ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

lunes, 31 de octubre de 2022

Equilibrio

 

(Autora: ©Maite Lorenzo)
Mi calzado para la propuesta 👞


Terminé el día con el corazón roto, recogí los pequeños fragmentos y los coloqué con cuidado en un rincón de la vieja cómoda de mi dormitorio. Las heridas hay que protegerlas y tratar de sanarlas; aunque alguna vez, escuché que cuando algo se rompe y se repara, no sigue siendo el mismo objeto.
 
Antes de dormir, abrí la página del libro que me sostenía durante las solitarias noches de aquellos momentos y leí: “el kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro”. El eco de esta lectura resonó en mis sueños aquella noche, kintsugi el arte de reponerse y de mostrar las cicatrices de forma extraordinariamente bella.
 
Amanecí al día siguiente con la idea de aliviar la tristeza, y con el único propósito de recomponer mi pequeño y ajado corazón hecho pedazos. Para esta misión, que se me antojó casi imposible, me calcé mis esparteñas, con ellas mantendría el equilibrio perfecto y como si de un mantra se tratara empecé a bailar y cantar con mucha calma y quietud aquella canción de Cohen que dice “hay una grieta -una grieta- en todas las cosas. Así es como entra la luz”.
 
Al levantar la persiana, los rayos del sol iluminaron las fisuras de mi transformado corazón, aquellas grietas doradas brillaban ahora con más energía y valor. Sentí unos enormes deseos de abrazar a mi madre, así que salí con mi sonrisa puesta y con mi renovado corazón, aún si cabe más bello y hermoso por el polvo de oro que contenían mis cicatrices.
 
Ya en la calle, me di cuenta por vez primera, que otros tantos corazones lucían esplendorosas fracturas doradas, y no pude evitar saludarles con mi mejor atención. Y es que todos los corazones tienen una larga historia que contar.
 

(Relato perteneciente a la propuesta: Equilibrio de “Variétés”)


1 comentario:

  1. Un relato emotivo y triste , pero con la esperanza de que todo se arregla aunque queden grietas. Ya sonaran con el tiempo...La vida es bella y todo corazón tiene su cicatrices. Un besote.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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