ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

lunes, 31 de enero de 2022

Rovaniemi

 


ALGO QUE HACER



Siempre comienza igual, suenan doce campanadas, se comen las mismas uvas, doce, se brinda con un poco de cava y se pide un deseo, en este caso era algo que hacer, como viajar. Eso era, un viaje. Un poco de aventura o simplemente conocer otros lugares.
Así es que, lo planeé bien, minuciosamente diría yo, pero nada es perfecto. Y llegó el día, casi un año después, en el que un avión me llevaría hasta el aeropuerto de Rovaniemi, ese lugar al que se le atribuye una leyenda celebrada en todo el mundo, en la región Sami o Laponia, nombre este último como se le conoce en occidente.
Era Diciembre. Un frío glaciar, nunca mejor dicho me acompañaba desde que salí del avión. Cómo no la aventura que tenía pensada era poder ver la aurora boreal, desplazarme con trineo tirado por renos y alojarme en una cabaña. Claro está no podía faltar esa visita a Papá Noel. No, no se me había olvidado.
Y todo fue más o menos así, la cabaña a unos kilómetros de la ciudad, el trineo, los renos y... una noche... el gran milagro boreal, la aurora. Todo un espectáculo increíble en ese cielo nítido donde esos vientos solares tomaban un colorido de extraordinaria belleza.
Faltaba esa visita a Santa Claus, Papá Noel, San Nicolás… Diferentes nombres para un sólo personaje, el cual o su leyenda regala sueños a los niños y también a los adultos. ¿Por qué no? Todos llevamos un niño dentro, lo importante es sacarlo a pasear.
Una noche, ya dormido en la cabaña, tuve un sueño. Era tan real… Viajaba en trineo tirado por renos, pero no me deslizaba, volaba, me desplazaba por los cielos de todo el mundo, dejando alegría y sonrisas. Volaba y atravesaba esa aurora boreal tan maravillosa y de repente me acordé, había dejado regalos por todo el mundo, pero faltaba el mío y estaba a punto de despertar. Pero... ¿No estaba en Laponia? ¿No estaba viajando en un trineo?
Qué extraño todo, y encima el regalo era para mí. ¿Qué regalo era ese? ¡Oh no! Era el viaje que tenía programado al país de Papá Noel. Me moví inquieto en la cama, muy inquieto, tanto que desperté sobresaltado. Abrí los ojos y estaba en mi casa, a punto de sonar el despertador y con todo preparado para, desayunar, ducharme, vestirme e irme al aeropuerto para coger el vuelo que me llevaría a mi aventura en Rovaniemi.
 

(Relato perteneciente a la propuesta: "Propósitos")


4 comentarios:

  1. Noa has dejado esos trineo, por un momento me vi en ellos, atravesando esas nieves en busca de Papa Noel. Abrazos

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  2. José Luis escribe muy bien.
    Lo recomiendo a todo el mundo.

    Besos.

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  3. Lo leí en su blog, una maravilla su participación. Saludos amiga.

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  4. Estupendo relato...
    Sueño y realidad se entremezclan fabulosamente.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin