(Autora: ©Campirela)
Hoy bajo el emparrado
cierro mis ojos y me veo subida en esa moto, con él, cuanto tiempo ha
trascurrido de aquella locura.
Todo mi cuerpo guarda
cicatrices de los rayos que se posaron en mi piel, no me importó el antes y
mucho menos ahora el después, fue la magia del amor, tal vez la insensatez,
aquel contacto de su ropa en mi piel me liberó de mis miedos y me entregué como
jamás lo hice, a la velocidad del viento, al aroma de la arena del desierto, al
rugir de esas dos ruedas, a la aventura.
Hoy sigo soñando,
pensando en aquel momento y me pregunto. ¿Dónde quedó mi ropa?
COMO GATA SOBRE EL TEJADO
Aquel chico era
especial, lo supe el primer día que le vi con su caballete y sus pinceles.
Cada mañana le
observaba desde la ventana, mirando al infinito pintado, nunca vi qué pintaba,
solo observaba como pasaban las horas mirando al infinito y plasmando en el
lienzo su mirada.
Durante los dos meses
que estuve de vacaciones, tuve la ocasión de conocer a sus padres, unas
personas maravillosas, ellos también estaban pasando todo el verano en aquella
isla de ensueño, no solo por su paisaje, sino la tranquilidad que daba.
Una vez por semana,
Beatriz se acercaba a conversar conmigo, siempre traía un pastel, juntas
compartíamos una taza de té y un trocito de ese rico manjar.
Una tarde me habló de
su hijo, estaba muy orgullosa de haber superado un momento difícil en su vida,
el muchacho reaccionó valientemente, a la pérdida de visón, por culpa de una
infección de hacía más de tres años.
Sus sentidos se habían
agudizado mucho más y esa sensibilidad que tenía se le duplicó, me habló de su
afición a la pintura, desde que era pequeño, a pesar de no tener visión, nunca
dejó de pintar.
Esa confesión me hizo
dar el paso que durante el resto de mis vacaciones hacía cada mañana, después
de desayunar, tomar el sol cuál gata encima del tejado en desnudez absoluta
para alimentarme de los primeros rayos
del sol.
Cuando giraba la
cabeza, allí estaba Jaime, así se llamaba aquel misterioso muchacho, con sus
pinceles en el lienzo pintando.
Aquel lunes, cuando
Beatriz llamó a mi puerta, no solo traía un pastel, sino un cuadro envuelto en
regalo.
Tomamos nuestro té, y
un poco de conversación, al despedirse me dijo que no abriera el regalo hasta
el día siguiente, ellos se marchaban al día siguiente muy temprano, su vuelo
era de última hora, no habían logrado otro con mejor horario, nos dimos los
teléfonos, y prometimos que al menos en Navidades nos felicitaríamos, fue todo
un placer esas tardes de té y charla.
Cuando desperté ese
martes mis ojos fueron al patio de los vecinos y era extraño, me había
acostumbrado a Jaime verle pintar, en ese momento pensé, qué pronto nos hacemos
a las personas y cuanto las extrañamos.
Me fui a tomar mi
café, y a ordenar todo mi equipaje, pues partiría el sábado de regreso a la
rutina, o mejor la vida real.
Fue cuando vi el
regalo envuelto en un lindo papel, no pude esperar más y con sumo cuidado lo
desenvolví, pues el papel tenía algo de magia con ese azul de mar que invitaba
a recrearse en él.
Mi sorpresa fue abrir
la boca, tapármela con la palma de mi mano y emitir un ohhh, cómo era posible,
era yo tomando el sol encima del tejado.
En el revés del cuadro
había una nota.
Mis ojos no ven, pero
oyen mis oídos y huele mi nariz, mis manos no te tocaron, pero sentía tus pasos
a través del solado, y así te imaginé, sabía que cada mañana subías al tejado,
oí decir en más de una ocasión a mi madre," qué bella es".
El resto fue mi
intuición y oír cada lunes las risas que compartías con mamá.
El cuadro es tuyo, tú
has sido mi regalo.
Gracias, Ginebra ha sido un placer contar una pequeña historia con esas dos bellas fotografías.
ResponderEliminarMuy feliz verano ya va quedando menos para desconectar unas semanas y volver repleta de nuevas energías.
Besotes y disfruta todo lo que nos debe la vida😘😘🌹
Gracias a ti por tu bonita pluma, querida Campi.
EliminarVamos regresando...
Espero que hayas tenido un bonito verano.
A disfrutar cada segundo 😉
Bsoss y cariños enormes 💙
Qué bonito regalo te entregó Campirela, inmortalizar ese momento. Un relato de gran belleza. Enhorabuena. Un abrazo
ResponderEliminarNo sabría decir cuál de los dos relatos me gustó más, el primero porque que has encajado muy bien ambas fotografías y el segundo por la sensibilidad que le has dado al describirlo, sólo equiparable, a la del pintor que sin verte ,te adivinó.
ResponderEliminarDos regalos para leer,sin duda... Como ya te comenté en tu blog,siempre aciertas,siempre sorprendes y siempre siempre conmueves.
ResponderEliminarUn besazo preciosa.