ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

sábado, 30 de noviembre de 2024

Ángel caído

 

(Autor: ©Chema)


Santiago Caruso

Estaba dando una vuelta por el parque del Retiro, un sábado por la tarde. Me senté en un banco de la plaza del Ángel Caído, y saqué de mi mochila la novela que estaba leyendo, ‘la hermandad de las malas hijas’ de Vanessa Montfort.

Tengo cierta habilidad para leer con atención, y al mismo tiempo fijarme en las escenas cotidianas que suceden a mi alrededor. Además, he comprobado que recuerdo mejor los capítulos que he leído en el transporte público, en la sala de espera del centro de salud, en un banco del parque... que aquellos leídos en mi habitación. Eso no quita para que mi ritual de leer en la cama por la noche mientras tomo una taza de leche con cacao sea sagrado.

El caso es que, mientras veía pasar a familias, grupos de amigos, parejas y almas libres como yo, estaba leyendo un pasaje algo “picante” de la novela antes mencionada. En realidad me resultaba más cómico que otra cosa, ya que las chicas protagonistas usaban unas expresiones que me hacían pensar: “¡esta novela me da a mí que no la venden en las librerías del Opus!”.

De repente, el cielo se oscureció y desapareció toda la gente que había alrededor. Sin saber cómo, tenía a mi lado al Ángel Caído, que había cobrado vida. Miré el pedestal de la escultura, y estaba vacío.

–¿Qué, leyendo libros adultos, eh? –me dijo, socarrón–. Si hubieras leído algo así en tu época adolescente, habrías tenido que confesarte después.

–¡Pero esta novela no va de eso! Además, yo ya estoy curado de espanto.  –me defendí–. Si un libro trae algún pasaje subido de tono, pues bienvenido sea, pero no es algo que influya a la hora de elegir mis lecturas.

–¡Ya lo sé, hombre! Pero te he visto y he querido aprovechar la ocasión para dejar claras algunas cosas. Me han echado la culpa a mí de todos los supuestos pecados que podáis cometer los humanos, porque al parecer os hago caer en la tentación.

–Ahora ya sé que eso es un cuen...

–¡Déjame terminar! –exclamó–. Los ángeles, tanto los buenos como los caídos como yo, podemos hacer muchas cosas, pero no leer vuestros pensamientos ni comunicarnos con vosotros mentalmente. Y en el tema que tanto te preocupaba de los deslices nocturnos en plena adolescencia, no era yo el que te “tentaba”.

–Ya, en esa época de la vida se tienen las hormonas revolucionadas...

–¡Claro! Era tu cuerpo, que Dios lo hizo así. La pulsión sexual en la pubertad es algo contra lo que no se puede luchar. Hace falta más información y menos amenazar con el infierno.

Me quedé pensando en esas últimas palabras, y cuando me quise dar cuenta, el sol había vuelto a salir y los viandantes habían regresado. Se veían las típicas escenas de siempre: un niño que pasaba montado en bicicleta me miraba, su madre le decía que no fuera tan rápido; una pandilla de adolescentes reían recordando alguna anécdota de su instituto; y una chica le hacía una foto con su móvil a la fuente del Ángel Caído.

Entonces caí en la cuenta. Miré el monumento central de la fuente, y el Ángel Caído había vuelto a su lugar. Lo que había ocurrido hace unos instantes, ¿fue sueño o realidad?

Se me ocurrió que podría grabar otro vídeo junto a la fuente, relacionando el agua en movimiento con algún tema de matemáticas. Pero, por alguna razón, no me atreví. Aquella tarde ya había cubierto mi cupo de sobresaltos... En lugar de eso, saqué el móvil y miré el foro naranja, a ver si mi amiga escritora había respondido o reaccionado a alguna de mis bobadas.

©Chema

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Terrorífica(mente)”)

Annita Maslov


1 comentario:

  1. Tu esencia Chema no la pierdes ni en un texto de terror, y es magnífico como la introduces dentro de la temática.
    Ese ángel caído fue todo un parlanchín, pues debe ser sorprendente verte en una tesitura asi.
    Un texto con imaginación y muy llevado, te felicito amigo.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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