(Autor: ©Chema)
2023 se acercaba a su fin. Olga se preguntaba qué deseos
podría pedir para el nuevo año. Recientemente había leído que, según Freud, los
sueños son manifestaciones de nuestros deseos. Tu mente toma imágenes y
recuerdos que tiene almacenados, y con ellos construye una especie de collage
que representa metafóricamente ese deseo que guardas dentro de ti.
La noche anterior, Olga había soñado que tomaba un chocolate
a la taza en una cafetería, y enfrente de donde ella estaba sentada había un
gran reloj. ¿Chocolate y relojes? Eso le hacía pensar en Suiza. La verdad es
que una escapada a Ginebra con sus amigas a final de curso, molaría. Estaba
estudiando Traducción e Interpretación, y todo lo que fuera practicar idiomas era
bueno para ella. Y puestos a soñar, también podría hacer un Erasmus en Ginebra,
y allí costear sus estudios trabajando como profesora de español. Pero para eso
todavía faltaba mucho, aún estaba en primero.
Mientras pensaba todas estas cosas, en su habitación, Olga estaba
ordenando sus apuntes de todo el primer trimestre. De repente se preguntó qué
diría un experto en grafología sobre su letra. Era inclinada a la izquierda, lo
cual en teoría denota introversión y espíritu libre. La grafología en el fondo
no era tan diferente del psicoanálisis freudiano, y es que la manera de escribir
de algún modo es la manifestación externa de los pensamientos, emociones y
deseos que tenemos en la mente.
Y la mente de nuestra amiga, sin duda se encontraba muy activa
en ese momento. Tanto que tal vez le resultaría difícil conciliar el sueño. Por
ello, decidió darse una ducha antes de ir a la cama.
Al salir de la ducha, se sentó en su cama y se miró los pies.
Ya tenía las uñas algo más largas de lo que a ella le gustaba, así que
aprovechó para cortárselas, ya que el agua caliente se las había dejado
blanditas. Empezó por el pie izquierdo, ya que era zurda. Al fijarse en la
parte blanca de la uña del dedo gordo, se dio cuenta de que era algo parecido a
una media luna, aunque más recta. Una figura así se dibujaría trazando con un
compás dos arcos de circunferencia, con diferentes radios y centros... de eso
sabía mucho más su hermano Matías, que estudiaba Ingeniería de Caminos y le
encantaba el dibujo técnico.
Una vez terminada la pedicura, y ya pensando en meterse en la
cama, Olga se acordó de algo que había leído en la novela ‘en la boca del lobo’
de Elvira Lindo. Al parecer, si le das una orden a alguien poco después de que
haya conciliado el sueño, te obedecerá. Claro, esa orden o petición -pensaba
nuestra amiga- deberá hacerse en un tono de voz lo bastante alto para que llegue
a la mente de la persona dormida a nivel subconsciente, y lo bastante bajo para
no despertarla...
Así que decidió hacer el experimento. Fue a la habitación de
su hermano, que era más trasnochador que ella y aún estaba despierto. Le dijo:
“Mati, dentro de un rato, cuando esté dormida, ¿podrías abrir sin hacer ruido
la puerta de mi cuarto y darme cualquier orden y sugerencia en voz bajita?”.
Entonces él le respondió riendo: “Pero Olga, ¡luego me dices a mí que me voy a
volver loco estudiando tantas matemáticas y tanto dibujo técnico! Está bien,
algo se me ocurrirá, dentro de media hora me paso por ahí y te digo alguna
frase mágica”.
Matías cumplió lo prometido. Abrió muy despacio la puerta de
la habitación de su hermana, y notó por la falta de respuesta de ella -y por su
respiración- que estaba totalmente frita. Así que le dijo con voz susurrante:
“¡Mañana compra chocolate en el supermercado, loca! Suizo, a ser posible”.
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Deseos”)
Que cholo te quedó. Me gusta sobre todo en buen rollo de los hermanos y la complicidad que hay entre ellos.
ResponderEliminarY si que creo que si te concentras mucho en alguien puede que algún pensamiento le llegue.
Un besote, muy feliz año mi querido Chema.