ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

jueves, 25 de octubre de 2018

¡Oh My Dragga!


Una noche, Michèle Lapachelle se escapó en su Lamborghini, del lujoso Gaycindario donde vivía. Recorrió toda la avenida Pinker, llegó al malecón de Piaget, se desvió a un costado de la Torre de Freud,  y cruzó el túnel Lacan hasta llegar a la fuente de Polífilo.

Allí, en su lugar favorito, y a dos cuadras de la casa en la que creció, recordó por última vez los momentos felices y amargos de su niñez. 

<< - Mamá, no queremos ir con Mike a la escuela. Todos dicen que es un maricón. - >>

<< - ¡Maldición! este niño nos va salir mariquita. - protestaba el padre. >>

<< - Déjenle en paz, algún día cambiará, ya verán. - contestaba la mamá. >>

Y efectivamente tuvo razón, un día cuando tenía catorce años, fastidiado de prejuicios y odios homofóbicos por su propia familia decidió echarse encima - en forma de rebeldía - una cubeta de pintura rosada. El no sollozó, pero las lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas mezcladas con el líquido color rosa encendido. ¡Cuánto quiso ser huérfano! una forma de eliminar simbólicamente a sus padres. Esa fue la última vez que vio a su familia.

Cuando se quedó solo, no todo le fue color de rosa. Su Odisea lo obligó a enfrentarse a un mundo racista, misógino, y homofóbico. El salir del closet, había cambiado la historia prediseñada de sus padres, y ese giro, había forjado su destino. Se refugió en la danza, el baile, el cual, le permitió encontrar en el arte un espacio para dejarse llevar por su personalidad. Jamás dudó que quería ser un creador, quería hacer historias mágicas sobre el escenario con mucho glamour.

El tiempo pasó y todo cambió. La perseverancia, tenacidad y sacrificio le cedieron el auténtico éxito. Michèle Lapachelle hizo su sueño realidad, llegar a ser una hermosa Drag Queen de voluminosos labios, enormes pestañas y supermelena engominada de color rubio platinado.

Michèle suspiró, sus penetrantes ojos verdes se llenaron de brillo, y una solitaria lágrima se delineo sobre su piel de porcelana, sus uñas se doblaron dolorosamente cuando apretó su puño en la foto familiar, luego la dejó caer en la fuente de agua. Recobro el aliento y murmuró tristemente: - Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. - Luego, se dio media vuelta, y se alejó tan rápido como sus stilettos se lo permitieron.

No más drama, ahora tenía sus famosos espectáculos, la escuela de danza, y sus alumnas, los mejores alicientes para poder disfrutar a plenitud su extravagante y maravillosa vida.


Relato perteneciente a la propuesta: "Alicientes"



2 comentarios:

  1. Una fantástica historia donde la realidad y la ficción van de la mano .
    Saludos.

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  2. Maravilloso, Yessy, Un relato digno de ser leído como proclama.
    Lo he disfrutado de tal manera que me ha encogido.
    Un beso enorme.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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