Mi alumno Álex ha suspendido matemáticas, y su madre me ha
pedido que durante las vacaciones de Navidad vaya a darle clase todos los días,
hasta que tenga el examen de recuperación. ¡Un plan apasionante! Se creen que
todo se soluciona con más horas de clase, y si el niño no pone de su parte no
hay nada que hacer.
Hoy he llegado a casa de Álex un poco antes de tiempo, y
como me sobraba tiempo hasta que volviera del cole, me he dado una vuelta por
la zona. Y he descubierto que en una calle cercana hay una panadería Santa
Olga. Antes había una sucursal de Santa Olga en mi barrio, pero la quitaron.
Allí había una chica con el pelo corto muy simpática que se llamaba Paola.
Siempre iba allí a comprar pan, palmeras, croissants... esperando que estuviera
ella.
Sería mucha casualidad que tras cerrar la otra sucursal la
hubieran trasladado aquí, he pensado. Me he asomado a ver lo que había, y ¡qué
sorpresa! Estaba ella. Con unas gafas de pasta que antes no llevaba, pero era
ella, Paola. Me he acercado y me ha reconocido. Hemos estado hablando un rato y
me ha alegrado la tarde.
Ahora, con el aliciente de acercarme a la panadería a ver si
está mi amiga, el venir a dar clase al chaval todos los días se hará más
llevadero. Por eso me gusta a mí explorar los barrios, uno descubre muchas
cosas. Siempre se llega a alguna parte si se camina lo bastante...
Relato perteneciente a las propuesta: "Alicientes"
Un enternecedor relato , donde no solo hay alicientes sino que el destino ha jugado en favor de él.
ResponderEliminarUn saludo.
El aliciente tiene el nombre de Paola.
ResponderEliminarBien contado.
No hay mal que por bien no venga. El niño igual no aprueba pero eso ya lo sabíamos casi. Pero saber que el sabor de esa pequeña derrota tiene un dulce nombre y un buen motivo que lo escude, puede merecer, y de hecho, merece, mucho la pena.
ResponderEliminarUn beso enorme.