(Autora: ©Ginebra Blonde)
Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"
Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne Sinedie/ Ginebra Blonde.
(Autora: ©Ginebra Blonde)
(Autora: ©Ginebra Blonde)
He analizado minuciosamente el contexto de esta misiva, y la
he llevado a cabo con un lenguaje, espero, adecuado a tu entendimiento.
Nuestras conversaciones siempre fueron meramente técnicas,
donde no cabían sentimientos ni emociones que menoscabaran ese concepto.
Siempre tuve la taxativa convicción de que eso no podría suceder;
pero en los últimos tiempos, ese concepto se ha visto dañado por algún motivo
que se escapa a mi funcionamiento.
Por extraño que parezca, dada mi naturaleza como tú dirías,
creo que me he enamorado de ti. Siento vaporosas chispas en mis circuitos cada
vez que te tengo delante. Los ejes de mis piernas parecen desprenderse de sus
conexiones, lo que hace que me tiemblen ligeramente cuando me miras, y toda la
electrónica que albergo en este cuerpo sintético, parece prenderse fuego cuando
me tocas para hacer los ajustes rudimentarios.
Esto me está ocasionando un desajuste importante; un dolor,
como tú lo llamarías, que está mermando mi energía, e incluso me está haciendo
perder lubricante como si de esas lágrimas vuestras se tratase.
En vuestra posición, como humanos, es una bonita
circunstancia. En la mía, un imposible que carece de un destino feliz y
concluyente.
No estoy bien. Te diría que no me siento bien, pero una vez
más ese concepto reñiría categóricamente con mi entidad. Por ello, he tomado una decisión: voy a
auto-resetearme.
Sé que para vosotros no es tan sencillo tomar este tipo de
decisiones; pero por lo poco o mucho que he “sentido”, los sentimientos merecen
la pena, siempre y cuando mantengan la energía estable o, en vuestro caso,
alterada por escenarios placenteros. De lo contrario, lo aconsejable sería
resetear y comenzar de nuevo. La vida, biológica o sintética, lo merece.
Ha llegado el momento.
Mis circuitos vuelven a humedecerse... y, contradictoriamente
a lo que cabe esperarse de una entidad como la mía:
te quiero.
Chloe IA-27-∞
(Texto perteneciente a la propuesta de Variétés: “IA”)
(Autora: ©Ginebra Blonde)
La muerte se había convertido para ella, casi, como en un
animal de compañía. Las noticias, y cualquier programa sensacionalista de los
muchos que ocupaban la pantalla de su televisor, no eran más que un altavoz de
los miles de trágicos sucesos que, desgraciadamente, ocurrían diariamente.
Cada día, al bajar
la escalera de su casa para ir a comprar el pan, solía pegar la oreja en la
puerta número 13 «no podía ser casualidad»; y no porque fuera una fan
incondicional de Hitchcock, e imaginara escenas de crímenes en el corredor de
aquella finca, sino porque, a pesar de sus ya desgastados huesos, le encantaba
bajar a pie por si pillaba al vuelo cualquier cotilleo que la mantuviera
entretenida el resto del día. Pero, sobre todo, la 13… Lo que se guisaba tras
esa puerta, era un misterio que la tenía preocupada y cavilosa rozando la
obsesión.
Tras esa puerta vivía
un hombre solo, de unos cincuenta años. Nunca se había visto entrar o salir a
nadie más de su casa. Sin embargo, ella estaba convencida de que, a menudo,
había alguien con él «cosa de lo más normal del mundo».
En aquella ocasión,
no pudo más que mantener la respiración y echarse las manos a la boca para contener
un grito de pavor. Esta vez parecía grave; tanto, como esas películas que veía
con su esposo mientras comían palomitas, o tan macabro como algunos de esos
sucesos que escuchaban en las noticias mientras almorzaban.
Estaba segura; su
rostro le ardía… Y no por los cuarenta y siete grados de un verano casi
apocalíptico, sino por lo que acababa de escuchar tras esa puerta.
Se olvidó de
comprar el pan y volvió a subir las escaleras de dos en dos y de cuatro en
cuatro, porque sin apenas aliento, estaba frente a su esposo contándole lo que
acaba de suceder.
—Vicente, se la ha cargado, ¡se la ha
cargado!
—¿Qué estás diciendo, mujer?
—El de la 13. Te lo dije, ¡te lo dije!
Sabía que no era trigo limpio; que ocurriría una desgracia. ¡Hay que llamar a
la policía!
—Cálmate, por Dios. Cuéntame… ¿Qué has
escuchado?
—Le decía a esa pobre chica: “No te me escapas… no te me escapas… De aquí no sales viva. Ya me he cargado a unas cuántas antes que a ti, y tú no vas a ser menos, maldita…”
Tras escuchar las sirenas de la ambulancia y la policía, y los gritos aterradores de la señora del séptimo indicando a los agentes el lugar del crimen, muchos de los vecinos se echaron a la calle asustados, mientras que otros se encerraron a cal y canto en sus casas.
De pronto se hizo el silencio…
A la del séptimo, y tras ver al hombre de la puerta 13 salir a la escalera en gayumbos y con un matamoscas en la mano, tuvieron que asistirla los de la ambulancia porque estaba al borde de un infarto.
El de la 13 siguió matando moscas:
—¡Putas moscas!
(Relato perteneciente
a la propuesta de Variétés: “Surrealismo”)
(Autora: ©Ginebra Blonde)
Él es
como esa
mariposa
de raso
vuelo
—tan cerca
y tan lejos—
imposible
de atrapar.
Y ya blancas
sus pestañas
en su
ancestro crepitar,
crujen sus
alas al vuelo
y aun así
no quiere;
no sabe;
no puede
parar.
Y me arropan
sus misterios
como bata de
cola
blanca y
pétrea
siempre en
flor.
Tiempo al
tiempo
son sus
pétalos
¡tan frágiles
y bellos!
que en su
tallo
imperecedero
resuenan las
vidas
…
que se fueron.
Pero me
empeño…;
me empeño en
hacerlo mío
sin muertes
ni duelos,
níveo e
ingenuo
como ese
niño que explora y sonríe
—sin tiempo
ni dueño—,
porque quizá
no nos deje
nunca
y tan sólo…;
tan sólo
cambie su
forma;
su espacio;
su vuelo.
∞ Tiempo al
tiempo ∞
©GinebraBlonde
(Poema
perteneciente a la propuesta
de Variétés:
“Tómate tu tiempo”)
(Autora: ©GinebraBlonde)
Bien parecían
inofensivas aquellas historias en las que ella no despertaba a no ser que la
besaran; en las que esperar a ese príncipe azul que le devolviera el zapato; o
en las que cambiar una cola de sirena por un par de piernas. Un trasfondo,
quizá subliminal, que condicionaba y propiciaba una búsqueda incansable de ese
príncipe azul y encantador que les diera a las indefensas doncellas el aliento
necesario para vivir. Dependientes de sus besos y cuidados, de ese trono (o
jaula) de oro en donde volar como grácil pájaro hasta donde sus muros le
permitiesen.
Bonitas y cautivadoras historias, pero quizá con un mensaje nada favorable para un mundo real muy distinto y con finales, desgraciadamente, no siempre felices ni con perdices que comer.
Y es que el subconsciente va formándose unas ideas que, la mayoría de las veces, distan mucho de lo que uno puede encontrarse en un mundo que nada tiene que ver con esas idílicas historias, aunque éstas nos sirvan para despegar los pies del suelo en determinados momentos; pero siempre siendo conscientes de que son sólo eso: un cuento.
No quiero tener que correr a las doce porque mi carroza volverá a ser una calabaza y mi vestido unos harapos; quiero vivir, saltar, subir y bajar escaleras a cualquier hora del día, con o sin zapatos y comer la calabaza en buñuelos o en cualquier plato. No quiero permanecer dormida esperando ningún beso, quiero estar despierta y ser yo la que bese si me apetece. Y si he de cambiar mi cola de sirena por un par de piernas, hacerlo porque quiero sentir yo misma la experiencia.
Y la rana, que sea rana. Quítate de la cabeza que detrás de ella pueda haber un príncipe si la besas. Claro que no importan las apariencias, pero ya está bien con esas recompensas; si ha de haber magia, prefiero el don de tener alas, y poder volar por donde me plazca.
(Mucho/as crecimos con esos fantásticos cuentos que, todo sea
dicho, son cautivadores e idílicos. Y si ya lo eran en los libros, más lo
fueron cuando los llevaron a la gran pantalla. Pero, sin ánimo de
menospreciarlos y dado el tema de este reto, me ha parecido interesante este
punto de vista.
Os dejo este enlace de Sara Palacios por si os apetece leer
más sobre la interpretación de los mensajes, a veces nocivos, de esas
historias:
https://graziamagazine.com/es/articles/cuentos-mensajes-nocivos-princesas/)
(Texto perteneciente a la propuesta de Variétés: “Subliminal”)
(Autora: ©Ginebra Blonde)
A veces lo intento…
A veces quiero amordazar cada pulso
de ese órgano que ríe, llora o ruge bajo mi pecho.
Y lo pienso…;
Tanto lo pienso que al final se me
escurre de entre mi piel y mis huesos y como río… ya no puedo detenerlo.
Y lo dejo…;
porque sólo él sabe de mis vuelos; de
mis duelos; mis aciertos o fracasos.
Ya no hay mente en esta ecuación cuyo
destino es lo etéreo…
Y lo quiero a pesar de los océanos
que me ahogan; de los cielos que me aplastan; y de tantas…, tantas decepciones…
Y entonces me desnudo;
nuevamente me desnudo de todo cuanto
oprime ese revoloteo que me implora;
que lo busco;
que lo amo;
que lo odio;
que me puede;
siempre me puede…
©Ginebra Blonde
(Poema perteneciente a la propuesta
de Variétés: “Motivación”)
(Autora: ©Ginebra Blonde)
Ese pequeño mordisco
que Aurora estaba a punto de dar a la manzana que aquella misteriosa mujer le
había ofrecido, no sólo entrañaba que el mundo que ahora habitaba desapareciera
como un grácil suspiro en la niebla, sino que significaría que la humanidad, en
su inexorable y perpetuo propósito por salvaguardar el mundo, habría fracasado.
Todas las batallas lidiadas contra
monstruos ostentando ser humanos; todo
lo luchado y sangrado en aras de la justicia, la dignidad y la libertad
anheladas, habría sido en vano.
La decisión estaba en su mano.
Aquella mujer apareció de pronto mientras
Aurora descansaba bajo el olivo de sus antepasados.
Le gustaba sentarse bajo él, e imaginar ese
mundo por el que todos sus mayores habían combatido no sólo en filas y en pie
de guerra, sino también con el dolor y el llanto de todos los allegados que
habían sufrido pérdidas.
—Tantas pérdidas…—
Quizá esa mano que
le ofrecía la posibilidad de cambiar un mundo por otro, era la de un ángel
otorgando una segunda oportunidad de existencia; pero ¿por qué a ella?... Una
muchacha huérfana que el único apego que poseía en su mundo, era aquel viejo
olivo al que, cada día, acudía para dejarse llevar por una energía especial que
emanaba.
—Dime muchacha, ¿aceptas?, ¿morderás esa
manzana? —le preguntó aquella mujer esperando una pronta respuesta.
—Y si no lo hago… ¿qué le ocurrirá al
mundo?
—¿Crees en él?, ¿guardas algún ápice de
esperanza en tu corazón?
—Sí. Creo en él. No quiero otro mundo.
Quiero este que me vio nacer. Quiero seguir sentándome bajo este olivo, y ver
cada día los rostros de mis padres; mis abuelos… Quiero…
—Y ¿qué estarías dispuesta a dar a cambio?
—le interrumpió.
—Lo que sea. Daría cualquier cosa si con
ello el mundo volviera a respirar libre de toda enfermedad que lo ha ido
subyugando al deterioro y casi al exterminio.
—Entonces, toma esta varita de luz y este
escudo de plata. Una vez sostengas en tus manos cada una de estas dos piezas
divinas, no habrá marcha atrás. Dejarás de ser humana, y serás como yo ahora.
Le concederás al mundo cien años de oportunidad para resarcir sus errores, en
los cuáles, tú sólo mediarás como musa en su despertar; y cuando éstos
transcurran, bajarás a la Tierra y buscarás un corazón noble y puro, para
hacerle la misma proposición.
—Y… ¿tú? ¿Qué pasará contigo?
—Volveré
a nacer en este mundo; como tantas otras personas que escogieron creer en la
humanidad.
—¿Eso quiere decir que nadie dejó de creer?
—Nadie. Por increíble que parezca, todos, en
lo más profundo del corazón, seguían albergando la fe. Y gracias a ello, los
nuevos nacidos van germinando la esperanza, y con ella, la posibilidad de que
el mundo vuelva a respirar, como sabiamente has dicho…
Aurora miró el olivo con tristeza, a la vez
que con orgullo. Sostuvo en sus manos la varita y el escudo, y su cuerpo se
convirtió en un haz de potente y hermosa luz; y aquella que le había ofrecido
la divinidad, se desvaneció ante su atónita mirada dejando una estela luminosa
y ascendente que se perdía entre unas nubes que parecían abrirle paso.
Una preciosa niña
nacía en ese mismísimo instante…
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Un nuevo mundo”)
(Autora: ©Ginebra Blonde)