“Simona son unos días nada más, nos vamos temprano en la mañana y el lunes te prometo, amiga, que llegas a cumplir con tus obligaciones. Solo tienes que pedir a tu jefe que te dé permiso.”
Simona pensaba una y otra vez, en las palabras de Laura. Sería una buena idea ir tres días a acampar a los bosques de la Villa cerca del mar, de todos modos, no afectaría su rutina. Aunque noviembre, siempre había sido un mes de transición, afectado a dejar todo listo para las fiestas de fin de año, y eso incluía: las del trabajo, familiares y amigos.
Llegaron al mediodía, algunas amigas ya estaban desde el día anterior, solo les quedó acomodarse en el camping y disfrutar de esos días a pura naturaleza. Apenas posaron los pies en el pasto y levantaron la vista, se deleitaron con esos pinos que competían entre sí, quién de ellos estaba más cerca del cielo, se respiraba aroma a paz.
A todas las sorprendió lo sucesos que comenzaron después de la siesta: se escuchó una voz hermosa cantando en la puerta de las tiendas donde descansaban. Al salir el espectáculo se intensificó, la hermosa voz, interpretaba la canción de Eladia Blázquez “honrar la vida”, siguieron recitales de poesías, y un monólogo en referencia a la muerte que es parte de la vida. Estos simples y emotivos actos eran la invitación para que al otro día se unieran al fogón en la playa misma.
No salían de la
sorpresa, y esperar al día siguiente las llenó de ansiedad.
Fueron en procesión a
la playa, se encontraron con un enorme fogón, guitarreada, danzas, comida, una
fiesta iluminada por pequeños faroles de creatividad casera, que hacían de esa
playa oscura, un cuadro iluminado, con la presencia inmensa de la noche y el
agua del mar.
Desde la sombra de la
fiesta, Simona sintió que alguien la observaba, sintió con mucha intensidad que
la mirada de ese alguien le tocaba el cabello, era inquietante, al mismo tiempo
que atávico.
Las danzas alrededor de la fogata que estaba preparada para ser encendida a la medianoche y los movimientos de todas esas hermosas mujeres y niñas de toda la villa, que las iban invitando a unirse, fueron hipnóticas. Y mágica la presencia de ese hombre que la tomó de las manos y danzaron hasta que el amanecer las sorprendiera con los primeros y luminosos rayos de un sol, distinto.
Se sintió diferente Simona y sus amigas, que regresaron en silencio a descansar, para partir a primeras horas de la tarde.
El viaje de regreso, no significó solo regresar a sus lugares de origen. Magnifico otro estado espiritual, encuentro con todas las mujeres que hasta el día de hoy les abrieron camino.
¿Y él? No halló explicación posible, y ni siquiera se animó a preguntar a sus amigas quién era, porque descubrió en sucesivas y posteriores charlas que ella, solo, sola, danzó entre las nubes y montañas que formaron la espuma del mar…
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Samhain”)
Hay experiencias que te hacen cambiar de repente y te ves una mujer nueva y diferente. Un besote.
ResponderEliminarEstupendo relato, la fuerza del cambio a pesar de todo!
ResponderEliminarUn abrazo