(Autor: ©Xan Do Río)
El jardín estaba en plena revolución, dalias, gladiolos,
rosas y sobre todo amapolas, el colorido saludaba a la primavera y ella
respondía con un sol radiante a cielo abierto. Mary ya llevaba dos semanas
viviendo en la casa de campo de Luton, donde pasaba las horas entre lecturas,
paseos y escribiendo cartas a sus amigas, lejos de la inquisitiva ciudad de
Londres, allí se sentía un poco más libre para expresarse.
El padre de Mary, Jhon Carpenter, empresario y comerciante,
se encontraba la mayor parte del tiempo fuera de Inglaterra, debido a los
negocios que realizaba con la importación de porcelana, seda y té desde China.
La madre de Mary había muerto hacía cinco años, cuando acudió a Irlanda a
cuidar a su padre, que estaba muy enfermo, su marido Jhon aún era un aprendiz
sin ingresos en el arte del comercio y la hambruna acabó con sus vidas y con la
de la mayoría de irlandeses que no lograron emigrar.
En sus paseos por el jardín, Mary, empezaba a familiarizarse
con la presencia de dos jardineros chinos, que había traído de oriente su padre
en una de sus travesías, eran verdaderos maestros con las tijeras y el
laberinto estaba en óptimas condiciones para impresionar a las visitas, su
comunicación era más bien escasa, pero admiraba la dedicación, la búsqueda de
la perfección y su amor por el trabajo bien hecho. Aquella tarde, reinaba la
paz, no estaban sus nuevos amigos orientales en el jardín, algo que le pareció
de lo más inusual a Mary, por lo que acudió a buscarlos a su barracón, no
parecía haber nadie dentro y estaba cerrado con llave, se acercó a una de las
ventanas con sigilo y pudo ver que estaban trabajando en la confección de una
especie de monstruo, al principio le dio miedo, luego recordó que coincidía
mucho con la descripción que su madre le había hecho cuando era pequeña, en
relación a un cuento sobre la creación de Irlanda por parte de unos dragones,
sí eso era, parecía un dragón.
Esa noche, un jardinero acudió alterado a la casa, le pedía
con insistencia a Mary que era necesario que acudiese al jardín, porque había
una criatura diabólica, Mary cogió un abrigo y salió corriendo tras el
jardinero, al llegar, presenció un espectáculo que nunca antes había
presenciado, un espectáculo impresionante, humo de pólvora con fuegos de
artificio y un dragón alargado ondulando como si flotase por el aire.
Comprendió que era un gran día de fiesta y celebración para ellos y se alegraba
de que coincidiese con el día de su cumpleaños.
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Mira Bien;¿Qué Ves?”)
Que linda historia, donde una cultura totalmente diferente hace abrir la mente a una señorita de buen y para más inri justo en su cumpleaños, buen presagio ese colorido dragón.
ResponderEliminarUn abrazo