UN RETO: UNA IMAGEN
(Autor: ©Gabiliante)
―¡Hola! Me llamo Rebecca Anderson y
esto es para ti. ―La niña cogió el globo―. Ten cuidado es un globo de esos tan
buenos, que quieren ir al cielo antes de morir. ¿Cómo se llama tu hermana,
Teresa?
―Alaaa… ¿Cómo sabes que me llamo
Teresa?
―Lo pone en tu camiseta.
―Aahh... Mi hermana se llama Sam y
tiene diecisiete años. Y yo tengo ocho. Sam es de Samantha. ―La hermana mayor,
que la llevaba de la mano, la sacudió del brazo, como recriminándole que diera
más información de la estrictamente necesaria.
―¡Hola Sam! ―Luego volvió a dirigirse
a la pequeña―. Dentro de media hora podéis volver, y como habrá pasado tanto
rato, haré ver que no os conozco, y os daré otro.
―¡¡Vale, vale, vale!! ―saltó la niña
entusiasmada―. ¡Mira qué globos más chulos, Sam! ¡Se van solos para arriba!
―No hables tanto con extraños, y
mucho menos si no vas conmigo ―recriminó Sam haciendo de hermana mayor.
―Vale, vale. Pero luego volveremos a
por otro, ¿verdad? Veras cuando llegue mamá…
―De acueeerdo… ―arrastró la concesión
de mala gana. Cinco minutos de feria después, era Sam quien llevaba el globo.
Cuatro horas más tarde, y siguiendo estrictamente los plazos de entrega,
sujetaba ocho.
―¡Mira, ahí está mamá!
Tal como Teresa se soltó de la mano
de Sam, la hermana mayor empezó a ascender jalada hacia arriba por los globos.
Se quedó petrificada, aunque no lo bastante como para bajar en vez de subir.
Cuando cayó en la cuenta de que si no soltaba aquellos inventos del demonio, se
iba a meter en un lio, ya estaba a diez metros de altura. Rebecca, que
contemplaba la escena desde lo lejos, no podía parar de reír, satisfecha por el
éxito de su ingenioso plan. Una suave brisa empezó a soplar y se llevó a Sam al
cielo. Tras diez minutos de viaje en globo, las esperanzas de la hermana mayor
de que aquello bajaría por el propio peso, se vieron truncadas. El brazo ya lo
tenía en distensión completa. La cuarta vez que cambió de mano, ya no podía más.
Pensó en pinchar algún globo con la máquina de tatuar que llevaba en la
mochila, pero cuando intentó sacarla se le cayó al vacío todo, continente y
contenido. No tenía ningún otro objeto punzante. Y ya no podía más; estaba
agotada. Cuando estaba a punto de darse por vencida, tuvo una idea. Haciendo
uso de los ímprobos esfuerzos que requiere una situación desesperada, sujetó
los globos con ambas manos, flexionó las bíceps con las últimas fuerzas que le
quedaban, y consiguió atarlos al cordaje de un corpiño que se había comprado en
un puesto sado-maso de la feria, y que afortunadamente, se dejó puesto tras
probárselo. Soltó los brazos y se abandonó. A los treinta segundos se había
dormido de puro agotamiento. Fue el sueño más plácido de su vida. Quizás un poco
blando el colchón.
(Relato perteneciente a la propuesta trimestral: “Variétés”)
Ese viaje sin ella haberle planeado la llevó a contemplar el mundo desde arriba, eso sí, menos mal que tuvo ingenio y al menos se dejó flotar... A dónde la llevaría es otra historia. Pero digo yo ¿ que saco Rebeca de toda esta trama?
ResponderEliminarUn besote Gaby.
Un plan bien elaborado de la hermana pequeña, carita de ángel de seguro tenía.
ResponderEliminarEl último soplo para intentar mantenerse, para dejarse ir.
Siempre un placer, Gabiliante, tienes una imaginación inmensa.
Besos a ambos