(Autora:
©Cecy)
Hubo unos años ciegos,
el dolor fue tan profundo, que no pude hacer más que intentar que el silencio
de esas paredes, llenas de mensajes indescifrables, para una mente que piensa
en blanco, pudieran salir a la luz.
En el camino hubo
señales, letreros con su nombre en diferentes versiones e idiomas nuevos,
dentro de esa tecnología que no pude ver, pero estaban ahí. Esas aves de color
negro, rondando y rondando, y, aun así, no las distinguía.
La brújula interior se
puso en movimiento, abrupta e inesperadamente. Cuando el pilar de la casa
comenzó a tambalear, navegué de un lado a otro hasta que la muerte se llevó lo
que comprendí, mucho tiempo después, era la única columna que sostenía las
muchas nadas, y cedió.
La luz tardó en
llegar, ese hilo conector ya había muerto y fue cuando:
“… volví a
este pueblo tratando de recomponer con tantas astillas dispersas el espejo roto
de la memoria”
La lluvia arreció
varios días, hasta que las gotas se secaron. Una pequeña luz, asomo disminuida,
lenta, dejando ver, pequeños retratos de un pasado inmediato.
Nuevamente unas
lágrimas asomaban para limpiar, el camino por el cual un ave de suave mirar
señaló que me encontraba en esa jaula, y la memoria volvió hablar.
La memoria recompuso
la realidad, el espejo es solo para peinar sabiduría, me dijo el bonito rojo.
La jaula la tienen ellos, que mareados, terminarán picoteados por la llave, de
su propia ambición.
Pronostico este
presente que me tiene viva, que el amor es lo único que nos salvará de todo lo
malo que hay en un mundo sombrío reinado por cuervos.
Metáfora:
frase de la novela:
“Crónica de
una muerte anunciada” de Gabriel García Márquez
(Relato perteneciente
a la propuesta de Variétés: “Metáforas”)
Recuerdo algo de la novela, todo un pueblo saben que va a pasar, pero nadie hace nada por evitarlo.
ResponderEliminarHay pilares que si se derrumban todo se viene abajo.
Un besote Cecy.
Muy buen relato!
ResponderEliminarUn abrazo.