ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

sábado, 30 de noviembre de 2024

Conversaciones en la Oscuridad


(Autora: ©Auroratris)

Annita Maslov

Traigo a mi memoria aquellos momentos en los que compartía espacio con ella. Señora de alto rango, oscura y tenebrosa de sonrisa oculta y mirada de abismo. Nunca mostraba completamente su rostro, esperaba agazapada en su rincón de siempre, siempre esperaba con la vista fija en ella, mi madre.

Los retos se pronunciaban cada noche donde ella se acercaba al lecho y yo le plantaba cara. Pero el cansancio es devastador y mis guardias terminaban rindiéndose, eran los minutos en los cuales la Señora aprovechaba para robarle bocanadas de aliento.

Las conversaciones se extendían cada noche a los pies de la cama. Mi discurso la hacía reír hasta el punto de burlarse de mí y de toda la humanidad. Soy consciente de su poder, aun así, no podía permitir que me venciera el miedo. Imaginaba el futuro sin mi madre y no conseguía darle forma.

Soy una mujer madura que se fragmentaba al verla postrada sobre aquella cama de hospital, rodeada de cables y maquinaría sofisticada. Eran momentos de fragilidad donde solo quería regresar a la infancia, volver a ser aquella niña despreocupada, que jugaba en libertad con su imaginación desbocada y sus fieles fierecillas. Huir de la terrible realidad.


Alex Stoddard

Llegó la fatídica noche donde yo misma le rogué que se la llevara. No podía continuar viendo la tortura a la cual la estaba sometiendo, el dolor en el rostro y en su cuerpo cada vez más debilitado. Le grité con la rabia encendida y las lágrimas quemándome. Ante mi ofrecimiento sumiso descubrí su sonrisa triunfal junto a mi devastación.

La vida sigue, me digo, les digo a los míos. Intento convencerme. Ciertamente, el tiempo ayuda a la costumbre de la ausencia, a volver a reír con sus recuerdos, a agradecer el legado que nos dejó tras su partida. La dicha por haber tenido a la mejor madre del mundo y con ese credo me levanto cada día. Por ella.

©Auroratris

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Terrorífica(mente)”)

Annita Maslov


3 comentarios:

  1. Ana, este relato tiene una carga emocional del cien por cien, que me veo reflejada en él. Quien no ha visto esa mujer de negro alrededor de un ser querido, y ha impedido con todo su amor que no se acercara, aun asi es más fuerte y en un descuido pasa y hace su trabajo para el que está, preparada.
    Un texto como digo que emociona por la sensibilidad con el que lo has descrito.
    Mi besico cariñoso para ti.

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  2. Un relato desgarrador y tan real que parece que lo estoy reviviendo todo. La situación cuando llega parece que nos supera, pero luego llega la aceptación y vivir con el recuerdo de su ausencia. Me emocionó. Un fuerte abrazo

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  3. Ay mi madre, realmente estremece y creo que algo de cierto hay en esas visiones, y que en un punto sabemos que es así.
    Tu relato, como dice Campi, emociona, porque tu sabes transmitir todo ese mundo interno.
    Precioso.
    Un besazo!

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin