UN RETO: UNA IMAGEN
(Autor:©Gustab)
“El único misterio sobre el gato, es saber por qué ha
decidido ser un animal doméstico''.
C. Mackenzie.
A veces, su rostro permanecía oculto en la almohada. Su pelo
castaño corto, casi impersonal, pincelaba el prolongado trazo de la espalda que
se iba abismando hasta perderse en la curva de las caderas y el firme dibujo de
las nalgas. Más allá, estaban sus largas piernas separadas una de la otra en un
ángulo precioso, hasta encontrarse en la nacarada profundidad de su sexo
estrechamente unidas.
El cuerpo desnudo extendido indolente sobre la cama,
cambiando de una postura atractiva a otra, siempre acentuaba aún más esa
desnudez, casi procaz a la conciencia.
El gato la estaba admirando y gozando, ofreciéndose a la contemplación con un abandono total, como si
el único motivo de su existencia fuese que la admirara.
Cuando estaba agitada, dejaba ver sus senos al rodar entre
las sábanas, con sus vivos pezones y la extensión llana del vientre,
perdiéndose en la profundidad de su ombligo, y la oscura zona del sexo entre
las piernas abiertas.
El cuerpo tenía algo impersonal, en la buscada facilidad, con
que se olvidaba de sí misma, mientras el gato se entregaba a la contemplación.
El sentimiento, nace del misterio de lo amoroso y de lo
erótico, el cuerpo femenino ensoñado de l‘
amour fou (el amor loco).
Al levantarse, abría las cortinas y me hablaba, y yo no
dejaba de contemplarla. Me contaba cosas de la vida, me sonreía, y hasta me
decía algún piropo. Ella se ponía ahí, y yo aquí. Los dos reíamos.
¿Sabes?, los gatos se volvían inquietos en los tejados,
celosos. Ronroneaban en las cornisas mirando nuestra ventana, y yo le
susurraba:
—yo sé bien lo que quieren esos impúdicos...
—¿Animales dices?
—¡Demonios! ¡Son demonios!, ¿Y quién te ha dicho a ti que no
piensan? ¿Estás tú dentro de su cabeza, para saberlo? Tú no has mirado bien sus
ojos. Ni has leído los libros en los que se habla de demonios convertidos en
animales. Tú no sabes nada.
—¡Míralos! Son igual que los hombres: inquietos, hambrientos
salvajes. Toman de ti lo que les conviene, y luego se echan a dormir,
satisfechos. ¡Bonitos! ¡Fierecillas! ¡Machos!
—¿Desde cuándo no les has dado de comer?
—Desde hace una semana. Poco a poco se van acostumbrando, y
aguantan más.
—Quizá, sea eso lo que buscan, por eso ronronean en nuestra
ventana.
—A mí Carlos ya no me calienta las carnes, ni el
pensamiento.- todas las mañanas lo mismo- Está escurrido, como una ubre de
machorra, por mucho que lo ordeño y lo ordeño, no da leche... y yo, no soy de
fierro. La última gota que le quedaba, me la echó hace cinco meses.-
Por qué debería yo saber eso, soy solo un gato, la escucho
cada mañana, le aguanto todas sus quejas, ¿y ahora me tengo que bancar esto?,
qué tiene que meterse ese Carlos, solo arruina sus mañanas.
...El negocio que hubiera hecho yo, si mi niña ofreciera esa
cosa entre las piernas… ¡Casa de puta habría abierto! En cuanto a Carlos, si no
fuera el dueño de este departamento y mi vida no dependiera de eso, ¡se la
regalaba!...
(Relato perteneciente a la propuesta trimestral de “Variétés”)
Me pareció muy elegante. Lo he leído en su blog y está muy bien. Brindo por los gatos en los tejados, libres.
ResponderEliminarUn abrazo
Siempre nos sorprendes con tus retos, este me atrapo el gato.
ResponderEliminarAnimales con un sensorial fuera de lo común. Palabras de reproche hacia la pareja desde la intimidad.
Abrazos!!
El gato es el observador por excelencia y en este curioso diálogo lo reflejas bien. Yo también me pregunto en qué momento y porqué los gatos admitieron ser animales domésticos.
ResponderEliminarUn saludo!!