(La Sirenita- Hans Christian
Andersen)
(Autora: ©Marifelita)
Por culpa de mi juventud, inexperiencia e imprudencia así me
encuentro ahora. Solo puedo decir que no pude actuar de otro modo, este amor
tan apasionado me cegaba. No había otra opción posible y en cambio hoy, veo con
claridad la infinidad de posibilidades que se abrían en mi camino. De haber
escuchado a los más sabios, a los que me quieren, a los que siempre velan por
mí y piensan en mi felicidad, a los míos, no estaría ahora entre dos aguas.
Mi enamoramiento juvenil no me dejaba ver que quizá él no era
el más apropiado para mí. Viniendo de mundos tan distintos, me atrevería a
decir que opuestos ¿por qué tendría que renunciar a todo lo que soy, a mi
propia voz, por estar con él y obtener un alma inmortal? ¿Qué es lo que me hizo
pensar que yo era única para él y que nuestro amor sería para siempre y no solo
algo pasajero? Él encontró a la mujer con la que deseaba compartir su vida para
siempre, y yo ya no existía para él.
Mi corazón no quiso creerle y mi mente intentó por todos los
medios convencerse que nuestra historia no podía acabar así. Me colé a bordo
del buque nupcial en el que se celebraría la ceremonia en unas horas, para
hacerle una propuesta que no podría rechazar. Le ofrecía que bebiera de la
misma pócima que convirtió mi aleta en piernas, yo revertiría mi hechizo y él
podría convertirse en uno de los míos y así compartir una larguísima vida
juntos bajo el mar. Pero mi propuesta no fue tan tentadora como la corta pero
próspera y sencilla vida que le ofrecía su provechoso matrimonio con la
princesa del país vecino.
No sé si fue el propio Poseidón que, despechado por rechazar
aquella increíble proposición, nos envió aquella misma noche, durante la
celebración del banquete en alta mar, una enorme tempestad. Nos arrojó a todos
los que íbamos a bordo con gran violencia a este océano oscuro y embravecido.
Qué letal puede ser cuando una no dispone de sus aletas y su capacidad para
respirar en él.
Ahora me encuentro a la deriva, a merced de los elementos, ya
que no parece haber ningún superviviente al naufragio ni tampoco ninguna otra
embarcación en kilómetros que me pueda socorrer. Siento que el mar ya no es mi
sitio, es un entorno hostil para mí y definitivamente me ha abandonado. Y sobre
mi cabeza, este azul y lejano cielo que me vigila y me espera con la promesa de
un alma inmortal, pero al mismo tiempo me envía estas aves salvajes que no
tardarían ni un minuto en despedazarme en el momento que me venzan las fuerzas
y pierda el conocimiento.
También me esperan impacientes estos tiburones ansiosos y
hambrientos, los mismos con los que antes danzaba en las profundidades del mar.
Ahora no dudarían en arrancarme estas odiosas y largas piernas, que fueron tan
deseadas por mí antes, si asomaran por el borde de mi improvisada embarcación.
Sin duda yo ya no pertenezco a ningún lugar, ni nada me
pertenece. Por lo que la única salida que me queda es buscar mi propio sitio.
Toda la eternidad está esperándome en ese cielo azul e infinito, pero aún tengo
mucho que aprender, descubrir y vivir en esta tierra que, aunque totalmente
desconocida para mí, no dudo me deparará grandes sorpresas. El mar, en su
inmensidad me ha perdonado la vida y me ha regalado una segunda oportunidad, no
la pienso desaprovechar.
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Finalesalternativos”)
No vi ni leí este libro , pero tu cuento me ha gustado , y siempre que ella sea feliz que mejor final . Un beso.
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