(Autora: ©Dafne Sinedie)
Antheia / The Sylph
The Laurel / Ariadne's Thread
© Rusty McDonald
En una pequeña cabaña
situada en las Rias Baixas, tres meigas preparaban la cena.
—¡Ojo, Anthea, que el
pulpo se te escapa del caldero!
La meiga de pelo rojo
alborotado y ojos ambarinos se acercó apresuradamente a la lareira y empujó al
pulpo hacia el interior con un cazo, pues sus tentáculos buscaban asidero en
los bordes de cobre.
—¿Por qué no has
esperado a meterlo cuando el agua estuviera hirviendo?
Ariadna estaba situada
en la encimera de su derecha, cortando verduras; su pelo era negro como las
plumas de un cuervo y sus ojos azules estaban centrados en el movimiento del
cuchillo.
—Es que me da mucha
pena matar a un animal que tiene tres corazones y sangre azul, Ari.
—¡Ya sabemos qué tipo
de "polbo" prefieres tú! —Se rio Sélpide, cuya trenza rubia caía sobre
su hombro mientras rebuscaba en el armario de las especias.
Anthea se ruborizó,
pero no lo desmintió.
—No puedo evitar mi
naturaleza como Meiga de Ostara. ¡Amo a todos los seres vivos!
—Claro, como la esposa
del pescador... ¡Anda, déjame a mí, que me está poniendo nerviosa tanto
chapoteo! —resopló Ariadna.
Tras un chasquido de
dedos, el pulpo salió del caldero y se mantuvo flotando en el aire; Anthea miró
embobada cómo retorcía sus tentáculos. Ariadna lanzó otro hechizo para avivar
las llamas y pronto el agua rompió en borboteos. Entonces, sumergió y emergió
al animal tres veces.
—¡Listo!
Finalmente, envió al
pulpo cocido sobre una tabla de madera y lo cortó en taquitos; la Meiga de Yule
estaba acostumbrada a la Muerte.
Justo en ese momento
Sélpide estaba dejando las especias sobre la mesa; al ver el pulpo volando
hacia ella, se sobresaltó y tiró el salero.
—¡Carallo!
Con la mano derecha
tiró una pizca de sal sobre el hombro izquierdo; la Meiga de Litha notó en
seguida cómo ahuyentaba a la mala suerte. Suspiró, aliviada. Luego arrojó un
puñado generoso sobre el pulpo y lo terminó de aliñar con aceite de oliva y
pimentón dulce.
—Ahora puedes cocer el
marisco, An —le indicó Ariadna, volviendo a sus verduras.
Anthea se dispuso a
cocer los exquisitos manjares de las rías y Sélpide a preparar el pescado para
la caldeirada.
—Uf, estas cebollas me
hacen lagrimear...
—Eso significa que
Anthea las plantó desnuda.
De nuevo, Anthea se
ruborizó, pero no lo desmintió.
—¿Cuándo volverá
Laurel? —intentó cambiar de tema.
—Entre lusco e fusco.
Y, efectivamente, en
el crepúsculo la cuarta meiga hizo su aparición. Su cabello era castaño y sus
ojos verdes; entre los brazos sostenía una enorme calabaza y su gato negro
ronroneaba entre sus tobillos.
—¡Ya está todo listo!
—exclamó, dejando la calabaza en un rincón de la cocina.
—Perfecto. —Los ojos
dorados de Sélpide brillaron—. Pero primero... ¡A cenar!
Las meigas comieron y
bebieron alegremente, y un poco antes de la medianoche abandonaron la cabaña
con la calabaza y el gato.
El luar guió sus pasos
hasta una playa rocosa, donde Laurel había preparado una hoguera. Con una
sonrisa de dientes puntiagudos, lanzó un hechizo y el fuego estalló en intensas
llamaradas. Después abrió con un cuchillo la calabaza y ofreció sus tripas anaranjadas
a las otras meigas.
Comieron a la vez; el
sabor dulce activó su visión del Mundo de los Espíritus y pudieron observar
cómo entre las llamas moradas y verdes de la hoguera ya danzaban los Aes Side.
—¡A bailar!
Así, la Meiga de
Samhain dio comienzo a la celebración.
(Relato perteneciente
a la propuesta de Variétés: “Samhain”)
Estas meigas que no se divertirían, el relato está genial, pues nos ofrece ante todo esa picardía y algo de misterio.
ResponderEliminarUn besote, grande
Pero qué buen y original relato!
ResponderEliminarme encanta la forma en la que resolviste el reto!
Un aplauso!
Un trío muy mágico. Me encantó cómo nos pones en situación, con ese pulpo negado a ser cocinado :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Qué manera tan bonita de explicar el festín previo al ritual de las Meigas para dar comienzo a la celebración de Samhain... Me encantó. Un abrazo
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