(Joseph Tomanek)
(Autora: ©Campirela)
Era final de octubre, el final de las cosechas, allí me
encontraba para pasar esos días con mi familia para celebrar la gran fiesta a
la que llamaban Samhain, que significa “final del verano”.
Era el momento del año
donde todos los de la comarca guardaban sus provisiones para el invierno y
sacrificaban animales. A partir de entonces, los días comenzaban a ser más
cortos y las noches más largas.
Los lugareños creían
que en esta noche de Samhain, los espíritus de los muertos volvían a visitar el
mundo de los mortales.
Encendían grandes
hogueras para ahuyentar a los malos espíritus. Era la fiesta nocturna de
bienvenida al Año Nuevo.
Todo ello lo vivía de
una manera casi misteriosa, pues desde muy pequeña el ver esas grandes hogueras
me daban miedo, en sus llamas veía imágenes de brujas semidesnudas volando
alrededor de la hoguera.
Recuerdo ver a los más
mayores danzar como si estuvieran poseídos, entre risas y llantos pasaba esa
noche, hasta llegar el alba, entonces podría decirse que la reina de las
brujas, subida en su escoba con su traje negro, casi semidesnuda, giraba sobre
la hoguera, repitiendo frases que no entendía, mientras los demás formaban un
círculo, agarrados de las manos, giraban como sonámbulos con cánticos entre
susurros.
Una vez terminaban la
hoguera seguía encendida y las velas alrededor pareciera que velaban las
llamas.
Según me contó más
tarde mi abuela, la luz servía para ayudar a las almas de los muertos a
encontrar del descanso junto al dios Sol.
La tarde se aleja
el cielo está gris
la noche sin luna
Las llamas arden
te lloro en silencio otra vez
Me asfixia esta pena
no puedo vivir sin ti
La hoguera me habla de ti
primero me asusto, después escucho
escribo tu nombre
Por qué te extraño
desde aquel noviembre
Desde hace tantos años.
Aprendí a quererte
después de marcharte
supe entonces, que cada hoja
En el suelo, era una lágrima tuya.
Desde entonces cada noviembre
hago mi ritual
enciendo una vela
escribo de nuevo tu nombre
en mi piel
le pido a la luna
que cada noche antes
de partir, deje
tan solo su brillo
Una y otra vez.
Noviembre, te siento
como cada año
me dejo morir entre
tus hojas caídas
por ese amor
Que se fue muy lejos de mí.
(Relato y poema pertenecientes a la
propuesta
de Variétés: “Samhain”)
Gracias, Ginebra, es algo que no me canso de decirte. Un trillón de besotes.
ResponderEliminarGracias siempre a ti por tu bonita y valiosa compañía, preciosa 😊
EliminarMiles de Bsoss y cariños 😘😘💙
Ya te había leído preciosísima Campi, y como siempre no puedo más que quitarme el sombrero ante tu prodigiosa y fértil palabra!
ResponderEliminarBeso enorme
Un ritual lleno de símbolos que cada año nos disponemos a realizar... Hasta lograr hacer una leyenda mística. Un conjunto precioso, mi niña. Un lujo leerte, siempre.
ResponderEliminarMil besitos con todo mi cariño y feliz diciembre ❤️💫