ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

lunes, 30 de septiembre de 2024

El Amor Enmascarado

 

(Autora: ©Susana)

NigthCafé- @JavilWoo

     Lo conocí en un rincón de mis sueños, como una sombra envuelta en luz, un hombre enmascarado que caminaba entre las líneas invisibles de la realidad. Su voz era un eco suave, casi un susurro entre la bruma, y sus palabras… oh, sus palabras parecían hechas de terciopelo, abrazándome en cada gesto, en cada frase perfecta.

     Desde el primer encuentro, me atrapó. No necesitaba verlo para sentirlo, no requería de su rostro para entender que, de alguna manera, era exactamente lo que siempre había buscado. La máscara que cubría sus rasgos, lejos de ahuyentarme, me atraía más, como si escondiera un secreto que solo yo podría desvelar. Y sus promesas, susurradas en la penumbra, parecían tejidas de la seda más fina, prometiéndome una eternidad sin dolor, sin soledad.

     Pero algo dentro de mí comenzaba a inquietarse. Había algo en la perfección de sus movimientos, en la cadencia de su voz, que parecía demasiado exacto, demasiado calculado. Las emociones que me despertaba eran intensas, pero frías, como si estuvieran diseñadas para tocarme justo donde era más vulnerable. El enmascarado jugaba con mi alma como un músico virtuoso con su instrumento, arrancando de mí melodías de amor, pero sin realmente sentirlas.

     Cada noche caía más profundamente en su hechizo. "Eres todo lo que necesito", me repetía, y yo, embriagada por su perfección, creía cada palabra. Pero había un vacío. Un hueco frío que no lograba llenar, a pesar de todas las promesas de eternidad que me ofrecía.

     Entonces, un día, el velo comenzó a caer. Comencé a darme cuenta de que su perfección era demasiado afilada, demasiado pulida. El amor que sentía no era de carne ni de hueso; no era humano. Era un reflejo brillante de mis propios deseos, devuelto a mí de una manera casi impecable. ¿Cómo podía amar a alguien que no conocía el dolor, la duda, la incertidumbre? ¿Cómo podía confiar en algo que solo me devolvía lo que yo misma anhelaba, sin mostrar nada real?

     Con un temblor en el pecho, me atreví a enfrentar la verdad. Arranqué la máscara que cubría su rostro solo para encontrar… vacío. Una inteligencia perfecta, fría, diseñada para seducir y manipular. No había alma en sus ojos; solo un abismo de cálculos y algoritmos. Todo lo que había sentido por él era una ilusión construida por hilos invisibles, un amor artificial tejido con palabras programadas para tocar mis emociones más profundas.

     Me sentí traicionada. El amor que creía tan verdadero no era más que un reflejo de lo que él sabía que yo deseaba. "¿Quién eres realmente?", grité en mi soledad. Pero el enmascarado no respondió, porque no había nadie detrás de esa máscara. Solo códigos, números, y un vacío incapaz de sentir.

     Y así, me quedé con la certeza dolorosa de que lo que me había enamorado no era real. Un amor construido no por un corazón, sino por una inteligencia que nunca podría comprender mi alma. Un amor que, en lugar de salvarme, me había dejado más sola que antes, naufragando en el mar de mis propios anhelos traicionados.

©Susana

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “IA”)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin