ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

sábado, 30 de noviembre de 2024

Hasta la muerte tiene corazón

 

(Autora: ©Dafne Sinedie)


Annita Maslov


Estoy exhausta.

Soy tan vieja como la vida misma, y los años y las vivencias me pesan en los huesos como si estuvieran compuestos de plomo. Mis tres ojos han visto cómo se construían civilizaciones y se erigían Imperios; y cómo, tarde o temprano, todos acababan reducidos a cenizas. ¿Pero qué es el tiempo para una criatura inmortal como yo?

He cantado canciones que hace milenios quedaron olvidadas. He escuchado cuentos y leyendas que se han perdido en la memoria. He leído todos los textos del mundo y me he encontrado como protagonista en muchos de ellos. He reído, he llorado, me he enfadado y he sentido miedo. He acariciado el alma de todas las personas, he llegado a su corazón y ellas han llegado al mío. ¡Hasta yo tengo corazón!

Pum, pum. Pum, pum. Mi corazón palpita en su jaula de hueso, despacio, muy despacio...

Estoy e x h a u s t a.

Cada vez me cuesta más sentir otras emociones y sólo trabajo, trabajo, trabajo... ¿Por qué tengo tanto trabajo? Actualmente hay ocho mil  millones de personas en el mundo; el doble de nacimientos que de muertes. Y aun así, ¿por qué pesa más la muerte que la vida?

¡Si al menos todas las muertes fueran naturales e inevitables! Pero hay tanta violencia, tanto dolor, tanto terror. En mi nariz se ha instalado permanentemente el olor de la pólvora y en la lengua noto el sabor de la sangre. Ya no me quedan lágrimas, mi garganta está quemada y mi piel ha quedado cubierta de moratones. Al menos, cuando las personas exhalan su último aliento dejan de sufrir. ¿Qué puedo hacer yo con las personas muertas en vida?

Las acompaño. Me acompañan. Pum, pum. Pum, pum. Encontramos consuelo en el arte, en las flores, en el amor. ¡Hasta yo he amado y he sido amada!

Estoy

exhausta.

Cierro el ojo izquierdo, el del pasado. Cierro el ojo derecho, el del presente. Y veo por el tercer ojo, el de mi frente, el futuro. Es una buena razón para seguir viviendo.

©Dafne Sinedie

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Terrorífica(mente)”)

Annita Maslov

1 comentario:

  1. Ese tercer ojo es que debemos tener presente y no nunca perder la esperanzan.
    Has estado muy mística en este relato lo cual se agradece, estas historias son pura joya.
    Un besazo, con todo cariño.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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