ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

jueves, 31 de marzo de 2022

El Odio

 
(Autora: ©Mascab)

Fue el odio el que realmente te mató.
 


Era una fuerza que te lanzaba hacia delante con la energía de un tren imposible de detener. Con un impulso más grande que el amor inspirado por la primera joven que amaste, quizá la única. Más poderosa que la ternura que te despertó el nacimiento de tus hijos y que fue olvidada a las pocas horas de ese mismo día.
 
No atendiste a las explicaciones de tus socios, aquellos hombres, siempre hombres, que te habían encumbrado y animado en todos tus frentes y que luego, se atrevieron a discutirte algún que otro acto.
 
No escuchaste las palabras de tu hijo, poderoso empresario en Alemania. No le cogiste el teléfono a tu hija, estudiante aún, en el viejo Paris.
 
Te sabías solo. Criticado desde todas las fronteras y apoyado por tres o cuatro locos psicópatas que, como tú, no sabían qué era aquello de la empatía ni por qué no iban a poder hacer cualquier cosa que os viniera en ganas. Como apretar al unísono, el botón rojo que todos teníais bajo las mesas de vuestros despachos. Dispuestos a lanzar misiles nucleares hacia puntos estratégicos del occidente blanco.
 
Fue tu momento. Creíste que todos te rendirían pleitesía e inclinarían sus espaldas como escalones para encumbrar al necio que, por odio, eras capaz de sacrificar a tu estirpe con la seguridad de volver a engendrarlos si los necesitaras. Al fin y al cabo, pensabas que joven que no es carne de cañón para salvar tu patria, no era nada, ni siquiera algo que mereciera tu odio, solo aquello que debía ser neutralizado. Pues tu odio... tu odio era una fuerza enorme, tanto como la humanidad a quien iba dirigido.
 
Te olvidaste sanguinario dictador, que la historia siempre pone a cada uno en su lugar y, el tiempo es quien, al fin, acaba por igual para todos, con el último suspiro.
 
Pero no fue así para ti. No expiraste tu último aliento en la tranquilidad de una cama, porque en tu caso, fue el odio el que realmente te mató.
 
 
(Relato perteneciente a la propuesta: “Odio”)


4 comentarios:

  1. El egoísmo del ser humano llega a límites inalcanzables, luchan por poder y dejan a un lado lo más importante de la vida el amor y la familia. Luego que no pidan explicaciones, cada uno tiene lo que siembra.
    Un abrazo muy buen relato.

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  2. Y cuantas veces sucede esto!
    Estupendo relato!

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  3. A cuantas persona les mate e odio, sabiéndolo o sin saberlo les va cercenando la vida.

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  4. Es más frecuente de lo que pensamos.
    Beso.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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