(Autora:
©Auroratris)
Traigo a mi memoria aquellos momentos en los que compartía espacio con ella. Señora de alto rango, oscura y tenebrosa de sonrisa oculta y mirada de abismo. Nunca mostraba completamente su rostro, esperaba agazapada en su rincón de siempre, siempre esperaba con la vista fija en ella, mi madre.
Los retos se pronunciaban cada noche donde ella se acercaba al lecho y yo le plantaba cara. Pero el cansancio es devastador y mis guardias terminaban rindiéndose, eran los minutos en los cuales la Señora aprovechaba para robarle bocanadas de aliento.
Las conversaciones se extendían cada noche a los pies de la cama. Mi discurso la hacía reír hasta el punto de burlarse de mí y de toda la humanidad. Soy consciente de su poder, aun así, no podía permitir que me venciera el miedo. Imaginaba el futuro sin mi madre y no conseguía darle forma.
Soy una mujer madura que se fragmentaba al verla postrada sobre aquella cama de hospital, rodeada de cables y maquinaría sofisticada. Eran momentos de fragilidad donde solo quería regresar a la infancia, volver a ser aquella niña despreocupada, que jugaba en libertad con su imaginación desbocada y sus fieles fierecillas. Huir de la terrible realidad.
Llegó la fatídica noche donde yo misma le rogué que se la llevara. No podía continuar viendo la tortura a la cual la estaba sometiendo, el dolor en el rostro y en su cuerpo cada vez más debilitado. Le grité con la rabia encendida y las lágrimas quemándome. Ante mi ofrecimiento sumiso descubrí su sonrisa triunfal junto a mi devastación.
La vida sigue, me digo, les digo a los míos. Intento convencerme. Ciertamente, el tiempo ayuda a la costumbre de la ausencia, a volver a reír con sus recuerdos, a agradecer el legado que nos dejó tras su partida. La dicha por haber tenido a la mejor madre del mundo y con ese credo me levanto cada día. Por ella.
(Relato perteneciente
a la propuesta de Variétés: “Terrorífica(mente)”)
Ana, este relato tiene una carga emocional del cien por cien, que me veo reflejada en él. Quien no ha visto esa mujer de negro alrededor de un ser querido, y ha impedido con todo su amor que no se acercara, aun asi es más fuerte y en un descuido pasa y hace su trabajo para el que está, preparada.
ResponderEliminarUn texto como digo que emociona por la sensibilidad con el que lo has descrito.
Mi besico cariñoso para ti.
Un relato desgarrador y tan real que parece que lo estoy reviviendo todo. La situación cuando llega parece que nos supera, pero luego llega la aceptación y vivir con el recuerdo de su ausencia. Me emocionó. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarAy mi madre, realmente estremece y creo que algo de cierto hay en esas visiones, y que en un punto sabemos que es así.
ResponderEliminarTu relato, como dice Campi, emociona, porque tu sabes transmitir todo ese mundo interno.
Precioso.
Un besazo!