"Hubo una vez, en un lugar apartado de cualquier otro lugar del mundo, una mujer extraña y solitaria.

Era callada, tan callada... que hasta cuando hablaba su voz parecía un suspiro en medio de un vendaval.

Era triste, tan triste... que cuando paseaba a solas por las calles atestadas nadie se percataba de su presencia grisácea.

Pero nadie supo que su voz la llenaba por dentro y se hacía semilla en la tierra fértil de su imaginación. Ella creaba jardines que le colgaban del corazón hasta las entrañas y le florecían el vientre; tan singulares y frondosos crecían que en ellos le anidaron pájaros muy pequeños que agitaban sus alas y cantaban historias llegadas de muy lejos y muy adentro, y que ella guardaba, sin apenas aliento de la emoción que le suscitaban, en el más recóndito de sus escondites secretos. Los pájaros le hablaban de poemas nacidos del fuego, de ciudades perdidas, de libros extraños custodiados por sabios, de aquel marino que durante años buscó su hogar y aquella mujer fascinante que enlazó mil y una noches... y alguna otra más...

Escuchándolos, a ella el cuerpo se le movía al son del viento y de su cabeza brotaban plumas zafiro y esmeralda, su voz entonces se hizo canto y su caminar vuelo.

En aquel lugar apartado de cualquier otro lugar del mundo, hubo una vez una mujer brillante y risueña que encandiló a todo aquel cuya mirada se posara en ella"

©Zoraida

Relato perteneciente a la propuesta "El Sombrerero Loco"