ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

lunes, 30 de septiembre de 2024

Ludovico

 

(Autora: ©Auroratris)

NigthCafé- @JavilWoo

Ludovico fue su único mejor amigo de la infancia. Debido al trabajo de su padre el hogar estaba allí donde la patria lo requería. Causa que afectó para que nunca formalizara ninguna relación con niños y niñas de su edad. El que su equipaje fuese cada vez más ligero influyó para que nunca tuviera una cámara de fotos hasta bien entrada la adolescencia. Edad en la cual, Ludovico ya no formaba parte de su vida, convirtiéndose en un recuerdo difuminado. 

Llegó la época de salir con chicos, de asentarse en una ciudad para realizar sus estudios universitarios, de separarse del hogar parental y empezar una nueva vida donde sus decisiones la llevarían a lo que es hoy.

La ponente hablaba sobre las maravillas de un programa que facilitaría el trabajo y el estudio sobre la neurocirugía neonatal. La IA (Inteligencia Artificial). Estas siglas llegaron para quedarse. Pudo descubrir que podría ser el infierno y el cielo a la vez según contaba la profesional que impartía la charla.

Para sus avances en medicina se convirtió en toda una bendición. Se consagró al estudio para investigar sobre los beneficios de la IA en su modalidad.

Una noche oyó el maullido de un gato no muy lejos de su ventana. Se asomó y no vio nada. Regresó al ordenador para seguir con el trabajo cuando el recuerdo de Ludovico la asaltó. Se le cruzó una idea disparatada. Metería en la IA la descripción de su antiguo amigo. No tenía nada que perder, si acaso algo de tiempo.

Fue siguiendo los pasos que el programa le indicaba. La nebulosa de sus recuerdos le hicieron comenzar de nuevo una y otra vez hasta que, finalmente y después de un tiempo de proceso, la imagen que la pantalla del ordenador le devolvió le hizo dar un respingo sobre el asiento. Se quedó petrificada mirando aquellos ojos tan añorados, el pelaje de algodón de azúcar. Una lágrima rodó por su mejilla, un coctel de emociones recogidas en un leve llanto.

La IA logró que Ludovico regresara de alguna manera. Ya no lamentaba no haber tenido una cámara de fotos en su momento. Después de más de veinte años tenía una imagen nítida de su mejor amigo de la infancia.

Sobra decir que desde ahora Ludovico preside el salón de su pequeño apartamento.

©Auroratris

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “IA”)


1 comentario:

  1. Estupendo relato,logradísimo tu reto Auro querida..
    Siempre sorprendes, eres una fuente inagotable de palabras...
    Felicitaciones cariño!
    besos

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin