ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

domingo, 30 de septiembre de 2018




Salí a la montaña, deseaba encontrar un lugar tranquilo, perderme en sus bosques… Amaba las aves, disfrutaba con sus trinos. Había escuchado que podía encontrarme con los lobos, pero no les temía; pensaba que eran animales nobles con mala prensa para el hombre.
Vi pasar a los guardabosques en su todoterreno, el lugar parecía vigilado. Anduve mucho, antes de decidirme a reposar bajo los árboles, quizá podía estar perdida, pues nunca me oriento demasiado bien y no llevaba brújula, ni mapa de la zona.
El aullido del lobo se dejó oír, penetraba en el alma, es como si existiera una conexión entre ellos y yo. Recordé varias leyendas en que una loba amamantaba unos bebés. No podía ser malo un animal que se apiadaba así de unos recién nacidos. Por segunda vez se dejó oír el aullido, esta vez estaba más cercano. La piel se me erizaba en la espera...
Ante mis ojos, un lobo blanco, esplendido. Era hermoso y él lo sabía, orgulloso de su raza, me desafiaba con la mirada. Fueron unos momentos de tensión, inolvidables. En instantes vinieron a mi memoria, esos recuerdos guardados tan celosamente, aquél hombre con alma de lobo, que respetaba mis leyes con delicada paciencia, aquel amor extraño y único que viví...
Recordé que malo es el miedo, como te aparta de lo que amas, como te quita los instantes más maravillosos de la vida. Sí, tuve miedo, ese sentimiento que hoy ya no conozco.
La vida pasa, no hay vuelta atrás y el miedo después te lleva al arrepentimiento.
Cerré los ojos y reviví cada escena grabada a fuego en mi alma, tanta ternura que recibí... Una cuerda abandonada en el campo me hizo volver a la realidad al rozarme y al abrir los ojos de nuevo, aquel lobo blanco merodeaba a mi alrededor, ahora sus mirada era de curiosidad.
Me levanté, y sin rumbo fui de compañera a su lado. Por una vez iba a permitir que la vida me sorprendiera, iba a sentirme libre, sin pensar en nada más que en aquel compañero de pelaje blanco níveo, que se hizo cómplice con su mirada.


Relato perteneciente a la propuesta "Mar, O Montaña"



2 comentarios:

  1. Gracias...

    Cuanta belleza creas y cuanta generosidad tiene tu corazón...

    Eres muy preciosa, Ginebra. Te quiero montón...

    Un beso muy, muy grande y de nuevo gracias...

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    1. Solo soy el reflejo de vuestra complicidad, cariño y amistad… Vosotros sois protagonistas esenciales de este viaje de letras que nos une a tantos...

      Gracias siempre a ti por ser y estar, mi preciosa Carmen; sabes que ese sentimiento es mutuo 💞

      Bsoss y abrazos enormes, y muy feliz día 😘💙

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin