(Autora: ©Volarela)
Mosaico:
No se lo he
contado a nadie. Anoche no pude dormir. Llevo días durmiendo muy mal, desde que
la vi. Hoy he decidido no ir al instituto. Voy a volver a sumergirme. Siempre
me ha gustado bucear. Pero ahora el buceo es mi vida. Soy poeta del mar; las
focas son mis musas bailarinas; los peces, mis letras mudas. Además, desde que
la encontré, el océano entero penetró mis horas, y mis ojos lo contemplan todo
teñido de azul. Puede decirse que hace tres meses nací de verdad. Porque antes
de conocerla, tan solo iba rozando la vida con mi cuerpo, sin sentir su
mordiente belleza.
Me había sumergido para buscar a una brava
morena que venía espiando los últimos días. Esta vez no estaba en su guarida.
Pero cerca de unos corales rojos, percibí un extrañísimo ser, gelatinoso,
similar a una medusa gigante extendida sobre la arena. Me dio mucho miedo, pero
me acerqué, flotando sigilosamente, desde arriba, para averiguar qué era
aquello. Entonces la vi. Su torso y brazos estaban enroscados de manera
inverosímil, a modo de una serpiente, reposando sobre una gran falda de piel y
nervios. La cabeza estaba semioculta por el pelo, formado por finísimos
tentáculos traslúcidos que flotaban a su alrededor. Era imposible distinguir su
verdadera forma en ese momento; pero aquel ovillo de carne rosada y cabellos
larguísimos despedía una quietud y una paz igual de imposible que su
extravagante presencia en aquel lugar. Mi miedo cesó por completo, y dio paso a
la curiosidad. Quería contemplarla de cerca. Entre los cabellos se atisbaba un
rostro de mujer joven, suave, nacarado entre el blanco y el malva, delicado
como una perla inmersa en un sueño plácido y jamás descubierta. Pero yo la
descubrí. Y ella me percibió, porque abrió, súbitamente los ojos y me miró. Su
mirada era indescriptible, misteriosa, penetrante, embriagadora... Tenía la
belleza del agua atravesada por la luz. Me cautivó y me traspasó por dentro
como una caricia de olas gigantescas, que no tuvieran destino; tan sólo
acariciarte con su masiva belleza ancestral.
La chica se elevó, desenroscándose
grácilmente y desplegando su gran falda de carne traslúcida, plena de arterias
que cambiaban de color. No tenía piernas, ni pies. Parecía una medusa con
cuerpo de mujer. Su cabellos emitían destellos fluorescentes, y flotaban a su alrededor
etéreamente, en ondas de delicioso movimiento, enmarcando el rostro más hermoso
que jamás vi. Huyó, a impulsos de su falda, perdiéndose con exquisita levedad
en las lejanas profundidades, hasta desaparecer…
A partir de entonces, cada día mi motivación
era volver a verla, ya que había descubierto lo que significaba respirar aire
puro en lugar de polvo; comer éxtasis en lugar de carne.
Durante más de quince días estuve buscándola
inútilmente, sumergiéndome hasta tres veces diarias. Hasta que apareció. Al
principio, sólo escuché un canto hondo venir hacia mí. Sonaba igual que el de
las ballenas. Cuando las oyes bajo el mar, la primera vez, te parece una
llamada escalofriante, tubular, plena de ecos del abismo. Tras aquella melodía
apareció su imagen, maravillosa, destellando al moverse. Lo extraordinario es
que no venía sola, sino que la acompañaban dos ballenas inmensas. Avanzaron
sobre mí, dejándome muerto de pavor. De una de ellas, pude ver su ojo, cálido,
tierno, que me contemplaba desde una mole descomunal de grasa, como si una
personita viajara en un alucinante submarino. Luego, la mujer medusa y las dos
ballenas se pusieron a girar a mi alrededor durante varios minutos. Yo creía
estar tocando la misma gloria. Después se fueron, con los mismos cantos del
principio, transportando mi alma en un tren con la sonoridad del infinito*.
En otra ocasión, la vi alimentando a un gran
banco de pececillos plateados mientras danzaba, inundada por el sol de la
superficie. La visión era maravillosa: los brillantes peces la seguían
hambrientos, en sincrónicos vaivenes al compás de sus exquisitos brazos. El
caso es que sólo parecía ofrecerles luz con sus manos.
Al igual que yo, ella también me seguía bajo
el agua, y se hacía la encontradiza muchas veces, escondida entre los corales.
Cuando se sentía descubierta por mí, reía mudamente, saliendo de su boca miles
de burbujas que me rodeaban y cosquilleaban todo el cuerpo.
Un día me habló. Desde su mente a la mía. Me
dijo que ella era una de las muchas expresiones del mar, y que me había elegido
para mostrarme los secretos más profundos del océano. Ella era mi regalo
marino, yo su regalo de tierra. Nos amamos, y quería proclamarlo en una oda que
durase toda mi existencia.
Hoy voy a volver a sumergirme de nuevo, a ver
si la encuentro. Casi no como desde hace un mes. No me quedan fuerzas, pero
tengo que verla. En las noticias, los pescadores dijeron haber hallado entre
los atunes de sus redes, una especie desconocida de medusa gigante. En la
imagen sólo se apreciaba una gran bola hinchada de agua, aunque yo he podido
distinguir dentro unos ojos cerrados de inconmensurable calma… ¡Pero no puede
ser! ¡Soy el cantor del océano, y ella es mi letra!
Casi no como y me desvanezco... Mi alimento era la luz que ella esparcía con
sus manos de espumas... Me sumerjo... y creo verla en el fondo, escondida entre
los corales, emitiendo burbujas al reír...
* Escucha el canto de las ballenas
(Relato perteneciente a la propuesta: "Secuencias")
Qué imagen tan perfecta has encontrado... Mil gracias, Gine.
ResponderEliminarY por reunirnos una vez más...
Un fuerte abrazo con cariño :)
Feliz de que te haya gustado, preciosa 😊
EliminarSin vosotros, nada de esto sería posible.
Gracias de corazón...
Abrazos y cariños enormes 💙
Volarela tu imaginación se ha sumergido en el fondo del mar y nos ha dejado una historia de amor mágica, que más se puede pedir. Un precioso proyecto que nos dejas para imaginar que la magia existe. Un besote grande preciosa.
ResponderEliminarMe ha fascinado, ha sido un viaje hacia el azul profundo, sentir la envoltura húmeda del mar y su naturaleza. Precioso ese sentimiento que une lo marino y lo terrenal. Te felicito.
ResponderEliminarMil besitos y muy feliz jueves.
Pura fantasía e ilusión!
ResponderEliminarEl vuelo que tienen tus relatos,tus poemas nos transportan a ese mundo tan particular y bello que sabes recrear con maestría.
Un viaje al fondo del mar donde he respirado la historia y no me ha hecho falta oxígeno!
Precioso!
Beso enorme.
Un viaje inmenso hacia lo profundo del azul, del transparente... donde ha latido tu historia y tú nos la haces sentir.
ResponderEliminarUn beso enorme, Voladera.
Descansa y sé feliz.
el amor se nos escapa del reduccionismo de nuestra propia especie. crecemos.
ResponderEliminarBesoss maite
Un texto maravilloso y ooético además de intrigante con ese sr que descubre tu protagonista que no se sabe que intenciones puede tener.
ResponderEliminarMe has tenido en vilo durante la lectura y espero que tenga un final feliz, y si no, yo se lo doy