Riiiiiiiiiiiiing. Riiiiiiiiiiiiiiiiing. Riiiiiiiiiiiiing.
El teléfono vibraba violentamente sobre su soporte y me
abalancé sobre él para contestar, si bien ya sabía a quién encontraría al otro
lado de la línea.
¿S-sí?
Se oyó la misma extraña respiración acompasada segundos
antes de que su voz me atravesase el cerebro.
Hoy será el encuentro, Blair. ¿Tienes lo que te pedí?
Asentí mientras tragaba saliva. Luego me di cuenta de que no
me podía ver y me apresuré a afirmarlo con palabras.
P-por supuesto. Ahí estaré.
Piiiiiiiiiii. Piiiiiiiiiiiii. Piiiiiiiiiiii.
Había colgado.
Coloqué de nuevo el teléfono en su soporte y me mentalicé
para lograr mi objetivo. Seguidamente me cambié de ropa, vistiéndome con un
traje de chaqueta de color rosa chicle para que me reconociera, me peiné el
pelo rubio en perfectos tirabuzones, guardé el objeto que me había pedido en mi
bolso y, con un ligero temblor en las manos -en parte por el miedo, en parte
por la excitación- salí de casa.
Había sido yo quien, tres llamadas atrás, había propuesto el
lugar en el que quedaríamos, un sitio neutral, rodeado de gente, en el que me
sintiera a salvo: el centro comercial. Mientras caminaba, pensé en lo que había
sucedido en los últimos meses...
Lo cierto es que no entendía muy bien por qué yo, de entre
toda la humanidad, había sido la elegida para ponerme en contacto con ellos.
¡Supongo que fue mi número el primero que marcaron! Pero no negaré que me
supuso una alegría; nunca había sido una persona con demasiados amigos, y hacía
mucho tiempo que no tenía familia, así que poder volver del trabajo y hablar
con alguien, aunque fuera un extraterrestre, resultaba de lo más reconfortante.
¡Y ahora le iba a conocer en persona!
Mi mente se había imaginado mil y un escenarios distintos de
nuestro encuentro, así que cuando llegué, me sorprendió que el ser que me
esperaba, también vestido con un traje de chaqueta rosa, tuviera el aspecto de
una mujer morena de pelo corto, ojos violetas y una sonrisa preciosa.
-¿Blair?
-¿Ali?
Me abrazó. Sentí como si fuéramos amigas de toda la vida.
-¿Tienes lo que te pedí?
Asentí, rebuscando en mi bolso.
-¿Estás segura de que esto os ayudará a dominar el mundo?
Dejé el objeto en la palma extendida de su mano. Ella sonrió
al verlo y lo abrió con un clic. Giró la parte metálica y aproximó el carmín a
sus labios.
-Es perfecto.
©Dafne Sinedie
Relato perteneciente a la propuesta: "La llamada"
Que no hará una labio de labios ajjjaj ..muy ingenioso .
ResponderEliminarAbrazo amiga.
Todo se puede lograr con un pintalabios, sin duda ;)
EliminarMe algro de que te gustase, Campirela
¡Un besazo!
Pues a mí no me hubiesen conquistado... es algo que siempre olvido de usar.
ResponderEliminarBuen relato y sorprendente final, me gustó.
Un beso.
Quizás fueras tú la conquistadora, entonces ;)
Eliminar¡Mil gracias por comentar, Alma!
Encantadísima de que te gustase mi llamada alienígena
Un beso
Que divertido, me gusto mucho ese inesperado final. Creí que se estaban confabulando ambas para nada bueno. La chica alienígena tenía en su mira lo que deseaba. Quien no cae rendido ante los labiales y peor si son de carmín!
ResponderEliminarAbrazo
¡Genial que te gustase, Yessy! Os leo poco a poco.
Eliminar¿Entonces prefieres el beso con o sin carmín? ;P O mejor te devuelvo el abrazo.