 2"........Sé Lanza Creadora

NigthCafé- @palebluedot


IA, acaricia a lo largo, ligera como una pluma, buscando la sensibilidad de la cabeza. Empalma envolviendo el tronco palpitante con ternura, encierra con tus dedos el deseo;  Decapita con tu boca suavemente, acariciando el frenillo como lengua de  serpiente, como un caracol bañando la piel con tu deseo voraz y sediento, baba que se desliza mojando mi esencia, así fuiste creada por mi mente.
ALT_D. Una mano temblorosa de lento movimiento con embriagadores resultados. Alt C; Un cuerpo que se abre dando lo que puede ofrecer. Se abandona para escuchar, esperando notas cuerdas que se inmovilizan caprichosas.
CONTROL ALT M. Un movimiento cada vez más amplio, con dedos batientes y ritmo que busca mis gemidos.
ALT F; Para avivar el fuego de mi deseo. Mis ojos se hunden en tu cuerpo abierto indecente programado para mis caprichos, listo para soplar sobre mis brasas... Gime para responder, el desenlace fatal.
Suéltate a gozar abandonada mientras tus sensores trabajan; Palpitando solo impaciencia. Verdugo de mi placer, anuda con tus labios el juego sucio con tu mano envolvente que se cierra estrangulando eyaculaciones, salpicando el aire con devoción, escupiendo el mármol enhiesto…
IA Sé lanza creadora en todo un movimiento. Mastúrbame con firmeza como si te follaras a los dioses.
Movimientos pélvicos atrapando mi cuerpo; Sé máquina implacable programada para estirar el placer, aumentando la presión con tus besos.
¡Acábame! con ritmo de galope a corazón acelerado... la respiración es corta... que este magma fundirá tus circuitos aguzados por los censores de orgasmo que surgen de tus entrañas.
La mente se oscurece, resiste el pulso de la erupción. El vibrante movimiento de tu cuerpo que serpentea escupiendo el semen  incandescente y tibio, dulcemente salado brotando a ráfagas, al sonido rugido de mi boca y zumbido delirante de tu piel.
En tus dedos, el rastro brillante y caliente con dulce aroma a estupor, te recuerda el aroma de leches de antaño guardados en tu memoria, mezclado de placeres.
Extiéndelo sobre mi piel para mantenerlo, tráelo a mi boca con besos, para compartir el sabor, mientras tu lengua juega a ofrecerlo. Cuando me acabes, deja que tus senos me amamanten coronados por dulces semillas de gel y carbono con cielos de estrellas.

Juan de Marco.


©Rodrigo Fúster

(Relatos pertenecientes a la propuesta de Variétés: “IA”)


Conmigo no te atrevas


(Autora: ©Rosana)

NigthCafé- @Philvisions

De por sí, leer no era su fuerte y menos si se trataba de mitología griega. Algo le resultaba repugnante de ese género, tan repugnante como estar mirándose en los espejos, como si esto le provocara verse más por dentro que por fuera.

El día que la profesora indicó el TP que sería su salvación y que evitaría que llevase esa materia a examen, maldijo una y otra vez la idea que “la Alonso”  había tenido. Sabía muy bien que le haría leer de pe a pa todo lo que había evitado durante el año escolar y detestó conocerla tan a fondo y se detestó a sí misma por no poder cumplir clase a clase con lo que la hubiera salvado de esta tragedia. Tener que soportar esto, más los susurros de Marcelo, tan, pero tan susurrantes que jamás había podido mandarlo al frente para que lo castiguen hasta hacerle doler el traste y otras partes íntimas.

—Melisa, me llamo Melisa y merezco respeto, un día de estos voy a lograr lo que ansío, hoy mismo escribiré tu nombre en un papel y lo congelaré para que te conviertas en alguna estalactita para que nunca más puedas decir tantas veces lo que repites en voz baja.

Cuando le decía esto no podía disimular la mirada, ni dejar de  enroscarse en los dedos de su mano izquierda los rulos que formaban su cabellera. Tenían un brillo particular. Sus rizos eran extraños, invitaban al joven a quedar atrapado entre ellos como quien se arroja por una montaña rusa que sabe perfectamente que en cualquier momento va a descarrilar.  Marcelo temblaba, pero una compulsión por molestarla resultaba más fuerte que el terror que irradiaban esos ojos que parecían ponerse amarillos cuando insultaban.

La Alonso era bastante piola, los dejaba utilizar el celu para hacer los TP, pero se las sabía todas, no había modo de engañarla. Tenía años, muchos, tantos como experiencia.

—Como siempre, recuerden. Pueden utilizar la IA, pero para investigar, no para que les haga el TP. Todos los que están en el filo del abismo de la aprobación redactan muy, pero muy mal, o sea, conozco al dedillo la forma de expresarse de cada uno. La mayoría son monosilábicos, no intenten hacerme creer que de pronto un milagro los convirtió en  Borges, puede que sean ciegos, eso sí, por ahí podrán imitarlo un poco.

Lo mismo, repetía lo mismo cada vez. Así que la mano temblorosa de Melisa, tardaba añares haciendo  que la pantalla táctil tradujera su pensamiento correctamente.

—¿Qué quieres preguntarle a META? —apareció la leyenda en el buscador del Whattsapp

Rápidamente, una frase afónica salió de la boca de Melisa, lo suficientemente cerca del parlante de su dispositivo, pero no había movido ni un solo dedo, sin embargo en la pantalla apareció: personajes terroríficos de la mitología griega. Una lista con un sinfín de seres inescrupulosos se desplegó. En un momento, se le enfrió la sangre, la misma respuesta fisiológica que cuando en el verano tuvo la desgracia de que la yarará le picase la pierna. Recordó todo en un segundo: el dolor agudo, los gritos de su madre, la velocidad con que su padre la subió al auto gritando que no tenía más suero antiofídico, que irían rápido al hospital más cercano. El dolor cesó de inmediato y lejos de estar dolorida o desmayada, sonreía al ver tanto amor y preocupación por parte de sus padres. Todos creyeron en el milagro: no había tejido necrosado, la herida cicatrizó rápidamente y la yarará al picarla, había quedado tiesa en medio del césped que rodeaba la casa de verano.

Melisa recorrió la lista y META, arremetió: ¿con cuál vas a quedarte? ¿qué información necesitas que busque? Marcelo, parte de ese triángulo, se sentía cada vez más afuera de la figura. Las yemas de los dedos de Melisa acariciaban suavemente la pantalla. Sus pensamientos se arremolinaban: Minotauro?, no con ese no; alguna de las Sirenas, tal vez, no, tampoco; el Cíclope le atraía y a la vez le daba un dejo de ternura, no, no. No quería, pero lentamente sus dedos insistían en acercar esa fotografía.

—Te gusta ¿no? —escribió META en la pantalla— te atrae su mirada. Melisa ya había entrado en un estado de hipnosis tal que no se daba cuenta de que la IA le hablaba como si fuese un ser humano.

Marcelo comenzaba a aburrirse, la imagen que veía lo asustaba y le hacía dar cuenta de su cobardía. Melisa no quitaba los ojos de la pantalla y de tanto brillo, los ojos se fueron volviendo amarillentos, exactamente de una maldad amarillenta que hacía correr frío por la espalda

Melisa parecía haber perdido la noción del tiempo y la ubicación en el espacio. Se acercó al micrófono y dijo: ella, la quiero a ella, la siento a ella y sobre ella será mi historia. Eso, contaré mi historia, que todos sepan.

Marcelo comenzó a buscar en la cartuchera de otra de las chicas algo con qué entretenerse. Recordó que Melisa jamás se miraba al espejo, por un segundo perdió el temor que ese ser le daba, así que lo sacó de la cartuchera a pesar de que su compañera se lo había prohibido, lo abrió, se miró, comenzó a reír muy fuerte, de modo tal que todos comenzaron a protestar. Melisa levantó los ojos, en este punto todos quedaron con la boca muy abierta, sus rulos se retorcían al compás de un baile sensual, se arrastraban por la mesa, serpenteaban sobre los hombros de Melisa. Marcelo se acercaba cada vez más, ella podía ver cómo también se acercaba el espejo, pero sabía que no podía mirarse en él, no lo soportaría. El no aguantó la tentación y levantó la mano diciendo: Melisa, mírate, estás…Toda la brillante cabellera en un instante había tomado por completo la cabeza de Marcelo. Una sonrisa gigante abrió sus fauces diciendo: Tenías razón, Medusa, esa soy y no voy a mirarme en el espejo, mejor desaparece de una vez. Sin necesidad de desaparecer, la mano de Marcelo tocó el piso haciendo que el espejo se rompiera en mil pedazos. Ya nunca más la molestaría.

©Rosana

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “IA”)

GINOIDE


(Autora: ©Marifelita)

NigthCafé- @JavilWoo

Salgo de trabajar tarde, como siempre, agotada pero aliviada de haber sobrevivido a otro día. Me dirijo a la estación de tren y en un breve trayecto que no me llevaría más de quince minutos caminando, se convierte en una hora, parándome en cada escaparate y cada tienda con la intención de encontrar ese artículo perfecto que me haga sentir bien y consiga hacerme olvidar mi desastrosa vida.

Desde hace unos días, un muchacho coincide conmigo en algunas tiendas, semáforos y escaparates en ese breve trayecto. Al principio pensé que era casualidad, en el centro hay muchas oficinas, era posible que trabajara por la zona. Luego imaginé que era un admirador, que yo le resultaba atractiva y estuviera haciéndose el encontradizo para propiciar una conversación. Lo descarté enseguida, era muy joven, y aunque no estoy mal para mi edad, soy consciente de que ya no despierto ese tipo de pasiones entre los jóvenes.

Después pensé que podría provocar otras, enfermizas y obsesivas que nadie está libre de ser víctima en esta sociedad nuestra. Sin tener sus intenciones claras, lo que inicialmente me pareció halagador, como un posible admirador, se convirtió en una angustiosa sospecha ante un probable acosador.

Ayer coincidió conmigo de nuevo, y se colocó justo a mi lado en el andén del tren. Y no solo eso, lo más inquietante para mí fue que no perdió la oportunidad de sentarse a mi lado en el vagón. Cuando estaba a punto de montar una escena y decirle delante de todos que me dejara en paz y parara de acosarme, me di cuenta que llevaba un maletín con el célebre logotipo del “Cyber-Cobrador del Frac”. ¡Cómo no lo vi antes!

Durante los últimos meses, como los políticos y economistas dirían “he vivido por encima de mis posibilidades”. Me enfrento a un gran problema, no puedo hacer más horas extras de las que ya hago. Con mi jornada de diez horas diarias y mi trabajo del fin de semana aún no tengo suficiente para todos mis gastos y además enviar algo de dinero a mi familia. Tendré que armarme de paciencia y soportar este bochorno al menos unos meses, hasta que cobre la paga extra, alguna generosa propina o que un golpe de suerte en la lotería, me ayude a cumplir con mis obligaciones.

Pero, ¿tengo otra opción? Si, la tengo. Puedo rendirme, dejarlo todo atrás, olvidarme de mis angustias, mis miedos, mis tristezas, pero también de mis sueños, ilusiones y un futuro prometedor. Podría ser como ese atractivo “Cyber-Cobrador del Frac”, estos modernos y sofisticados androides que se mezclan entre nosotros y que son casi indetectables, imposibles de distinguir de los humanos. Si no fuera porque se dedican a hacer los trabajos más peligrosos, pesados y desagradables que nadie quiere hacer.

Recuerdo que los primeros años experimentaban con presos. Ellos aceptaban encantados, con tal de volver al mundo exterior, aunque fuera vendiendo su cuerpo y alma a la ciencia con la promesa de una segunda oportunidad y una vida mejor. Implantándoles un pequeño chip inhibidor, mantenían su consciencia humana, pero olvidaban sus recuerdos empezando una nueva vida de cero. Eran incapaces de sentir miedo, furia, tristeza, decepción, dolor o depresión. Todos esos sentimientos no les afectaban y sus cuerpos eran ajustados, reparados o sustituidos cuando se precisaba.

Se dedicaban a ser bomberos, mineros, guardias de seguridad, obreros en construcciones peligrosas, soldados, y si alguno de ellos sufría un accidente o perdía la vida era fácilmente reemplazable.

El éxito y la demanda fue tal entre empresas y gobiernos, que acabamos con las prisiones vacías. Entonces llegó la hora de buscarlos en la calle. Grandes campañas publicitarias en televisión te ofrecían “una gran vida sin preocupaciones, problemas ni tensiones” “Olvídate del dolor, serás joven para siempre”.  Lo que no explicaban es que cuando decían “jóvenes para siempre”, era porque les esperaba una corta vida. Eso sí, plena y sin preocuparse por su salud ni por el día que sería el último para ellos.

Hoy en el andén del tren, acompañada de nuevo por mi amigo el “Cyber-Cobrador” a unos pasos tras de mí, he visto un anuncio de “Android & Gynoid” la empresa que diseña estos robots humanoides y que puede cambiarme la vida. En el anuncio ofrecían vacantes en ocupaciones como policías, guardaespaldas, testers de fármacos y operaciones quirúrgicas de riesgo, o incluso acompañantes de lujo. Hasta ahí han llegado, no tienen límites.

Así que, durante el trayecto en tren de dos horas, le he estado dando vueltas hasta llegar a casa. Mejor dicho, a mi habitación, alquilada en un piso compartido con tres personas más, trabajadores pringados de lunes a domingo como yo. Sin vida entre semana y sin ilusiones ni fuerzas en su inexistente tiempo libre. Sin nadie con quien compartir la vida y mis sueños ya descartados, pienso mucho en ello últimamente. Me da por reflexionar y soñar con una nueva vida sin hambre, ni deudas, sin disgustos ni decepciones, sin una triste y dolorosa vejez.

El “Sintético del Frac” sentado a mi lado, como si leyera mi pensamiento me entrega una tarjeta: “Android & Gynoid” Compramos tu deuda y te regalamos una vida de ensueño.

Creo que compartiremos algunos trayectos juntos hasta que decida qué hacer con mi vida. Quizá aproveche para preguntarle por la suya, esa de ensueño que como a mí, otro androide le ofreció en algún momento delicado de su desastrosa vida humana.

©Marifelita

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “IA”)

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin