(Autora:
©Campirela)
El toque de queda
hacía horas que estaba en vigor, pero ella tenía que salir y buscar ayuda como
le fuera posible.
En aquella nave la gente moría sin un mínimo de dignidad, no podía consentir que esto estuviera pasando en este mundo donde los avances médicos habían llegado a unos niveles estrambóticos.
Aquel contagio no era por el agua como decían, algo les habían inyectado en su sangre, aquellas hemorragias y esa deformación en sus cuerpos no era bacteriano, el virus de la pobreza, porque aquellas almas todas eran sin techo.
Eran la hora más oscura de una noche
cerrada, las tres de la madrugada, me escabullí como pude y por una ventana con
rejas pude meter mi debilitado cuerpo y salir al exterior.
El frío calaba mis huesos, pero era tal mi ansia de llegar a donde el mundo pudiera escuchar mi testimonio que no cesé en mi caminar, lento, pero con fuerzas para encontrar esos humanos que pudieran ayudarme.
Al llegar el alba mi debilitado cuerpo rodó por el campo desierto, la sed hacía que comenzara a ver espejismos en el horizonte, entré en un trance soporífero, aunque me negaba a cerrar mis ojos. No pude y no sé en qué momento sentí cómo rodaba mi cuerpo hacia una oscuridad, allí mi mente se relajó hasta que al abrir de nuevo mis ojos, me vi rodeada, de personas, o tal vez máquinas, era difícil de distinguir.
Allí estaba en un
lugar extraño, rodeado de aparatos, que jamás había visto antes.
Oí una voz que me llamaba por mi nombre, me indicaba la cabina a la cual tenía que entrar, y allí con un esfuerzo máximo encaminé mis pies.
Elen007, deberías estar destruida, tu futuro pasó, aquí ya no tienes cabida, habrá que resetearte y devolverte a la fábrica de infecciosos, tu salida de aquel lugar ha sido tu peor decisión, todos estáis exterminados, aquí se acaba tu aventura.
Un halo de humo cubrió la cabina y ya no sentí nada más...
El sol se escapa por
el horizonte, hoy no vi a nadie, creo que estoy sola en este mundo irreal. Tan
solo a veces oigo el sonido del agua, pero no la veo.
No como, no bebo, y,
sin embargo, siento la brisa en mi cara.
Mi mente divaga, en ese ir y venir de imágenes veo un futuro o tal vez un pasado. Tal vez sea un nuevo crecimiento a un mundo donde el estilo de vida todavía esté por descubrir, hoy pasearé por aquellas nubes, a ver si ellas me dan respuestas a tantas preguntas que hay en mí.
(Relato perteneciente
a la propuesta de Variétés: “Mosaico”)
Un preciosísimo relato Campi,como ya te comenté...te quedó estupendo,es que no tienes rival cuando te pones a imaginar.
ResponderEliminarDelicioso!
besazo!
ajjajajajas, ese cariño como se nota muakk.
EliminarGracias, Lunita.
Siempre es un placer participar y gracias a ti Ginebra, sabes que esto me entusiasma más que comer caramelos, ajja, Beso muchos.