ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

lunes, 31 de enero de 2022

Alguien A Quien Amar


(Autora: ©Campirela)

ALGUIEN A QUIEN AMAR


Quiso que la fortuna de mi familia tuviera todo un edificio en un barrio donde destacaba más de lo que debiera la miseria de sus gentes.
Esa tarde en la oficina sonó el teléfono, era el mismísimo alcalde, quería hablar con el jefe, Don Arturo Soria.
—Perdone señor alcalde, Don Arturo en este momento se encuentra de viaje, dejó dicho que hasta el próximo lunes no volverá a la oficina, si desea dejar un mensaje lo recibirá en lunes por la mañana.
 Al colgar, dejé el mensaje dentro de mi libreta, de todos modos al llegar a casa llamaría a mi padre para ponerle al día, así el lunes ya vendría con las ideas claras al respecto.
Ya se veía venir que desde hacía más de cinco años, aquel edificio que heredó de mis abuelos algo habría que hacer con él.
El ayuntamiento quería que se lo vendieran para construir casas de alto standing, pero ya lo habíamos hablado en casa en las tertulias familiares, si  en algo estábamos de acuerdo,  menos mi tío el menor, era hacer con él una obra social, cuál no nos poníamos de acuerdo, pero algo para esas gentes del barrio que tuvieron menos suerte que nuestra familia.
Pasaron unos meses en donde los acuerdos no eran del todo del agrado de ninguno.
Mi tío se trasladó desde donde residía porque él no veía que regaláramos el edificio sin un beneficio económico, no necesitaba el dinero, pero el ansia de tener más era superior a él.
Mi padre, deseaba hacer algo por su barrio de toda la vida.
Y el ayuntamiento quería sacar tajada de toda la maraña que se estaba cerniendo alrededor del edificio de la calle Tranvía.
El destino a veces se pone de acuerdo y hace que todas las fichas se pongan en su lugar, ya veréis porque os cuento todo esto.
Aquella tarde la nieve hizo su primera presencia del invierno, cayó una gran nevada, justo a las diez de la noche nuestro tío Luis el pequeño, sí, ese que no quería vender, volvía de regreso a su casa, con la misma idea que él no daba autorización para hacer un centro social. No hubo peleas esta vez, sino más bien resignación por los demás, tal vez lo mejor sería vender y que cada uno con su dinero hiciera si era ese su deseo una obra social, al menos la familia seguiría unida.
Cuando nos dirigíamos a la estación (le llevé yo) a pesar de ser un cabezota no era mala persona  tal vez  él no lo sabía, pero su soledad de vivir apartado del resto de la familia le hacía ser testarudo, para mí que lo que necesitaba era amar alguien, era un soltero empedernido.
La nieve caía con más fuerza, apenas podía ver a través  de la luna, cuando me quise dar cuenta tenía delante de mí a un perro callejero, frené, pise con fuerza ese pedal, lo cual hice un pequeño trombo con mi todoterreno, salté del coche y allí estaba el pobre animal para mí que agonizando.
Mi tío Luis, salió corriendo y en un gesto que me asombró profundamente, se quitó su abrigo y recogió al animal, me dijo.
¿Sabes de algún veterinario en la zona?
Nos metimos en el coche y puse el GPS, él nos indicó el más cercano y abierto a esas horas.
Nos comunicaba que estábamos a diez minutos, entre tanto mi tío  llevaba en brazos a un perro con un cariño que me emocionaba ver que esa persona que hacía horas protestaba por todo, tenía un corazón tan tierno.
Tengo que decir que Tobi, se recuperó, gracias tal vez al cariño que le transmitió en ese coche hasta llegar al veterinario.
Mi tío le adoptó, aprendió amarle desde que le vio tendido debajo de las ruedas del todoterreno.
Y lo mejor, aquel edificio se donó para obras sociales, entre una de ellas, era la acogida de animales sin hogar, tengo que decir que mi tío regresó a la ciudad con Tobi, y algunas mascotas más. Él mismo se encargaría del refugio para animales, ya tenía a quien amar.
Los propósitos a veces no están bien definidos y solo hace falta una chispa de magia para que nuestro corazón se vuelva tierno y agradecido.
Hoy los vecinos el barrio tienen un lugar donde reunirse, pasar buenos ratos y aprender, pues se hacen cursos de formación para mayores y otra parte de él para mascotas que son abandonadas hasta que  encuentran una familia  que las adopten.
Esta lección de vida me enseñó que no todo está perdido, que la vida nos sorprende con acciones de los humanos que son inesperadas y que todos debajo de una coraza tenemos buenos sentimientos, así lo demostró Tío Luis.
 

(Relato perteneciente a la propuesta: "Propósitos")

4 comentarios:

  1. Gracias Ginebra. Besitos de madrugada.

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    Respuestas
    1. A ti, siempre, preciosa 🙏
      Un lujo contar con tu hermosa pluma, y, sobre todo, con tu bonita compañía 😊

      Bsoss y cariños! 💙

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  2. A veces hace falta una oportunidad para que slguien reaccione. Solo se cambia al borde del precipicio lo oi en una película hace poco y estoy de acuerdo. No siempre pero s veces sí.
    Besodss campi

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  3. Qué bonito relato.
    A veces la misma vida hace que todo se coloque en su sitio.

    Besos

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin