ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

domingo, 30 de septiembre de 2018

Viaje De Negocios




Iba de camino a coger el próximo tren  que salía de la estación, ya que me encontraba en un viaje de negocios, cuando de pronto el buzón de voz de mi móvil salto,  me habían dejado un mensaje de lo más extraño y desconcertante,  puesto que yo jamás, había hablado con nadie de las fantásticas aventuras del  arqueólogo de mi abuelo Jacinto, que era como Indiana Jones, pero no tan famoso.
En el mensaje, una voz femenina y sensual me dio unas coordenadas, del lugar donde se encontraba mi abuelo retenido, antes de terminar la grabación, me avisaron, “Para poder llegar hasta aquí tendrá que coger un barco velero, ya que no hay posibilidad de llegar en avión”
Deshizo el camino andado, y mientras hacía unas llamadas, solicitó los servicios  del alquiler de un barco con el capitán, para  que este lo llevase al lugar  indicado,  esto le supondría un alto coste económico, pero a  él no le importó, puesto que no tenía más familia que su querido abuelo Jacinto.
Partieron dos días más tarde desde el puerto marítimo de Barcelona, con el barco bien equipado de comida, agua  y medicamentos por si acaso, sufrían en el trayecto, las fiebres del escorbuto.

En una mesa, sacaron un mapa y con la ayuda del compás y un cartabón, vieron las coordenadas  de dicho lugar, y con ayuda de una brújula, y la estrella polar, iniciaron la aventura, de la misteriosa búsqueda  del abuelo Jacinto.
Mientras  navegábamos por la inmensidad del mar, hicimos nuevos amigos un grupo de delfines  y un par de ballenas jorobadas  con su cría, ya no estábamos solos en la soledad  y oscura noche, el capitán y yo.
A la mañana siguiente, el ruido de unos  albatros  encolerizados los despertaron, la escena era dantesca, unos tiburones habían atacado brutalmente, durante la madrugada  a la cría de una de las ballenas jorobadas, el resultado fue que los albatros se estaban dando un buen festín con  lo poco que quedó de la cría de la ballena jorobada.
Al caer la tarde del tercer día, por fin  el capitán  del barco velero me informó de que había divisado  tierra, salí de mi pequeño camarote dejando lo que estaba haciendo, estaba escribiendo en mi pequeño diario de bitácora  desde que salimos del puerto marítimo de Barcelona.
Cogí el viejo catalejo, compañero de aventuras de mi abuelo Jacinto, cuando lo extendí y mire en la dirección, que el capitán me señalaba con el dedo, por lo que él me explicaba, según las coordenadas era aquel lugar, ya que no había ninguna otra isla en 7000 millas.
Nos felicitamos mutuamente  por haber llegado al destino, ahora solo nos faltaba buscar a mi abuelo, estábamos nerviosos por llegar y poner los pies en tierra firme, pero pensé que mejor sería pasar la última noche en el barco ya que se avecinaba tormenta. Esa noche cenamos bien, albóndigas de pollo con guisantes salsa y patatas fritas, bebimos vino y brindamos por mi abuelo, de postre nos comimos unas manzanas, tomamos café con una copa de Brandy, y nos fumamos unos habanos  que llevaba el capitán, para las ocasiones especiales.
A la mañana siguiente, con el primer rayo de sol, fuimos en dirección  a la misteriosa isla, una vez que llegamos a la costa, como si fuésemos piratas o corsarios de alta mar, lanzamos el ancla del velero y hasta llegar a la playa fuimos en una pequeña zodiac hinchable con remos, una vez que llegamos a la isla  y pisamos el suelo, lo besamos y dimos gracias a dios.
Yo llevaba una mochila, con una linterna, el mapa, la brújula y una cuerda por si hacía falta para algo, y el capitán  llevaba otra, él llevaba algo de comida y  agua, una pistola con bengalas  y un spray contra las picaduras de insectos, nos adentramos en la misteriosa isla, y no había señales de vida en ningún sitio cosa que nos extrañó, no muy lejos de allí vimos un cartel escrito en castellano , que decía “ Fuera intrusos , peligro de muerte” y tenían la cabeza de un hombre de pelo negro disecado y seco con la cuenca de los ojos vacíos y la boca abierta, y los dientes amarillentos.
Caminamos unos cuantos metros más adelante cuando oímos el retumbar de unos tambores, y gritos de guerra… De entre la espesura de la selva, salieron hombres de mediana estatura corpulentos  y ágiles, de una tribu que yo desconocía, le pregunté al capitán si había visto algo igual, y me dijo que no, ya que no sabía de qué clase de tribu eran, y si eran caníbales.
Como yo no me fiaba  de los que nos fueran hacer, cogí una vara de bambú para defenderme, cuando el jefe de dicha tribu me habló, en un perfecto castellano…_¡¡ Tú llegar a tiempo, de celebrar fiesta de cumpleaños!! _ ¡¡Yo … Gran padre, ser dueño de esta isla!! _ La isla llamarse “Ginebra” y estas ser mis hijas, los hombres que habíamos visto, se quitaron  las máscaras y eran las amazonas, más bellas y valientes, que jamás verían mis ojos, a lo que yo le pregunté al gran padre: _ ¿Dónde, esta mi abuelo, lo tienen secuestrado? A lo que el gran padre contestó… _¡¡ No, no está secuestrado vivo, como un rey!!
Se quitó la máscara, y me dio un largo y cálido abrazo, y mientras nos abrazábamos, me dijo…. _ Hijo mío, es que hace mucho que no vienes a ver al loco de tu abuelo a la residencia, y te echaba mucho de menos.
                                             Fin...

"Este relato está dedicado íntegramente a mi buena amiga "Ginebra Blonde" que es una gran persona, con un gran corazón, y que ella es la que me da alas para volar con mi imaginación gracias a sus  cariñosos comentarios, va por ti amiga, que sabes que te quiero mucho, le doy gracias a dios por haberte conocido" 


Relato perteneciente a la propuesta "Mar, O Montaña"



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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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