ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

jueves, 12 de julio de 2018

Fluir



(Agua/Deseo/Inefable)

—¿Estás segura?
Asintió; nunca había estado tan segura de nada como lo estaba en aquel momento.
Sus dedos buscaron los botones de su vestido y comenzó a desabrocharlos, al principio con algo de torpeza debido a la oscuridad. Él se quitó los zapatos con fluidos movimientos, y se le escapó un suspiro al sentir los pies hundiéndose en la arena fría. Se quitó rápidamente la camiseta y le tembló un poco la mano al desabrocharse los pantalones. Sin embargo, cuando la vio ya completamente desnuda, supo que no había lugar para las dudas.
En cuanto toda su ropa estuvo en un montón, le agarró la mano con firmeza y lo condujo hasta el mar. El contraste de temperatura le erizó la piel de pies a cabeza. Comenzaron a nadar para entrar en calor, habituándose a las corrientes, y no se detuvieron hasta que el agua no les cubrió más allá de la cintura. Él le rodeó la cintura de porcelana con un brazo, atrayéndola hacia sí, piel contra piel.
—Este momento siempre nos perteneció... —le susurró al oído después de apartarle el cabello mojado, y comenzó a devorarle lentamente el cuello.
Ella echó la cabeza hacia atrás para dejarle hacer y enredó sus dedos en su nuca. ¡Sentía tantas cosas cuando estaba a su lado! Amor, deseo, felicidad, placer... Pero al final, ninguna de esas palabras se acercaba nunca a ese sentimiento tan... inefable.
—Te amo —parecía que él le estuviera leyendo los pensamientos; la palabra sonó amortiguada contra el hueco de su garganta.
—Yo también te amo, John...
Desde su cintura, deslizó las manos lentamente hasta sus piernas e hizo que le rodease con ellas las caderas, en un movimiento perfectamente ensayado. Ella rió y él le besó en los labios con dulzura; parecía que sus besos estuvieran compuestos de luz.
—¿Preparada, milady?
El corazón le latía desenfrenado en el pecho.
—Sí, ¿y tú?
—Contigo a mi lado, estoy preparado para el fin del mundo —sus ojos verdes destellaron.
—Pues espero que no ocurra hoy, porque querré repetir —le mordió juguetona el labio inferior.
—¿Me guiarás?
—Siempre.
 Justo cuando sus cuerpos encajaron, la Luna decidió asomarse de entre las nubes, haciendo brillar en el agua miles de estelas luminosas. Pero claro, ellos no se dieron cuenta...

Se aferraban el uno al otro como un náufrago a un pedazo de madera,
como si fueran su única esperanza,
meciéndose al son de la marea,
entrelazándose más y más,
fluyendo como un mismo
ser.


Relato perteneciente a la propuesta "Elementos"



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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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