(Autor: ©José Luis Asensi)
ALGO QUE HACER
Siempre comienza igual, suenan doce campanadas, se comen las
mismas uvas, doce, se brinda con un
poco de cava y se pide un deseo, en este caso era algo que hacer, como viajar. Eso era, un viaje. Un poco de
aventura o simplemente conocer otros
lugares.
Así es que, lo planeé bien, minuciosamente diría yo, pero
nada es perfecto. Y llegó el día, casi un año después, en el que un avión me
llevaría hasta el aeropuerto de Rovaniemi, ese lugar al que se le atribuye una
leyenda celebrada en todo el mundo, en la región Sami o Laponia, nombre este último
como se le conoce en occidente.
Era Diciembre. Un frío glaciar, nunca mejor dicho me
acompañaba desde que salí del avión. Cómo no la aventura que tenía pensada era
poder ver la aurora boreal, desplazarme con trineo tirado por renos y alojarme
en una cabaña. Claro está no podía faltar esa visita a Papá Noel. No, no se me había
olvidado.
Y todo fue más o menos así, la cabaña a unos kilómetros de la
ciudad, el trineo, los renos y... una noche... el gran milagro boreal, la
aurora. Todo un espectáculo increíble en ese cielo nítido donde esos vientos
solares tomaban un colorido de extraordinaria belleza.
Faltaba esa visita a Santa Claus, Papá Noel, San Nicolás…
Diferentes nombres para un sólo personaje, el cual o su leyenda regala sueños a
los niños y también a los adultos. ¿Por qué no? Todos llevamos un niño dentro, lo
importante es sacarlo a pasear.
Una noche, ya dormido en la cabaña, tuve un sueño. Era tan
real… Viajaba en trineo tirado por renos, pero no me deslizaba, volaba, me desplazaba
por los cielos de todo el mundo, dejando alegría y sonrisas. Volaba y
atravesaba esa aurora boreal tan maravillosa y de repente me acordé, había
dejado regalos por todo el mundo, pero faltaba el mío y estaba a punto de
despertar. Pero... ¿No estaba en Laponia? ¿No estaba viajando en un trineo?
Qué extraño todo, y encima el regalo era para mí. ¿Qué regalo
era ese? ¡Oh no! Era el viaje que tenía programado al país de Papá Noel. Me
moví inquieto en la cama, muy inquieto, tanto que desperté sobresaltado. Abrí
los ojos y estaba en mi casa, a punto de sonar el despertador y con todo preparado
para, desayunar, ducharme, vestirme e irme al aeropuerto para coger el vuelo
que me llevaría a mi aventura en Rovaniemi.
(Relato perteneciente a la propuesta: "Propósitos")
Noa has dejado esos trineo, por un momento me vi en ellos, atravesando esas nieves en busca de Papa Noel. Abrazos
ResponderEliminarJosé Luis escribe muy bien.
ResponderEliminarLo recomiendo a todo el mundo.
Besos.
Lo leí en su blog, una maravilla su participación. Saludos amiga.
ResponderEliminarEstupendo relato...
ResponderEliminarSueño y realidad se entremezclan fabulosamente.