Muerte clara

 

(Autor: ©Gustab)

(Caroline Mackintosh)

Como un poeta perdido,
verseando caricias,
despertando la piel,
escondiendo suspiros.
 
Déjame alcanzarte
con delicada caricia,
con dulce mirada,
con piel prendida.
 
Déjame alcanzarte
pura y casta.
Déjame recoger tu alma
de perdidas palabras.
 
Tus senos rígidos,
de duros casquillos.
La concavés de tu ombligo
fantaseando humedales.
 
Dale rienda a las olas,
a la marea oscura, latidos
orgasmo súbito,
Éxtasis de mis ganas.
 
Muerte clara,
vida y fantasía.
deseo oscuro
vida eterna.

 

*

DE BROMURO NEGRO DE PLATA 
Y BETÚN DE JUDEA

(Caroline Mackintosh)

"Como un pintor sobre un lienzo, el fotógrafo es capaz de expresarse creativamente por medio de la cámara y crear sus obras a través de la luz y las sombras en su imaginación". 

Del desnudo imaginario de Caroline Mackintosh, del oscuro paraíso casi lésbico y distante, de ese amor irascible y prístino, cristal de espejos negros, donde el pecado se refleja como un interfaz de colores y en la admiración de sus pieles negras de pezones oscuros y besables, voluptuosas y sensuales... De ese mundo imaginario, de esos humedales del cacao y ron, de ese mundo inentendible, se dibuja el folio del carbón puro y tan oscuro como el deseo. Donde el lápiz de carbón traza bocetos del erotismo brillante de esas pieles. Donde hasta la plata se vuelve negra con grises degradados... Donde el petróleo arranca su deseo, de donde el café puede llegar a ser negro estasis. Donde la oscuridad seduce a la luz... De ese mundo vivía y consolaba su mirada, seductora de luz y sombras.

Mi desestimada Caroline, reina sensual de copas negras y azules tornasoles a la caída del sol, y donde la oscura piel enmarcaba el vino rojo en elegante botella. Tantas lenguas necesitaban de su atención que se fue volviendo injusto pecado. Y fue encerrada a tres puertas de la mía, porque de tanto mirar el color sus ojos se volvieron negros, sus labios cerezos encendidos, los que se bebieron en lengua oscura, entre caudales negros llenos de morbosidad y júbilo... nadie la entendió, nadie; Y hoy su arte ha quedado en este sanatorio recordando el racismo oscuro de su padrino que la quiso monja y la convirtió en demonio...

Su boca seca, sus senos tristes de pezones bien marcados, añoran ser tocados por la oscura atracción de los otros, por un cuerpo diferente, que le hace llegar al negro y blanco de sus contrastes, al orgasmo de plata fundida, olvidando los grises matices de su tristeza, oscura apagada, por su padrino y monjas de un convento que la declaró; salvaje y loca, sombras de pecado. Pero hoy duerme como yo con pastillas blancas que le hacen soñar con la gracia cruda de rubí negro, la perla más ansiada de esa mujer, transformada en joya por su naturaleza.

Un papel recubierto de cloruro de plata era oscurecido a la luz y luego expuesto para fijar las imágenes, sumergiéndolas en un baño de hiposulfito de sodio, el mismo componente esencial de los fijadores fotográficos actuales. Ahí quedó fundida la vergüenza, la pudorosa visión de un ciego anciano que la obligó a vestir de hábito negro, de tristeza sin amor. De deseo que hizo parecer histeria, terminando en este sanatorio, donde encierran a todo artista carente de la vergüenza y valor, con que cargan sus propias cruces...

©Gustab

(Poema y relato pertenecientes a la propuesta de Variétés: “Un verano de fotografía”)