Mi niña madre

 

(Autora: ©Ginebra Blonde)

(Waldemar Strempler)

 

Era un viaje tan inminente, como dramático…

Siempre apeló por la vida en su más pura naturalidad y fluidez, pero ese ciclo vital al que ahora se enfrentaba, oprimía su pecho invocando una ceguera que nunca llegaba y que chocaba con su innata apelación. El horizonte estaba cada vez más claro, más diáfano… Los raíles se dirigían hacia un sólo destino, y en sus planes, sólo estaba el olvido profanando la mente de su madre…

 

“Y son aún tus ojos

esos dos luceros

que me miraban y acunaban

cuando el reloj marcaba

tu sonrisa fresca

y lozana.

Aún me pierdo en ellos

cuando invoco esos tiempos

en los que tus manos

eran suaves pétalos

que acariciaban mis mejillas

mientras la tormenta amainaba

tras las ventanas.

 

Ay… mi niña madre…

mi amada…

No dejes atrás,

¡por Dios te pido!

esos ojos olivo,

corazón y nido…,

en los que mirarte

y encontrar(me)te”.

 

No es suficiente con saber que llegará en su inexorable naturaleza; no es consuelo aceptar la soberana ley de la vida y sus deterioros… Nada apacigua esa asfixia del alma que se adhiere a todo resquicio que la aleje de la aplastante realidad…; sin embargo, y como una maquinaria perfecta e incluso mágica, la mente comienza a cincelar, como aire fresco y floreciente, esa calma que asimila, gota a gota cual rocío, cada puente, cada tránsito, dándonos la serenidad suficiente (a veces) con la que no perder el rumbo; el camino; la razón…

 

©Ginebra Blonde

 

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Collage”)