ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

jueves, 30 de noviembre de 2023

As Meigas

 

(Autora: ©Dafne Sinedie)

Antheia / The Sylph
The Laurel / Ariadne's Thread
© Rusty McDonald


    En una pequeña cabaña situada en las Rias Baixas, tres meigas preparaban la cena.
    —¡Ojo, Anthea, que el pulpo se te escapa del caldero!
 La meiga de pelo rojo alborotado y ojos ambarinos se acercó apresuradamente a la lareira y empujó al pulpo hacia el interior con un cazo, pues sus tentáculos buscaban asidero en los bordes de cobre.
    —¿Por qué no has esperado a meterlo cuando el agua estuviera hirviendo?
    Ariadna estaba situada en la encimera de su derecha, cortando verduras; su pelo era negro como las plumas de un cuervo y sus ojos azules estaban centrados en el movimiento del cuchillo.
   —Es que me da mucha pena matar a un animal que tiene tres corazones y sangre azul, Ari.
   —¡Ya sabemos qué tipo de "polbo" prefieres tú! —Se rio Sélpide, cuya trenza rubia caía sobre su hombro mientras rebuscaba en el armario de las especias.
    Anthea se ruborizó, pero no lo desmintió.
   —No puedo evitar mi naturaleza como Meiga de Ostara. ¡Amo a todos los seres vivos!
  —Claro, como la esposa del pescador... ¡Anda, déjame a mí, que me está poniendo nerviosa tanto chapoteo! —resopló Ariadna.
    Tras un chasquido de dedos, el pulpo salió del caldero y se mantuvo flotando en el aire; Anthea miró embobada cómo retorcía sus tentáculos. Ariadna lanzó otro hechizo para avivar las llamas y pronto el agua rompió en borboteos. Entonces, sumergió y emergió al animal tres veces.
    —¡Listo!
    Finalmente, envió al pulpo cocido sobre una tabla de madera y lo cortó en taquitos; la Meiga de Yule estaba acostumbrada a la Muerte.
    Justo en ese momento Sélpide estaba dejando las especias sobre la mesa; al ver el pulpo volando hacia ella, se sobresaltó y tiró el salero.
    —¡Carallo!
   Con la mano derecha tiró una pizca de sal sobre el hombro izquierdo; la Meiga de Litha notó en seguida cómo ahuyentaba a la mala suerte. Suspiró, aliviada. Luego arrojó un puñado generoso sobre el pulpo y lo terminó de aliñar con aceite de oliva y pimentón dulce.
    —Ahora puedes cocer el marisco, An —le indicó Ariadna, volviendo a sus verduras.
    Anthea se dispuso a cocer los exquisitos manjares de las rías y Sélpide a preparar el pescado para la caldeirada.
    —Uf, estas cebollas me hacen lagrimear...
    —Eso significa que Anthea las plantó desnuda.
    De nuevo, Anthea se ruborizó, pero no lo desmintió.
    —¿Cuándo volverá Laurel? —intentó cambiar de tema.
    —Entre lusco e fusco.
    Y, efectivamente, en el crepúsculo la cuarta meiga hizo su aparición. Su cabello era castaño y sus ojos verdes; entre los brazos sostenía una enorme calabaza y su gato negro ronroneaba entre sus tobillos.
   —¡Ya está todo listo! —exclamó, dejando la calabaza en un rincón de la cocina.
    —Perfecto. —Los ojos dorados de Sélpide brillaron—. Pero primero... ¡A cenar!
  Las meigas comieron y bebieron alegremente, y un poco antes de la medianoche abandonaron la cabaña con la calabaza y el gato.
    El luar guió sus pasos hasta una playa rocosa, donde Laurel había preparado una hoguera. Con una sonrisa de dientes puntiagudos, lanzó un hechizo y el fuego estalló en intensas llamaradas. Después abrió con un cuchillo la calabaza y ofreció sus tripas anaranjadas a las otras meigas.
    Comieron a la vez; el sabor dulce activó su visión del Mundo de los Espíritus y pudieron observar cómo entre las llamas moradas y verdes de la hoguera ya danzaban los Aes Side.
    —¡A bailar!
    Así, la Meiga de Samhain dio comienzo a la celebración.
 

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Samhain”)

4 comentarios:

  1. Estas meigas que no se divertirían, el relato está genial, pues nos ofrece ante todo esa picardía y algo de misterio.
    Un besote, grande

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  2. Pero qué buen y original relato!
    me encanta la forma en la que resolviste el reto!
    Un aplauso!

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  3. Un trío muy mágico. Me encantó cómo nos pones en situación, con ese pulpo negado a ser cocinado :-)

    Un abrazo

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  4. Qué manera tan bonita de explicar el festín previo al ritual de las Meigas para dar comienzo a la celebración de Samhain... Me encantó. Un abrazo

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin