(Las cinco semillas de naranja - Arthur
Conan Doyle)
(Autor:©Chema)
Uno de los relatos más inquietantes del detective Sherlock
Holmes es ‘las cinco semillas de naranja’. Un joven de nombre John Openshaw
acude al famoso detective tras recibir una carta que contiene cinco pepitas
secas de naranja, junto con este críptico mensaje: “Deje los papeles junto al
reloj de sol”. La carta viene firmada con las letras KKK.
Sherlock Holmes identifica rápidamente las iniciales de una
poderosa organización criminal americana, a la cual habían estado vinculados
los antepasados del joven Openshaw, quien no tenía ningún conocimiento de ello.
El detective apremia a su cliente a seguir las instrucciones de la misteriosa
carta para salvar su vida, pero desgraciadamente actúa demasiado tarde y el desenlace
es el peor posible.
Holmes decide tender una trampa a los asesinos, usando sus
mismas armas: les envía una falsa carta con cinco semillas de naranja. Sin
embargo, les pierde la pista, quedando este caso abierto para siempre. Una
historia sin final.
Se me ocurre otro desenlace más desenfadado para esta
historia. John Openshaw sigue las instrucciones de Sherlock Holmes, y logra que
los criminales del KKK se olviden de él y le dejen en paz. Meses más tarde, al
llegar el verano, el joven decide realizar un viaje para curarse del estrés
postraumático que aún sufre.
Tras navegar en barco desde Dover (Inglaterra) hasta
Santander, Openshaw toma un tren que le lleva a Madrid. Allí pasa dos días y
visita algunos lugares emblemáticos como el Museo del Prado, relativamente
moderno por aquel entonces. Posteriormente se embarca de nuevo en el tren, con
destino a Valencia.
La ciudad levantina es conocida por su gran producción de
naranjas, lo cual servirá para que nuestro amigo borre los malos recuerdos
asociados a esta vitaminada fruta. En el hotel conoce a una chica de nombre
Geneva, que es muy buena para los idiomas y domina el inglés. Geneva es amante
de los gatos y le gusta practicar esgrima japonesa. Ella y el joven británico congenian
como si siempre se hubieran conocido, y su historia será bastante más feliz que
la que le llevó a buscar la ayuda de Sherlock Holmes.
Es muy posible que Geneva y John tomaran juntos una horchata.
En un principio habría pensado en el ‘agua de Valencia’, pero aparte de que eso
podría ser demasiado para un inglés modosito, estaríamos incurriendo en un
anacronismo. En el siglo XIX aún no existía tan estimulante bebida...
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Finalesalternativos”)
Me gusto el enfoque, pero sobre todo este final de modosito ajajja, además no importa que en ese siglo no existiera tal estimulante bebida , eres tú quien decides el final de la historia asi , pues , porque no. Tal vez esa bebida les diera alas para comenzar un romance más subido para la época.
ResponderEliminarUn besote .