ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

domingo, 3 de noviembre de 2019

Strings And Stories



Autora: ©Dafne Sinedie


"Película escogida: Your name"



Me habían hablado muy bien de aquel pub, así que por fin aquella noche me decidí a ir. El local se encontraba escondido en el casco viejo de la ciudad, y tenía la peculiaridad de que se interpretaba música en directo y se podía bailar y charlar sin que hubiera demasiado barullo.

Cuando entré el olor dulce de las bebidas, a café, perfume y sudor me envolvió. Mis zapatos de tacón resonaban sobre el entarimado de madera y varias personas se giraron para mirarme; mi cabello suelto, rubio, indomable, caía en ondas hasta mis caderas, y las curvas de mi cuerpo se adivinaban de vez en cuando gracias a mi vaporoso vestido blanco.

Me dirigí a la barra donde, para sorpresa del camarero, pedí un zumo de naranja natural, y sentada en un taburete me dispuse a disfrutar del ambiente y la música.

En un pequeño escenario, un joven interpretaba una melodía imposible con su guitarra mientras una mujer tocaba la caja, marcando el ritmo. Sus dedos se movían sobre las cuerdas en una danza endiablada y su cuerpo temblaba, pero sus ojos estaban entrecerrados y su rostro en calma. Me fascinó aquella dicotomía.

La música penetró en cada una de mis células, hechizándome, hasta que ya no pude controlar el impulso y salí a la pista de baile. Simplemente cerré los ojos y me dejé llevar. Para cuando la canción hubo terminado, mi pecho subía y bajaba por la respiración acelerada y mi corazón latía enloquecido. El guitarrista había abierto los ojos y me miraba... ¡vaya si me miraba! No, mirarse es quedarse corto... Él me veía, igual que yo le había visto a él. Susurró algo en un idioma que no comprendí, y finalmente me preguntó en inglés: "What's Your name?" Se lo dije y él lo repitió. ¡Sonó tan bonito en sus labios! Después me pidió por favor que bailase también la siguiente canción. No tuve que pensármelo dos veces.

Las canciones, los pasos de baile, se entremezclaron con el espacio y tiempo, hasta que a las cinco de la madrugada el dueño del local nos avisó de que tenía que cerrar. Yo no quería marcharme sin sin la promesa de que lo volvería a ver. Por suerte, él debió de pensar en lo mismo, pues me esperó en la salida con su guitarra colgada a la espalda. Echamos a andar por las callejuelas, sin decir nada. Notaba la tensión entre nosotros, como electricidad. Al cabo llegamos hasta mi portal y le pregunté si bailaríamos una última canción. Con una sonrisa tímida asintió y me siguió al interior del edificio.



Relato perteneciente a la propuesta: "Impulsos"



2 comentarios:

  1. Que frescura tiene este relato donde se denota juventud y ganas de comerse el mundo ..me encanto amiga .
    Un beso y un abrazo .

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    Respuestas
    1. Mil gracias, Campirela.
      Nunca es tarde para comerse el mundo ;)
      Un besazo

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin