(Autora: ©Campirela)
—Mamá esta mañana no me encuentro bien de la tripa, creo que
no debería ir al colegio.
—A ver Noa, todas las mañanas me dices lo mismo, eso es la
leche que te cuesta hacer la digestión verás cómo se te pasa en menos que canta
un gallo.
—No mamá, de verdad no me siento bien creo que tengo un poco
de fiebre.
—Pues vamos a poner el termómetro y él nos lo dirá.
Pasados cinco minutos, el termómetro marcaba 37º
—Vamos, no ves, mi preciosa niña estás como una flor.
Este diálogo era el que desde hace meses venía dándose mañana
sí y otro también entre madre e hija.
Celia, la mamá sentía un terrible dolor dentro de ella, sabía
que su hija estaba pasando por algún episodio negativo en el colegio pero nunca
le decía nada. Cuando le preguntaba por sus compañeras ella callaba, se metía
en su cuarto y se cerraba en banda.
Una mañana sin decirla nada fue a la salida del colegio se
escondió entre unos arbustos y esperó su salida, quería ver con sus ojos qué ocurría
si es que había algo, pero el presentimiento le dio resultados.
Vio a su hija aislada de las demás compañeras, y alguna que
otra burla, ella con su cabeza mirando al suelo se dirigía hacia el
autobús y allí en las rejas del colegio
quedaban un buen número de chiquillas riéndose y burlándose de su pequeña.
Su llanto la venció, y recostada en el árbol sufrió como si
siete puñales le atravesaran el corazón, quiso salir y decirles cuatro cosas a
esas malvadas mentes, pero obró por quedarse quieta, pues no hubo agresión
física sino verbal, aunque puede ser tan dura pero quería verlo y ya vería como
actuaría al respecto.
Al llegar a casa ese día, no le preguntó a su hija por nada
del colegio, subió a su cuarto y la invitó a merendar fuera de casa.
—Noa ¿te apetece que vayamos a merendar al quiosco del parque?
—¿Y eso mamá?, ¿es que ha sucedido algo?
—No, solo quería hacer algo divertido, hace tiempo que no
salimos tú y yo juntas y hoy es el día
perfecto.
Cuánto hacia que no pasaban una tarde juntas las dos sin que
nadie les interrumpiera. Celia quería
que su hija se abriera a ella pero sin que notara presión por su parte,
hablaron de los estudios, de que la profesora de Inglés era una estirada, que
el profe de matemáticas era muy joven y divertido, pero de sus compañeras ni
pío. El silencio era absoluto.
La tarde transcurría en buena armonía cuando de repente en la mesa de al lado,
estaba sentada una joven un poco mayor que Noa con un bocadillo y un refresco
en la mesa y en segundos antes de comenzar a darle el primer bocado se
desplomó.
Rápidamente Celia se levantó junto a su hija la cogieron del suelo, la joven enseguida
volvió en sí, pero el susto fue morrocotudo.
Decidieron sentarse las tres y seguir disfrutando de la
merienda.
Amelia, era su nombre, les contó que estaba exhausta pues
llevaba días haciendo un trabajo para fin de curso y la tenía muy estresada
pero que ella sus nervios no la dejaban comer hasta finalizar el trabajo, por
eso el pequeño desmayo que tuvo, pues no había comido en todo el día.
La charla fue estupenda habían conectado las dos jóvenes a
las mil maravillas, y lo mejor de todo es que ambas iban al mismo colegio, eso
sí, Amelia dos clases más adelantada, pero ello como le dijo no será
impedimento para que en el recreo pudieran estar juntas y hablar de sus
proyectos... sí amigos, Amelia en ese corto periodo de tiempo de merienda la
convenció para que trabajara con ella en el periódico del colegio, necesitaban
a un dibujante, y Noa era una gran experta su sensibilidad era especial con el
dibujo a lápiz.
Desde esa tarde no volvió a oír a su hija decir que le dolía
el estómago, iba contenta y feliz, cambió por completo su actitud con su madre,
le contaba los avances que hacía en clase, hasta aquellas compañeras que se
burlaban de ella, ahora la trataban con más respeto. Pues sabían que ahora era
un personaje en el colegio, porque colaboraba de diseñadora del periódico y eso
daba caché...
Pero el verdadero milagro fue Amelia, esa joven
aventurera fue su ángel protector, ella
con su amistad le dio esa confianza que necesitaba y no sabía cómo atraerla.
A veces tener con nosotros a esa persona que nos complementa
en cualquier etapa de nuestra vida es tan importante que hace que nuestro mundo
cambie de las sombras a la luz.
*El dolor todos los sentimos en cualquier momento de nuestra
vidas, pero cuando se es joven y sientes un dolor físico y emocional es muy
duro... por eso cuando encontramos a personas que nos dan su afecto, hay que
cuidarlas como oro en paño, el dolor con la amistad se olvida un poco más*
Precioso cuento; no hay nada como esa mano amiga. ¡Felicidades!
ResponderEliminarLo leí en su blog, y es bonito pensar en un ángel, pero el bullying es un tema que habrá que erradicar.
ResponderEliminarUn abrazo a ambas
Gracias por tu mirada y tu sentir, querida amiga.
EliminarOtro abrazo grande para ti 💙
Muy lindo y mágico con un mensaje y un sentir brillante.
ResponderEliminarYa lo leí en tu blog te comente y aquí también te dejo cariño amiga.
Precioso su texto. Saludos amigas.
ResponderEliminarSimplemente volver a felicitarte por este relato porque dejas patente ese dolor infantil, esa tortura cruel.
ResponderEliminarMil besitos con cariño, mi niña y muy feliz diciembre ♥
Me encantó tu relato, Campirela, un abrazo!!
ResponderEliminarGracias a todos por vuestras muestras de cariño y acompañamiento en estos proyectos que nos dan un poquito más de alegría a nuestras vidas. Gracias de corazón .
ResponderEliminarFelicidades por este relato maravilloso,
ResponderEliminarmi linda Campi,cuantas veces me he sentido
asi y me he encerrado en mi misma, sin
poder salir, es que no tenia una Campi conmigo,
eres genial mi amiga.
Besitos dulces
Siby
Una maravilla de relato.
ResponderEliminarDemasiado común por desgracia ese dolor.
Besos.