ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

domingo, 30 de junio de 2024

El ladrón de joyas

 

(Autora: ©Mercedes)


(Robin Isely)


Tomasso había sido apodado el Príncipe de la Noche por un comentarista cursi de la TV después de protagonizar alguno de los robos de joyas más importantes de los últimos tiempos. Nunca había sido detenido y la policía estaba muy perdida a la hora de seguir su pista porque no dejaba huellas. 

Sin embargo, después de que casi se tropezó con aquel asesino en serie al ir a robar un espectacular rubí rodeado de diamantes, había tenido que ser protegido durante meses, primero, hasta que llegaba el juicio e incluso después porque aquel individuo había amenazado con matarlo si se llegaba a saber quién era.

Habían pasado cuatro años ya de aquello y se había hecho a la idea de que nunca jamás volvería a robar. Incluso había habido rumores sobre si ella había estado implicada en la detención del asesino en serie porque desde ese momento no había desaparecido ninguna otra valiosa joya. Pero aquella noche, encendió la TV y, dentro de la sección de cultura de las noticias, anunciaron que el gran diamante azul que había llevado aquella famosa cantante, cuando le dieron el Óscar a la mejor canción, colgando del cuello, estaría expuesto durante los siguientes meses en un museo de su ciudad. La caza, el peligro, la dificultad... se juntaron y el hormigueo volvió. Pensó que si descansaba un rato podría vencer el impulso de volver.

Pero fue peor: al dormirse, primero, el sueño fue tranquilo y sin problemas. A media noche, sin embargo, empezó a ver a aquella mujer sin cara en un sueño oscuro en medio de un vendaval y la joya, primero, era arrastrada por la lluvia y el agua que circulaba por el suelo y después por un viento fuerte. No sabía cómo ni por qué le sonaba el sitio del sueño pero no conseguía recordarlo. A la mujer no la reconocía porque no le veía la cara. La lluvia, el viento, el frío... todo eso era una advertencia o eso creyó mientras tenía aquella pesadilla.

Al despertarse, estaba amaneciendo, pero tenía un tremendo mal sabor de boca y no había dejado del todo la pesadilla atrás. La cabeza le seguía doliendo y su mente era un torbellino. Era surrealista, pero estaba pasando algo que llevaba mucho tiempo sin pasarle: no podía quitarse de la cabeza aquella joya. Objetivamente era una maravilla, aunque no más que otras que había visto y conseguido. Se levantó, medio dormido, y fue al baño. Allí, se miró al espejo y, aunque vio su cara demasiado pálida por la falta de sueño, se oyó a sí mismo decir: 

- "Esa joya tiene que ser mía. Me da igual que sepan que he vuelto".

Sólo quedaba planificarlo... Sabía que, con sólo eso, esa obsesión no iba a parar y el sentimiento de invencibilidad volvió. No era probable que pasara lo que había visto en su pesadilla...

©Mercedes

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Surrealismo”)


1 comentario:

  1. El ladrón nunca se reforma ese gusanillo de conseguir lo imposible late en su corazón. Un besote.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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