(Aire/Añoranza/Epifanía)
Caminé desnuda en el toldo sinuoso del infinito, buscando tu
mirada, ese profundo elixir que en tiempo y vida mis heridas subsanaba. Te
miré... observabas la panorámica nevada que te mostraba el horizonte y fijaste
tus ojos en un punto lejano, una silueta pequeña que trataba de mantener su
diminuta sonrisa, arrodillada y cabizbaja, me sentía cubierta por una gruesa
capa de nostalgia, la misma que te cubría, el dolor de tu pecho brotaba
formando un rictus de tristeza en ese rostro que antaño siempre sonreía.
Abrazada a ti, deambulé sigilosa por tu mente, deseando en
tus recuerdos encontrarme, recorrí la senda, guiada por el sonido de tu voz,
intentando retenerme en tu camino y eclosionar nuevamente en tu destino. Estuve
frente a ti, iluminada por el brillo de tus ojos, como antes, como siempre, me
alimenté tantas veces de tu aliento, mitigué la sed bebiendo la humedad en el
refugio de tu piel, fui carne entre tu carne, aroma de tu orgasmo, música
brotando de tu pecho, fui seda vaporosa entre tus dedos, fuego entre tus
brazos, aliento único que tu alma dibujó entre mis piernas, convertida en un
instante retenido en tus pupilas, eterno, sublime, ... fui pasado en el frío
cáliz del arrullo de tu beso.
Te amé, amé la sombra de tu nombre, amé la sonrisa de tu
cielo, te amé con el corazón cuando creí que ya no amaba, te amé con la
intensidad dormida en las estrellas de mis madrugadas y porque te amo...
Formo un puente colgante en el infinito, lo hago con el
último aliento que cimbra mi cuerpo, tensando los hilos forjados con gotas de
te quieros, ato el espasmo nacido en el centro de mi vientre, entre caricias
detenidas en el tiempo, amarro el verbo guardado en el rincón de tu sexo y el
poema derramado en el volcán activo de tus sueños, relleno los huecos con el
aroma que me marca y me señala como tuya, el que perfila tu silueta en mis
noches y recubro con mi alma diamantina tu camino.
Siento tus pasos como pequeñas puñaladas en mi pecho, me
abro frágil a mis miedos y sucumbe mi cuerpo debilitado, cuando el último
latido de tus pies descalzos ya no siento, tenues gotas brotan de mi cuerpo,
dulce y serena me diluyo con el viento volviéndome aire, cuando veo nuevamente
la sonrisa en tus labios y la esperanza renaciendo desde tu pecho.
Quiero la luz brillando en tu horizonte, allí.. al final de
este puente, donde la vida te espera iluminando tus sueños.
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