(Agua/Deseo/Inefable)
—¿Estás segura?
Asintió; nunca había estado tan segura de nada como lo
estaba en aquel momento.
Sus dedos buscaron los botones de su vestido y comenzó a
desabrocharlos, al principio con algo de torpeza debido a la oscuridad. Él se
quitó los zapatos con fluidos movimientos, y se le escapó un suspiro al sentir
los pies hundiéndose en la arena fría. Se quitó rápidamente la camiseta y le
tembló un poco la mano al desabrocharse los pantalones. Sin embargo, cuando la
vio ya completamente desnuda, supo que no había lugar para las dudas.
En cuanto toda su ropa estuvo en un montón, le agarró la
mano con firmeza y lo condujo hasta el mar. El contraste de temperatura le
erizó la piel de pies a cabeza. Comenzaron a nadar para entrar en calor,
habituándose a las corrientes, y no se detuvieron hasta que el agua no les
cubrió más allá de la cintura. Él le rodeó la cintura de porcelana con un
brazo, atrayéndola hacia sí, piel contra piel.
—Este momento siempre nos perteneció... —le susurró al oído
después de apartarle el cabello mojado, y comenzó a devorarle lentamente el
cuello.
Ella echó la cabeza hacia atrás para dejarle hacer y enredó
sus dedos en su nuca. ¡Sentía tantas cosas cuando estaba a su lado! Amor,
deseo, felicidad, placer... Pero al final, ninguna de esas palabras se acercaba
nunca a ese sentimiento tan... inefable.
—Te amo —parecía que él le estuviera leyendo los
pensamientos; la palabra sonó amortiguada contra el hueco de su garganta.
—Yo también te amo, John...
Desde su cintura, deslizó las manos lentamente hasta sus
piernas e hizo que le rodease con ellas las caderas, en un movimiento
perfectamente ensayado. Ella rió y él le besó en los labios con dulzura;
parecía que sus besos estuvieran compuestos de luz.
—¿Preparada, milady?
El corazón le latía desenfrenado en el pecho.
—Sí, ¿y tú?
—Contigo a mi lado, estoy preparado para el fin del mundo
—sus ojos verdes destellaron.
—Pues espero que no ocurra hoy, porque querré repetir —le
mordió juguetona el labio inferior.
—¿Me guiarás?
—Siempre.
Se aferraban el uno al otro como un náufrago a un pedazo de
madera,
como si fueran su única esperanza,
meciéndose al son de la marea,
entrelazándose más y más,
fluyendo como un mismo
ser.
Relato perteneciente a la propuesta "Elementos"
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