(Autora: ©Mascab)
Fue el odio el que realmente te mató.
Era una fuerza que te lanzaba hacia delante con la energía de
un tren imposible de detener. Con un impulso más grande que el amor inspirado
por la primera joven que amaste, quizá la única. Más poderosa que la ternura
que te despertó el nacimiento de tus hijos y que fue olvidada a las pocas horas
de ese mismo día.
No atendiste a las explicaciones de tus socios, aquellos
hombres, siempre hombres, que te habían encumbrado y animado en todos tus
frentes y que luego, se atrevieron a discutirte algún que otro acto.
No escuchaste las palabras de tu hijo, poderoso empresario en
Alemania. No le cogiste el teléfono a tu hija, estudiante aún, en el viejo
Paris.
Te sabías solo. Criticado desde todas las fronteras y apoyado
por tres o cuatro locos psicópatas que, como tú, no sabían qué era aquello de
la empatía ni por qué no iban a poder hacer cualquier cosa que os viniera en
ganas. Como apretar al unísono, el botón rojo que todos teníais bajo las mesas
de vuestros despachos. Dispuestos a lanzar misiles nucleares hacia puntos
estratégicos del occidente blanco.
Fue tu momento. Creíste que todos te rendirían pleitesía e
inclinarían sus espaldas como escalones para encumbrar al necio que, por odio, eras
capaz de sacrificar a tu estirpe con la seguridad de volver a engendrarlos si
los necesitaras. Al fin y al cabo, pensabas que joven que no es carne de cañón
para salvar tu patria, no era nada, ni siquiera algo que mereciera tu odio,
solo aquello que debía ser neutralizado. Pues tu odio... tu odio era una fuerza
enorme, tanto como la humanidad a quien iba dirigido.
Te olvidaste sanguinario dictador, que la historia siempre
pone a cada uno en su lugar y, el tiempo es quien, al fin, acaba por igual para
todos, con el último suspiro.
Pero no fue así para ti. No expiraste tu último aliento en la
tranquilidad de una cama, porque en tu caso, fue el odio el que realmente te mató.
(Relato perteneciente a la propuesta: “Odio”)
El egoísmo del ser humano llega a límites inalcanzables, luchan por poder y dejan a un lado lo más importante de la vida el amor y la familia. Luego que no pidan explicaciones, cada uno tiene lo que siembra.
ResponderEliminarUn abrazo muy buen relato.
Y cuantas veces sucede esto!
ResponderEliminarEstupendo relato!
A cuantas persona les mate e odio, sabiéndolo o sin saberlo les va cercenando la vida.
ResponderEliminarEs más frecuente de lo que pensamos.
ResponderEliminarBeso.