(Autor: ©Rodrigo Fúster)
(Tom Bagshaw)
La ciencia acepta la
teoría del Big Bang: ese momento, hace unos 13.800 millones de años en el que
una gran explosión lanzó en todas las direcciones toda la materia, poniendo la
vida en el medio, puso a andar el tiempo en un universo que continúa siendo.
El tiempo no es
movimiento, es una ilusión, pero debemos reconocer que no podemos hablar de
tiempo sin cambio. Pues cuando en nuestra alma no cambia nada o no advertimos
que cambie algo, tampoco advertimos el pasar del tiempo. El tiempo solo existe
para nosotros, en tanto que el alma capte cambio o movimiento. Es tan abstracto
como el amor o el deseo, una ilusión que nos lleva a un abismo.
Esa noche, que bien
podría ser el día, entro con su cabeza coronada por flores, entre los senos y
el cuello, un tatuaje pintado de dragones, me miro a los ojos sin expresar
palabra. Una larga cadena mostraba la dirección que debería tomar para llevarla
al éxtasis, sin antes olvidar que había un largo camino por recorrer, y el
tiempo no significaba nada, pues su ilusión era el orgasmo.
Abrió su capa dejando
a la vista el rincón donde el tiempo no existía, donde las horas no pasaban, y
donde el deseo, era materia que se convertía en agua.
Al acercarme y tomarla
de su cintura, sus labios se volvieron volumen, sus senos se endurecieron
convirtiendo el tiempo en una burbuja sin punteros ni reloj. Justo ahí
levitamos convirtiendo el universo en un
espacio vacío, donde sólo lo podíamos ocupar nosotros dos, llenando cada rincón
infinito con la llama del deseo en soledad, donde no existía un final.
El roce de la carne
con el alma, extinguió los sonido, el espacio, los problemas, las penas y el
enojo, todo éramos nosotros, no había tiempo ni existencia, sólo energía, una
nueva teoría del Big Bang que destruía nuevamente la materia, para convertirnos
en luz, en fuego, en vacío de una existencia sin existir, en deseo de no ser,
siendo un universo sin espacio ni lugar, energía que no se debe explicar.
Un agudo sonido que
terminó siendo nada, carente de existencia, fue todo lo que sentí; ella era y
no era, y yo, dejé de existir sin haber existido.
(Texto perteneciente a la propuesta de Variétés: “Tómate tu tiempo”)
Cuando la carne se hace energía y luz, los destellos son tan fuertes que son mejor que un orgasmo carnal. Saludo.
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