UN RETO: UNA IMAGEN
(Autor: ©Gabiliante)
Por fin me he decidido. Hoy acabaré
de una manera u otra. Hay una subida del río y corre desbocado. No me
encontrarán en mucho tiempo, quizás nunca. Ya nada me ata. A nadie le importo.
Los amigos están para las ocasiones, pero no para todas.
Con vencer el cuerpo un poco hacia
delante y mantenerlo rígido, esta barandilla tan baja hará el resto. El agua
baja vertiginosamente; da miedo. Si cierro los ojos… Nada; la tromba de agua es
atronadora; no me atrevo. La gente pasa a mi lado como si no existiera. Para
las mujeres soy un fantasma. Los hombres solo me miran el culo.
Si me pongo de puntillas, cierro los
ojos y vuelvo intentarlo. Me inclino un poco, me pongo rígida…
Y entonces noté cómo alguien me
pisaba los talones…
―¿Qué haces, tía? ―Una voz de chico
atiplada me regañó al oído. Pegó su cuerpo al mío, y noté sus pechos en mi espalda,
al tiempo que su brazo me rodeaba la cintura. Pisó más fuerte hasta que me
obligó a bajar los talones. Su abrazo era firme. Entonces su mano libre se
apoyó en el dorso de la mía y la apretó con delicadeza.
Por fin… A partir de entonces, todo
cambió para siempre.
(Relato
perteneciente a la propuesta trimestral de “Variétés”)
Ese final es precioso. Porque narrándolo de tan parca manera, se entiende realmente todo lo bueno que está por venir
ResponderEliminarUn abrazo a ambos
Vaya historia, es trepidante y te deja un buen sabor de boca, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn saludo!!