ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

viernes, 13 de julio de 2018



(Agua/Deseo/Inefable)

Ella siempre vestía de rojo pasión, o de naranja brillante; sus cabellos de amarillo dorado reflejaban la luz del amanecer y el arrebol de sus mejillas contenían los rasgos de una efímera belleza. Pero ella no se sentía fuego.

Quería ser agua, confundirse en la inmensidad del océano, sumergirse en las profundidades misteriosas del mar, hacerse gota y empapar la tierra, navegar entre las olas y surcar el infinito horizonte, pero tampoco se sentía agua.

Le gustaba la firmeza de la tierra, fruto y semilla de la vida. Observar el paso lento de las estaciones y aprender de la perseverancia de la naturaleza. Ahondar con sus manos en el corazón de una rosa o trepar entre las vigorosas raíces de un árbol. No, no se sentía tierra.

Ella tenía un deseo inefable de sentirse aire. Poseer el lenguaje callado de los árboles, sostener con su etérea presencia las alas brillantes de las libélulas o las de hermosos colores de las mariposas. Quería sentir el lado que acaricia la brisa rozando el rostro sereno de la contemplación. Quería ser aire y reponer el abrazo solidario de la soledad. Aire, presencia invisible que hondea entre las cimas sublimes de la vida; aire, viento rápido, veloz cuando grita; suave y cálido cuando susurra. Ella quería ser aire, ella quería ser libre.


Relato perteneciente a la propuesta "Elementos"



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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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