ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

martes, 30 de abril de 2024

Avalancha subliminal

 

(Autora: ©Marifelita)

(Artist - Giulia Valente)

¿Quién te iba a decir de niña que, siendo ahora adulta, hablar de ciertos temas que eran puro romanticismo, se convertirían en una verdadera pesadez? Escuchar las interminables anécdotas de tus amigas, de la estresante organización de sus bodas. Nunca pensaste que el tema daría para horas de conversaciones llenas de detalles, aventuras, intrigas y entresijos de una complejidad tal, que tu sencilla existencia nunca podría imaginar.

Eres una mujer que simplemente no es la de nadie. Vives en pareja desde hace más de veinte años, no eres ni su mujer, ni su esposa ni su compañera, esas son las del trabajo. A este paso serás su novia eternamente, si de alguna forma necesitan etiquetarte.

Nunca te entusiasmó la idea de casarte, ni de ser la princesa del cuento por un día. Siendo hija de un matrimonio divorciado desde niña, quizá nació en ti la idea de lo innecesario del trámite, y ser incapaz de ver la magia de tan valorado evento. Te parece increíble que tu estado civil, sea una pista tan útil para poder clasificarte como persona.

Lo que tienen que aguantar las chicas solteras, todos preguntándoles constantemente cuando van a buscarse un novio, como si tuvieran que hacerlo para sentirse mujeres completas. Como si con solo proponérselo les salieran los pretendientes de debajo de las piedras. Si por casa no te ven con ningún novio de vez en cuando, empiezan a preocuparse y pensar que igual eres lesbiana, que tampoco tendría que ser un drama para nadie en nuestros tiempos.

Tienen todos tus respetos si así han decidido vivir su vida, libres y sin ataduras. Las llaman “Solteronas” con cierta connotación negativa, como si no tener pareja fuera un defecto, una maldición o un revés de la vida. Los señores por el contrario son “Solteros de Oro”, como si su status fuera un gran logro.

No encontrar una pareja tampoco tiene que ser una desgracia. Mejor esperar a esa persona que te haga sentir especial, querida, cuidada, que te haga reír y ser feliz, que no atarse a cualquiera con prisas para no estar sola, y que luego te des cuenta que ha sido una equivocación. Y si esa persona especial nunca llega, tampoco pasaría nada, habrías disfrutado del tanteo y de la bonita experiencia de ser la novia eterna, en fase de enamoramiento constante y perpetuo.

Vivir sin pareja o sola, que no es lo mismo, no tiene por qué ser una mala cosa. Los tiempos cambian y las mujeres son más selectivas con lo que quieren para sus vidas y la disfrutan de una manera totalmente diferente.

 


Algo parecido y quizá más grave pasa con la maternidad. Tener que contestar preguntas que nadie tiene derecho a formularte y que tampoco te apetece responder. Buscar una justificación que los convenza, aunque te dé pereza o incluso rabia, porque con la verdad a veces no tienen suficiente. La confianza para estos delicados temas es muy peligrosa, porque a más confianza, más atrevida e íntima es la pregunta.

A veces son más dolorosas las tímidas insinuaciones llenas de intención como: “Cuando tengas hijos…”, “cuando seas madre…”, “si un día quieres tener hijos…” o “si un día me hacéis abuela”. Pequeñas recriminaciones camufladas que te hacen sentir un bicho raro, como si fuera antinatural tu decisión, como si se tratara de un crimen contra la humanidad. ¡La tierra tiene superpoblación, no sufran! Ni que a la mitad se nos ocurriera ser tan egoístas (eso también te lo han dicho) de no concebir hijos, no para uno mismo sino para el planeta. Como si fuéramos una especie en peligro de extinción.

Que poca sensibilidad para abordar temas tan delicados. Sería normal antes de preguntar, plantearse si el otro no se ha decidido porque no puede, aunque lo desee con todas sus fuerzas. O si económicamente no pueda permitírselo, aunque siempre habrá quien te diga que “donde comen dos, comen tres”. Guárdate de opinar delante de esa madre devota de tres o cuatro criaturas, llena de entusiasmo, pero cada vez con menos energías y recursos para echarlos adelante.

¿Con la misma naturalidad te interrogarían si consumieras drogas, sufrieras abusos o maltratos, si tuvieras una enfermedad grave o hubieras estado en la cárcel o cometido algún delito? Cualquier tema delicado, todos lo asumen sin dudarlo, pero con la maternidad, cualquiera se ve con el derecho de preguntar y opinar. Hasta hace poco, en una entrevista de trabajo te preguntaban casualmente si estabas casada o tenías hijos. Dabas valiosas pistas al contestar, pero ahora por suerte puedes negarte a responder. Con el resto, familiares, amigos y terceros, aún no te has ganado ese derecho. 

¿Y si para liquidar tu deuda pendiente con la sociedad, en un arrebato de generosidad y compromiso con la humanidad, te planteas adoptar para ejercer de madre del hijo de otra? Entonces tendrías el cielo ganado, aunque siempre  habría aquella voz crítica que te advertiría: “Piénsatelo bien que es muy complicado y nunca sabes lo que te va a tocar”. Como si todo en la vida no fuera una lotería. Esperarías años para ejercer, cuando te concedieran semejante honor tras todas las fases burocráticas y etiquetarte como “apta” para tan excepcional tarea, el niño se encontraría con una abuela en lugar de una madre. Si para la maternidad convencional se necesitara todo este tiempo y formalismos, ¿se animarían tantas o lo dejarían correr a mitad del proceso?

Después de todas estas reflexiones, que quizá no te lleven a ninguna parte, y después de la avalancha subliminal que recibirás a lo largo de tu vida, como cualquier mujer, no te queda más que seguir adelante con tus decisiones, convencida de que serán las correctas, sean las que sean, y digan lo que digan los demás.

 


©Marifelita

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Subliminal”)

3 comentarios:

  1. Me gustó volver a leerte de nuevo, has dicho muchas verdades, una mujer al igual que un hombre no necesita de la otra persona para realizarse o ser feliz. El vivir en pareja es optativo, no por ello te garantiza la felicidad.
    El igual que el ser madre no te da y te otorga el derecho amar y saber lo que es un amor incondicional. Son etiquetas que tardarán en irse, pero llegara ese día.
    Un texto exquisito. Besotes muchos.

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  2. Así es la sociedad de los garrulos que no entienden más qué la punta de sus zapatos. Un abrazo

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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