ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

domingo, 30 de septiembre de 2018




En ocasiones emprendemos un viaje, hacia atrás: Una huida, un destino irremediable a alguna parte donde nos sintamos más seguros dentro de nuestros propios miedos, sin mapas claros, sin brújula que nos marque el norte, atorados por mil cuerdas que nos oprimen el corazón, que nos inmovilizan las alas, que nos acortan los pasos… Segura de lo que hacía, recogí cuatro cosas dejando a mis espaldas esa parte de mi vida que crepitaba como fuego del infierno, un abismo de silencios, y me subí al todoterreno sin importarme lo lejos que podía llegar. Solo deseaba sumar pasos que me alejaran de ahí.
Desconocer el territorio te puede hacer vulnerable, desconcertarte aun en un claro con luna llena. La niebla no tapa los miedos más allá del paraje que cubre, ni la luz de la mañana devora la angustia pero, en medio de la nada, de la soledad, se puede descubrir lo indómito del propio ser, la capacidad de enfrentarte la universo y dejarlo a tus pies, postrado como un dios vencido.
Aquellos sonidos envueltos en noche agudizaron mis sentidos. No atisbaba mucho más allá de mi nariz. Los cristales del coche estaban con vaho. No me atrevía a agitar la mano para apartarlo, y hallarme ante algo o alguien que no deseaba o ante algo o alguien a quien no pudiera hacer frente pero, el miedo atenaza o envalentona. Y me empoderé: Dos luceros enfocaban hacia mí, un sonido gutural que se perdía entre la maleza, entre la bruma, pero que parecía acariciarme. Enfoqué mi linterna. El corazón se me paró. Dos segundos después me hallaba de rodillas ante la dueña de esos ojos. Estaba tan herida como yo, solo que a ella le sangraba la carne y a mí, el alma. Yo me alejaba de mi vida y la vieja loba se acercaba a ella, lamiéndola.


Relato perteneciente a la propuesta "Mar, O Montaña"



2 comentarios:

  1. Este blog se me había olvidado. Estamos en tanto sitios que alguno se me pasa. Como te he comentado, haces tanto que las gracias se quedan cortas, pero de todas formas: Gracias.
    Un beso enorme.

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    1. 😁😁😁 Mea culpa... Si es que no puedo estar quieta, y os llevo de un sitio para otro 😇😇😇

      Así que, gracias a vosotros por acompañarme en estos laberintos de letras pero que, sobre todo, están creados con ilusión, cariño, y deseos de expresar y compartir...

      Bsoss enormes, mi preciosa Mag 💙

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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