ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

miércoles, 30 de noviembre de 2022


(Autor: ©Chema)

(Ilustración - Francine Van Hove)

Analía estaba cansada de estudiar. Las oposiciones a Correos le abrirían las puertas a un futuro laboral seguro, pero le costaba mucho memorizar los temas.
 
Así que decidió descansar un rato. Se tumbó en su sillón favorito, se sirvió una copa de vino rosado y se quitó los calcetines, como si estuviera en yoga.
 
Empezó a pensar si sería posible alguna técnica de estudio eficaz, más allá de las vaguedades que suelen explicar en los cursos sobre técnicas de estudio. Entonces se acordó de algo que había leído poco tiempo antes, en un libro de historia de la psicología.
 
En 1956, el psicólogo George Miller aseguraba que el número máximo de datos que se podían retener en la memoria a corto plazo era siete. Tal vez podría subdividir cada tema en siete bloques, y a su vez cada uno de éstos en siete fragmentos... y con estas ramificaciones de siete en siete, le resultaría más fácil retener un tema completo en su memoria.
 
Ese método también le recordaba un poco a algo que les explicó en una ocasión la profesora de geografía de su instituto...
 
Se puede estudiar por el “método horizontal”, que es ir avanzando linealmente en un tema, como quien lee una novela pero haciendo el esfuerzo de retener lo que se lee.
 
O bien se puede estudiar por el “método vertical”: dividir un tema en apartados o epígrafes, y después ir ‘desplegando’ cada una de las partes en que lo has subdividido.
 
Analía pensó que se podía combinar lo que le explicó su profesora aquel día con la teoría de Miller. Quizá fuera descabellado y no funcionara en la práctica, pero haberse enfrentado al problema ya le hacía sentirse más optimista.
 
Mientras reflexionaba sobre el funcionamiento de la mente, se tocó los dedos de los pies y notó que sus uñas ya sobresalían un poco. Le vendría bien cortarlas, y además le relajaría. Estiró la mano para alcanzar su cortaúñas, que guardaba en un cajón.
 
“Cortarse las uñas de los pies sin hacerse un estropicio, sólo requiere pericia manual. Es bastante más sencillo que estudiar temas de oposición”, se dijo a sí misma con una media sonrisa, mientras estaba inmersa en su labor de pedicura.
 
Cuando retomó el estudio, aplicando sus nuevos métodos, notó que asimilaba los temas de manera natural y fluida. Quizá no era algo tan utópico y descabellado después de todo. Y es que a veces es necesario pararse un poco para descansar, y para buscar soluciones desde una perspectiva diferente.
 
©Chema
 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Descabellado”)

2 comentarios:

  1. Un buen sistema y sin ser descabellado el deporte o técnicas de relajación siempre suele funcionar y si se tiene perseverancia viene de perlas para la concentración y buena salud mental y fisica. Besotes!

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  2. Una mente descansada retiene mucho mas que una atormentada.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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