(Autor: ©Gustab)
Deseo de deseos. (verso 4).
"...En
el nuevo mundo, concupiscencia es el deseo que el alma siente por lo que le produce satisfacción, "deseo
desmedido" no en el sentido del bien moral, sino en el de lo que produce satisfacción carnal..."
Verso 4.-
Mírala sobre el suelo oscuro,
silueta soberana...
Parece botón de rosa
soltando néctar que aprisiona.
Deseo de deseos.
Cadera, cuerpo de raíz,
lazo de tronco convergente...
placer y dolor, planta gigante.
Enredadera de placeres de carne viva,
Humedad infinita de abismo mojado...
de lengua trepita, campana de placer,
deseo de deseos.
Reptil del éxtasis serpiente de mi
orgasmo,
Deseo eterno,
sangre de mi boca,
Bocado de aceite derramado
Deseo de deseos.
Concupiscente; tragas y devoras,
quemas con tus labios efervescentes,
vaporizando con cándido y cálido
abrazo,
Con sed de semen, con boca de gula,
con orgasmo trémulo.
Deseo de deseos,
infinita gota.
DESEO, REINICIANDO EL MUNDO
Escucho a Vivaldi... a Paganini tratando de descifrar sus
enigmas, sus tormentos. ¿Por qué el violín es un instrumento de la locura
cuando se escribe para ellos como lo hizo Vivaldi? ¿Por qué en las manos de
Paganini se ensombrece el olvido?... ¿Por qué Ara Malikian o David Garret se
vuelven virtuosos? ¿qué tienen esas cuatro cuerdas que hacen temblar la mente
llevándonos al borde del abismo?...
No sé, la locura abre la mente para transformarse en un
infierno, los caprichos de Paganini te hacen imaginar cómo los dedos se mueven
sin sentido hasta transformarse en un enigma... ¿Cómo un sólo te hace vibrar el
alma?
No hay nada más extasiante que hacer el amor pensando en esas
cuatro cuerdas que vibran como se mueve su cuerpo. Cada nota es un punto
erógeno, y te vuelves genio cuando logras la nota más alta, la nota más
aguda... la nota más extraña. El abismo se vuelve infinito, y tu corazón
explota en lo más profundo. Repites cada nota una y otra vez hasta conocerlas
de memoria, y casi inconsciente. Un tranquilo lago se transforma en un caudal
inundándolo todo, y vas perdiendo la razón, dejas de pensar, de ver, de
escuchar y solo sientes su humedad que lo abarca todo, y te pierdes en la
mirada del otro justo en ese instante, perdiendo el equilibrio hasta hundirte
en ti después de haberte hundido en ella. Gozas cada estertor, cada movimiento como
si tus dedos hubiesen alcanzado la más exquisita gota.
El amor y el deseo te vuelve un drogadicto, como cuando
escuchas a Paganini, o Inverno de Vivaldi; abres los brazos bajo la lluvia y
dejas de mojarte porque estás en éxtasis hasta conocer el más oscuro de los
palacios, el más pomposo, donde el mármol negro rebota tu mirada y te lleva a
lo más íntimo de tu ser, te conoces, la conoces, vives y mueres.
La fuente en las mil y una noche muestra lo bello que es el
agua como fuente de inspiración, como una connotación del orgasmo, como el más
hermoso de los juegos... apagas tu sed bebiendo del sexo de ella, convirtiendo
tus labios en un caracol que va dejando su huella sobre las sábanas, el brillo
entre sus muslos, el agua en su vulva y dejas que tu lengua se regocije hasta
verla extraviada en su sentir. Ese sentir es tan individual como ajeno al mundo
real, te aleja del infierno y te acerca al cielo, besas los dedos de Dios, los
unes como en los cuadros de Miguel Ángel, así como en la creación, donde se vuelve
un pacto invisible, una atracción donde la cabeza no tiene sentido, donde los
pensamientos se pierden, locura... dos dedos para salvar a la humanidad. Un
pacto indisoluble, una conexión eterna. Adán y Eva enfrentados a la vida,
saliendo del paraíso para convertir en pecado el acto más sagrado que puede
haber entre un hombre y una mujer.
La gula y la lujuria mostrando al universo lo bello que
podría ser esta unión que escapa a los mandamientos, que nos muestra lo más
bello y atractivo del pecado. Es como cuando todo se detiene para volver al
tiempo una ilusión, para reiniciar el mundo luego.
Cuatro cuerdas, cuatro puntos, miles de notas in crescendo,
agudas, tan agudas como el centro del universo, tan profunda como la noche
oscura, tan oscuro como el infierno como único paraíso en la existencia.
¿Qué hace del violín la imagen del éxtasis? ¿... qué hace la
creación de Miguel Ángel la imagen del orgasmo? ¿Qué es un pacto, qué hace del
deseo un pecado?
Éxtasis... éxtasis... aguas turbulentas como vacías, sin fin,
un abismo eterno en el que me gustaría perderme para siempre.
(Poema y relato pertenecientes a la propuesta de Variétés: “Unnuevo mundo”)
Muchísima intensidad en un trabajo completísimo.
ResponderEliminarFelicitaciones.
Este texto de Gustab es magnífico. El deseo por el deseo, la concupiscencia como un epicuro glotón, el placer de sentirse vivo a través del deseo carnal. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo a ambos
Un trabajo muy bien realizado, gracias por tu generosidad y compartirlo. Un abrazo.
ResponderEliminarRealmente un texto estupendo Gustab. Un abrazo
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