(Autora: ©Maite Lorenzo)
Mi calzado
para la propuesta 👞
Terminé el día con el corazón roto, recogí los pequeños fragmentos
y los coloqué con cuidado en un rincón de la vieja cómoda de mi dormitorio. Las
heridas hay que protegerlas y tratar de sanarlas; aunque alguna vez, escuché
que cuando algo se rompe y se repara, no sigue siendo el mismo objeto.
Antes de dormir, abrí la página del
libro que me sostenía durante las solitarias noches de aquellos momentos y leí: “el
kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o
resina espolvoreada con oro”. El eco de esta lectura resonó en mis sueños
aquella noche, kintsugi el arte de reponerse y
de mostrar las cicatrices de forma extraordinariamente bella.
Amanecí al día siguiente con la idea
de aliviar la tristeza, y con el único propósito de recomponer mi pequeño y ajado
corazón hecho pedazos.
Para esta misión, que se me antojó casi imposible, me calcé mis esparteñas, con
ellas mantendría el equilibrio perfecto y como si de un mantra se tratara empecé a bailar y cantar con mucha calma y quietud
aquella canción de Cohen que dice “hay una grieta -una grieta- en todas las
cosas. Así es como entra la luz”.
Al levantar la persiana, los rayos del sol iluminaron las
fisuras de mi transformado corazón, aquellas grietas doradas brillaban ahora con
más energía y valor. Sentí unos enormes deseos de abrazar a mi madre, así que salí con mi sonrisa
puesta y con mi renovado corazón, aún si cabe más bello y hermoso por el polvo de
oro que contenían mis cicatrices.
Ya en la calle, me di cuenta por vez primera, que otros
tantos corazones lucían esplendorosas fracturas doradas, y no pude evitar saludarles con mi mejor atención. Y es que todos los corazones
tienen una larga historia que contar.
(Relato perteneciente a la propuesta: Equilibrio de “Variétés”)
Un relato emotivo y triste , pero con la esperanza de que todo se arregla aunque queden grietas. Ya sonaran con el tiempo...La vida es bella y todo corazón tiene su cicatrices. Un besote.
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