ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

domingo, 30 de septiembre de 2018



Gérard y Bérénice se bajaron del TODOTERRENO deportivo, y saltaron a su vez de la camioneta. Ella miró desde lejos la MONTAÑA de Fusi Yama.

- ¡Qué maravilla! vamos, es el momento de disfrutarla. - dijo Bérénice.

Después de caminar media hora, ya en el pie de la montaña, decidieron cuál sería el método de subida, en aquella alocada y romántica aventura. Optaron por el estilo alpino, el que dominaban, y que les permitiría alcanzar la cima en poco tiempo.

Al cabo de una hora, se detuvieron en un enorme árbol, rodeado de una hilera de rocas negras, desde donde pudieron contemplar la extraña fase fantasmagoria de la luna de sangre.

Sin que lo advirtiera, se apareció frente a ellos un Fujiko, vestido de largas ropas blancas.
- No debieron traspasar la ruta al anillo de las tinieblas, extranjeros. - dijo el peregrino.
- ¿Por qué no? de acuerdo al MAPA es nuestra ruta. - respondió Gérard. 
- Ahí está el gran enigma de ese mapa. ¡Deben regresar! - añadió, y se perdió entre la maleza.
- ¿Qué vamos hacer? - preguntó ella, con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Él desdobló el mapa, y le enseñó la misma ruta que había marcado anteriormente con un círculo rojo. - Espera. Consultemos la BRÚJULA. - insistió Bérénice.
- ¿Eh, qué pasa? ¡Sus polos están invertidos! -
- Es debido a la atracción magnética de la lava, por eso pierden su eficacia, explicó. - Él le acarició el rostro con ternura, apartó un mechón rubio de sus ojos y le dio un apasionado beso.
-Ella suspiró, no muy convencida.
- No debes preocuparte. A propósito, ¿No te parece que este lugar es fabuloso para perdernos en la quietud de la noche? Será mejor montar la tienda antes que anochezca, sugirió. - Ella aceptó con la mirada.

Bérénice terminó de tomarse una coca-cola life cuando oyó un ruido.

- ¿Escuchaste? -
- No te muevas - dijo él. - Quédate donde estas. -

Sacó el machete de su mochila y examinó alrededor de la tienda. Solo se encontró con los fuertes silbidos del viento, moviendo ramas y hojas secas. - ¡Todo bien! Es el viento que nos arrulla en esta luna llena. - dijo. Luego, la cargó en sus tiernos, fogosos y apasionados brazos, y entró con ella a su nido de amor.

Después de poseerla salvajemente, de extraerle toda la adrenalina sexual acumulada por aquella espera; Gérard lanzó un gruñido de placer. Seguido, le dio un beso, suave húmedo, y deslizó un brazo debajo de su cabeza. El cuerpo de Bérénice le pedía descanso. Su sexo le ardía, el olor y el sabor de él la tenían extenuada, casi paralizada.

En ese instante, miró  desde el suelo la CUERDA que, sostenía la linterna que empezó a moverse por sí sola. Se encogió del susto, y clavó las uñas en los desnudos muslos de su amado novio.

De presto, los ojos de Gérard se transformaron en dos profundos lagos de color carmesí. Una mano inhumana, con garfios acabados en largas y amarillentas uñas, se enterró en su desnudo vientre, para sacar el feto que nacía en sus entrañas, y que con gran voracidad comenzó a engullir.

Luego, la silueta del LOBO succubus se fundió en la noche dejando de ser un ente discernible de las sombras. El viejo Fujiko lo observó alejarse, mientras subía por la vereda, ofreciendo oraciones a la cima de la montaña, en nombre de los amantes de la luna de sangre.


Relato perteneciente a la propuesta "Mar, O Montaña"



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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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