ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

Participantes y textos de la convocatoria de octubre: "Mosaico"

Campirela/ Nuria de Espinosa/ Auroratris/ Gustab/
Susana/ María/ Marifelita/ Dulce/ Chema/ Lady_P/
Tracy/ Dafne SinedieGinebra Blonde.  

sábado, 30 de junio de 2018



Llora, llora tu alma, pequeña Sirena
Atrapada en la soledad
Hechizo de pérdida
Herida en el canto
Dolida mirada
Oscura aflicción....



 La pintura atrajo mi atención de inmediato, era oscura, melancólica, me producía nostalgia, me afligía como la expresión en el rostro de su protagonista. Una sirena sentada en una roca, el color de su cola se prestaba a las emociones que transmitía, así como todo lo que la rodeaba.
Sorpresa, sí, también me sorprendió la similitud entre su rostro y el mío, miré alrededor en aquella galería donde se exhibía junto a otras pinturas, había mucha gente así que nadie repararía en mí y en el parecido entre la sirena y yo. Suspiré, mientras me alisaba mi vestido negro de encaje, tenía esa manía cuando algo me ponía nerviosa.
Mi amiga se acercó a mí y me susurró que quería presentarme a alguien, su afición por buscarme pareja empezaba a preocuparme, accedí por darle el gustillo, igual no tenía nada qué perder; nos acercamos a un fotógrafo que capturaba con su cámara cada momento dentro de la exhibición, invitados, pinturas, todo. Sonrió al ver a mi amiga y ésta hizo las respectivas presentaciones, a medida que lo hacía iba bajando cada vez más la voz hasta casi llegar a un susurro diciendo que él era el artista detrás de las obras que la gente admiraba y elogiaba con ilusión, sólo los amigos íntimos sabían quién era el artista, para el resto se mantenía en el anonimato. 

Mi amiga nos dejó a solas, él se arregló la corbata color aqua que llevaba y que llamó mi atención por un segundo así como la bufanda, para luego perderme en la conversación que había iniciado.
Desde la revista en la que trabajaba le habían enviado a cubrir ese evento, nadie allí conocía su otra pasión: pintar. Y era otra razón por la que su arte y cada exposición de este artista llamaba tanto la atención, después del evidente talento, ¿quién estaba detrás? ¿Quién era el hombre capaz de capturar emociones en un lienzo y llegar al corazón, al alma del espectador?

Incluso había hecho un esbozo de sí mismo sin mostrar su rostro, le gustaba que sus pinturas hablaran por él, rechazaba la atención sobre sí mismo.
Se burló de su propio pensar y reí, noté que sus ojos desprendieron un brillo de adoración al escuchar mi risa, la ternura en sus ojos lo hacía lucir aniñado.
Después de un rato huimos de allí, tenía suficientes fotografías de todo y de todos como para elegir, y las necesarias para soñar. Con ese comentario me guiñó un ojo mientras entrábamos al ascensor; no sabía de dónde pero me resultaba conocido, y la casualidad que era mi rostro en el cuerpo de esa sirena. ¿Cómo llegué a ser parte de ese lienzo?

-Creo en lo imposible, la fantasía, soy un incauto soñador-rió.

-Mucho gusto-le tendí la mano sonriendo porque había encontrado a otra incauta.

Cogió mi mano, el contacto produjo un cosquilleo en mi piel como electricidad viajando por mi cuerpo, cerré los ojos con una sonrisa en los labios y al abrirlos lo encontré mirándome sonriendo también; las puertas del ascensor se abrieron y salimos. Afuera llovía, corrimos sin importar el mojarnos o los truenos que retumbaban, no era más que parte de esa locura de noche en la que nos encontramos. Ya había ocurrido algo hermoso en el ascensor, había asistido a empujones a una exposición de arte y salí venida arriba y con mucha paz, algo que hacía tiempo no conocía, literalmente era la Sirena cuyo lamento podía escuchar salir de esa pintura, era como si me hubiese encerrado en el lienzo y al mismo tiempo me hubiese liberado.
Abrió la puerta de su apartamento, me invitó a entrar antes que él así como me invitó a ponerme cómoda mientras se perdía por la puerta que daba a la cocina, había dejado el bolso dentro de un armario al entrar, y sólo llevaba su cámara consigo, dijo que en la mañana había olvidado su portátil en la cocina y tenía que cargar las fotografías antes de que lo olvidara también. Reí por lo bajo curioseando en la sala, tenía fotografías de viajes que había hecho, y algunos números de la revista para la que trabajaba, tenía mucho mundo recorrido.
Me senté en el sofá hojeando una de las revistas, él regresó con dos copas y una botella de vino. Trivialidades y asuntos de importancia iban y venían en nuestra conversación, todo se mezclaba, reíamos, disfruté con sus historias de viajes alrededor del globo, su vida era muy interesante..... y llegó un punto, uno en el que si nos parábamos a pensar podíamos  arrepentirnos, y existía el mañana, y mañana ya habría tiempo para eso....
Sus labios buscaron los míos, permití el roce y en apenas unos centímetros de separación entre nosotros nos miramos a los ojos como pidiéndonos permiso para continuar a partir de allí. Bajé la mirada a su boca, gesto que él interpretó como un Sí, sí, bésame de nuevo, y lo era, un Sí quiero seguir en toda regla.

Mi vestido negro cayó a mis pies, me cargó y acostó en la cama entre besos desesperados, dedicó caricias a mi piel mientras le quitaba la corbata.... Sus besos me parecían un sueño y me entregué a él, dejándome ir por los senderos que ese sueño abría ante mí.....
Entrada la madrugada lo vi a mi lado, su brazo rodeaba mi cintura, su rostro estaba en reposo, dormía profundamente. Besé su frente, y con cuidado quité su brazo, me levanté, cogí su camisa para vestir mi cuerpo desnudo y salí de la habitación en dirección a la cocina, el ordenador había terminado de recibir las fotografías, me serví un vaso de agua para luego sentarme en la mesa frente a la portátil.
Me paseé por las fotografías de esa noche en la galería, no sólo pintaba bien, hasta sus fotografías contaban historias. Eran más bien pocas de la exhibición y más de una persona en especial: yo, y quedé atónita al verme delante de cada cuadro, me di cuenta de que me había prendado de la pintura de la sirena que tenía mi rostro, eran más las fotografías de mí delante de esa pintura que de mí en cualquier otra situación en la galería.
Al finalizar aquella tanda terminé, no sé cómo, en un nuevo grupo de fotografías en blanco y negro. Desde un espectacular atardecer hasta gente compartiendo en un barco, y algunas de ellas capturaban una silueta en el agua, probablemente en ese viaje en barco porque luego, en una fotografía a distancia, había llegado a atrapar una especie de cola de pez oscura, seguida de una fotografía de una sirena, ¡sí! la sirena de la pintura. No fui capturada en un lienzo nada más, antes lo hizo un fotógrafo con su cámara. El mismo pintor.
Miré la corbata que aún tenía atada en la muñeca izquierda, sonreí recordando el juego que habíamos disfrutado hacía unas pocas horas. Y recordando de dónde conocía su sonrisa, su faz y de dónde él sacó a la sirena que se lamentaba en su pintura....
.....el ocaso en una playa, me encontraba de pie a la orilla sintiendo el agua del mar de donde yo había salido a pasear al mundo humano. A unos metros de mí un hombre de traje, descalzo y con una corbata en la mano, la misma que llevaba en mi muñeca en ese momento. Caminé por la orilla y él venía en sentido contrario, pasó por mi lado y sonrió, correspondí, y a medida que nos alejábamos el uno del otro me volví un poco para encontrarlo en la misma situación, mirándome.....
Esa no fue la última vez que me vio pero sí la primera y última vez que yo lo vi, hasta ahora. Él me había encontrado en alguna otra situación, viajando por vez primera en un tren, cruzando mis piernas y mirando por la ventanilla curiosa de todo lo que el mundo humano tenía, y queriendo descubrir mucho más.
Iba en el mismo vagón que él, me fotografió....
Me recuerdo sentada en aquel vagón, casi podía escuchar el sonido que hacía ese aparato, y el parloteo de los demás pasajeros.
La expresión de mi rostro lleno de asombro y ganas de saber qué más tenía que ofrecer tierra firme y sus habitantes, no compaginaba con mi triste y fría mirada. Eso veía yo, eso vi en la pintura que él había hecho pensando en mí y lo visto en mí.
   
-Llora, llora tu alma, pequeña Sirena-lo escuché decir sentándose en otra silla a mi vera, me sobresalté y él rió-. Lo siento, debí anunciarme.

-¿Cómo no me percaté cuando tomaste esta fotografía?-le pregunté volviendo unas cuantas fotografías atrás donde me encontraba con mi cola extendida sentada en la roca.

-Soy bastante discreto, no podía dejar pasar un momento que creí jamás volvería a repetirse. Eres lo imposible, y lo imposible no se captura con una red para luego exhibir con crueldad, mi única red es un lienzo, es pintura, es arte, eres esa pequeña imposibilidad y yo tu captor-sonrió enseñándome una de las fotografías que tomó de mí viendo la pintura-. Eres lo increíble-me enseñó la palma de la mano, la cerró y entre sus dedos apareció una rosa roja que me entregó-, e increíble fue encontrarte una vez tras otra después de verte sentada en esa roca, y poco antes.

-Es una locura-susurré.

-Incauto soñador-me recordó-que encontró a su sueño hecho realidad cuando te he visto antes a la orilla de la playa esa tarde, después hallé lo imposible e increíble.-Sirvió dos copas de vino y levantó la suya-. Por ti-brindó.

-Por las casualidades que no lo son-sonreí.

-Por lo que inició, y por que sea duradero.

Él activó el disparador automático de su cámara, di un sorbo al vino y lo besé: por las casualidades que no lo eran, por lo increíble, por lo imposible, por los sueños en un beso....



Llora, llora tu alma, pequeña Sirena
Una lágrima perlada
Nunca más melancolía
Presa del placer encontrado en tu captor
Mi lienzo tu prisión
Perfecta armonía de tu lamento hecho canción
Impoluta criatura....


©Ivel Valley

Relato perteneciente a la propuesta "Silencio, Se Rueda"


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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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