ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

miércoles, 31 de marzo de 2021

La Aventura Comienza Con Un Buen Libro

 

(Autora: ©Flor)

Mosaico:


Secuencia: "Alicia en el país de las maravillas" 
Tim Burton


   Por fin llegó el verano,  y Carlota iría a  pasar las vacaciones de verano con sus abuelos, mientras sus padres, se irían a trabajar a  la vendimia.
 
   Una vez que los padres se despidieron de los abuelos, les dieron las gracias por cuidar de su única hija, los padres de Carlota se despidieron con un fuerte abrazo y unos cuantos besos. La madre de Carlota le dijo: 
  —Cariño pórtate bien, y no des trabajo a los abuelos, nosotros vendremos pronto —a lo que la niña asintió con la cabeza y con su pequeña muñeca en el brazo, vio como sus padres se alejaban en coche de la casa de los abuelos, esta les decía adiós con lágrimas en los ojos.
 
   Mientras se metían de nuevo en la casa de campo, su abuela le decía:
   —¿Quieres merendar?, hay un poco de queso fresco que ha comprado el abuelo esta mañana.
   —Vale —le contestó.
 
   Carlota era una dulce niña con unos grandes ojos azules, tenía una larga y ensortijada melena de color cobrizo.
 
   Una vez que terminó de merendar, le dijo a su abuela que iría al salón donde estaba la biblioteca, a coger algún libro para leer. 
  —Vale, cariño —le contestó su abuela.
 
   Fue caminando por el pasillo cuando vio la puerta del salón entreabierta, normalmente solía estar cerrada con llave, pero en esta ocasión es como si la puerta la invitase a pasar a echar un vistazo.
 
   Miró entre la larga estantería de libros, cuando cogió uno que le llamó la atención sobre todos los demás, era un viejo libro de tapa dura y estaba encuadernado en piel de cuero marrón y letras doradas: “La mejor manera de perder a una chica”. Lo cogió para ojearlo cuando de entre las páginas de dicho libro, cayeron unas cuantas cartas dirigidas a su abuelo de una tal Aurora. ¿Quién era esa Aurora, y por qué tenían el remite de la casa de los abuelos? Fue tal la curiosidad, que Carlota dejó el libro en la estantería y se fue a su cuarto con las cartas para ver qué decían en ellas. El encabezamiento de la primera de las cartas databan del 25 de agosto de 1956, la carta era de una tal Aurora, que le hablaba del hallazgo que habían descubierto hacía pocas semanas después de que mi abuelo Andrés, dejase la excavación en la pirámide de 3 caras de Egipto, encontraron un sarcófago en el cual se depositaban los objetos personales de los faraones, peines, escarabajos de esmeralda de color verde, brazaletes, collares, y por último una especie de bastón de oro macizo. Aurora le pidió por activa y pasiva que tomase el próximo barco y que se reuniese con ella, que ese triunfo fuera de los dos ya, que ellos dos eran compañeros de trabajo, puesto que el profesor Larson, solo quería ser famoso y que las revistas de arqueología hablasen de su gran descubrimiento, sabiendo este que él no había estado en dicha excavación.
 
   Después de meditarlo durante varios días, se puso en camino hacia Egipto, cuando llegó era demasiado tarde, Aurora había fallecido, una de las cámaras donde se encontraba una de las estancias de la mujer del faraón, el techo de la cámara se vino abajo, enterrándose junto con los faraones, tardaron 4 días en poder acceder y sacar su cadáver. Entre los papeles, fotografías tomadas por ella y otros documentos, vio un paquete de cartas que Aurora le escribió y que jamás le envió, se las guardó en su bolsa de viaje con unos cuanto objetos personales, entre ellos había tres lupas y un reloj antiguo cogió un pequeño diario que tenía guardado debajo del catre en el que solía dormir una vez que terminaba de excavar en la pirámide, era un diario personal en el que ella escribía cada día después de cada jornada de trabajo, en las últimas hojas había un pequeño apartado donde lo que contaba iba dirigido a su querido abuelo.
 
   Una vez que se formalizaron todos los papeles para poder repatriar el cadáver de Aurora, sacó un billete de vuelta, sería su abuelo quien hablase con los familiares de Aurora y hacerle un entierro digno junto con sus amigos y familiares.
 
   Una vez que Carlota leyó todas las cartas, se preguntó si su abuela sabía de la existencia de las cartas, y lo que él abuelo se llevó consigo o si por el contrario, le dio todos los objetos que tenía Aurora a sus padres, esa era un misterio que tenía que descubrir, antes de que terminase el verano.
 
   Se levantó de la cama y se puso sus pequeños zapatos blancos que hacían juego con su falda de color azul celeste con margaritas y su blusa preferida blanca. Volvió a la biblioteca para ver si encontraba entre los cajones la bolsa que llevaba de cuando regreso de Egipto pero no la encontró, así que frustrada como estaba se marchó a jugar al jardín, mientras su abuela cogía unos tomates de la mata que tenía en el huerto, Carlota decidió jugar con gruñón, era el perro, esta le tiraba un palo y él iba lo recogía y lo dejaba caer a los pies de Carlota.
 
  En uno de los tiros, el palo fue a parar dentro del pajar donde el abuelo tenía todos los arreglos de labranza, entró corriendo detrás del perro cuando cerca de donde estaba el tractor, unos tablones que componían el suelo del pajar crujieron, esta se agacho y vio que uno de ellos estaba medio suelto, intento arrancarlo del suelo con los dedos y no pudo así que con una pequeña picoleta de jardín que utilizaba su abuela para arreglar el jardín, intento hacerla saltar y sacarla de su sitio, una vez que esta se soltó, la apartó a un lado y metió la mano para ver qué es lo que había bajo de la tabla, vio que había un pequeño saco de trigo, tiró de él hacia arriba y  lo puso en el suelo y abrió el saco para ver lo que contenía, sólo había un puñado de llaves y una nota en la que ponía: “El veloz conejo ha perdido su valioso reloj, mientras seguía al sombrero loco… ¡Date prisa que te está esperando para tomar el té que son las 17!”. Cuando terminó de leer la nota, se acordó del reloj que tenía Aurora, ya que esta lo mencionó en una de sus cartas, pero ¿dónde guardaría su abuelo su bolsa de viaje? ¿Sería ese el reloj del que hablaba la nota o no tendría nada que ver?
 
   Probó una por unas todas las cerraduras de la casa con las llaves que llevaba, y una llave abrió una puerta camuflada detrás de una pared que había en invernadero de la abuela, esta se puso muy contenta al ver que la puerta se abría, era una habitación vacía con un gran mueble a forma de aparador con un gran espejo, miró entre los cajones y en uno de ellos encontró otra nota que decía: “Coge una lupa y verás al conejo en el espejo, te está llamando”. Volvió a la biblioteca y cogió una lupa del escritorio de abuelo, y miró con la lupa al espejo y vio al conejo con el sombrerero loco que le hacían señas, para que fuese con ellos a tomar el té, Carlota no se lo podía creer, ya que si miraba sin la lupa no veía nada, esta se lo pensó un momento pero al final, cogió el saco con las llaves que había encontrado, y se metió a través del espejo, este se hizo líquido durante unos segundos, y un poco más tarde volvió en su forma original.
 
   Como si de Alicia se tratase, el conejo y el sombrero loco se tomaron el té, y ella les dijo que porqué estaba allí, cuando el sombrerero loco le dijo: 
  —Estamos aquí para ayudarte, porque sabemos lo que le pasó a Aurora y a tú abuelo, y no tenemos tiempo que perder.
 
   Buscaron algún tipo de señal entre las piedras, los tocones de los árboles, cuando un gato mágico meneaba su cola, estaba colgado de una hermosa rama, y este les dijo: 
  —Lo que andáis buscando lo encontrareis en el palacio de la reina de corazones —a lo el conejo veloz y Carlota se lo agradecieron mientras corrían hacía la dirección que les indicaba el gato mágico, quince minutos más tarde llegaron a palacio y vieron a la reina de corazones, que tenía un cabreo de mil demonios, sus jardineros habían pintado sus rosas de color negro, y estas les gritaba para que las volviesen a pintar de color rojo.
 
   Entraron disimuladamente a una de las habitaciones que había en palacio y buscaron la bolsa de viaje del abuelo, cuando la encontraron colgada en un perchero, Carlota la cogió y se disponían a marcharse igual que habían entrado, cuando unos guardias los sorprendieron, los arrestaron a los tres y se los llevaron de cabeza a los calabozos, cuando en un acto reflejo el sombrerero les lanzo su gran sombrero, estos cayeron al suelo y Carlota, salió huyendo con la bolsa ahora en su poder, mientras que eran cogidos de nuevo, el conejo veloz y su amigo el sombrerero. Esta fue sorprendida por uno de los soldados de la reina de corazones y con la ayuda de cerbatana, esta fue alcanzada por un dardo y cayó fulminantemente en un sueño profundo.
 
   Se despertó con la dulce voz de su abuela Dolores, que mientras le acariciaba su cabeza y le daba besos en su pequeña carita le decía:
    —¡Cariño! Despierta, es casi la hora de la cena.
   Carlota abrió sus adormecidos ojos, cuando le dijo:
   —Sabes abuela, he tenido un extraño sueño.
   —¿Sí?, ¿y qué has soñado?
   —He soñado con el abuelo y una amiga de él, se llamaba Aurora —al oír aquel nombre mientras la pequeña Carlota le contaba el sueño que había tenido, a Dolores se le llenaron los ojos de lágrimas, hacía casi 65 años que no había vuelto a oír el nombre de su hermana.
 
   En la cena, mientras los abuelos de Carlota hablaban de cosas livianas y mundanas, Carlota por un momento pensó: «¿Qué mundos habría por descubrir con las otras 3 lupas que tenía en la bolsa de viaje de su abuelo?»
 
                                            Fin…
 
 
Nota: Como dato interés diré que cuando escribía los personajes de este relato  son de carne y hueso, ya que los dos vivieron una larga vida, hasta que Dios quiso llevarse en este caso a Dolores que falleció de una insuficiencia cardiaca a la edad de 46 años, dejando tres hijos, la más pequeña es mi madre que solo tenía 14 años cuando se quedó huérfana, este relato se lo quiero dedicar a mis abuelos maternos Andrés y Dolores… Que descansen en paz.

(Relato perteneciente a la propuesta: "Secuencias")


6 comentarios:

  1. Si que se perdió bien la chica... Con buena dosis de imaginación creas una historia de aventuras, sueños y fantasía, uniendo muy bien los elementos.

    Felicidades :)
    Un abrazo

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  2. Mi querida Flor nos dejaste un proyecto lleno de imaginación y sobre todo repleto de ilusiones, un libro es lo mejor que podemos tener entre nuestras manos, porque en él hallaremos miles de historias que nos llenaran el alma. Un besote y muchas gracias por tu participacion que me encanta leerte y sentirte vital y feliz.

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  3. ¡Qué linda historia, Flor! tan de ti, a tu estilo... Espero volver a leerte en tu casa.
    Leer da vida y alimenta la mente y el alma. Podemos vivir tantas vidas que la nuestra se queda corta.
    Un beso muy grande.

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  4. Quiero daros las gracias a todos vosotros , por todos los comentarios que me habéis dejado tanto aquí como en mi blog , para mi a sido un verdadero placer en participar en tan bella convocatoria , os deseo una feliz mañana
    besos de esta que os quiere flor.

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    Respuestas
    1. El placer nuestro, preciosa.
      Gracias por tu hermosa compañía...
      Bsoss y cariños enormes 💙

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  5. Me ha llamado mucho la atención leer tu relato porque escogiste la misma secuencia que yo. Curiosamente también trata de una niña que se queda con sus abuelos y la curiosidad de os niños que no deja títere con cabeza. pero una historia no tiene nada que ver con la otra, así se ve una vez más que las palabras siguen su camino según quien las escriba.
    Me gustó leerte.
    Un beso y hasta cuando quieras.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin