ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

viernes, 31 de mayo de 2024

¿Sueño o realidad?

 

(Autor: ©Chema)

Tom Bagshaw

 
Ginebra estaba a punto de concluir la carrera de Filosofía y Letras, que había estado estudiando a distancia. Su trabajo de fin de carrera iba a tratar sobre el concepto del tiempo, desde diferentes puntos de vista: el de la filosofía, el de las matemáticas, el de la física...
 
Al atardecer, se sentó en su sillón más mullido para repasar las notas que llevaba recopiladas para su proyecto. Empezaba exponiendo la idea que tenían del tiempo diferentes filósofos de
la historia: Aristóteles siempre tan lógico; San Agustín, pues en la Edad Media era lo que había; Kant consideraba el tiempo algo subjetivo; Nietzsche sorprendía a todos con la idea de eterno retorno.
 
Pero la cosa empezaba a ponerse interesante con Martin Heidegger. El filósofo alemán planteaba una idea muy innovadora: el pasado, presente y futuro estaban entrelazados. ¿Eso no recordaba al entrelazamiento cuántico? Ginebra se sintió inquieta, y para relajarse se quitó sus zapatillas de casa… o para ser más exactos las expulsó de sus pies, formando en el aire
sendas curvas parabólicas que sus gatos observaron con perplejidad.
 
Sin embargo, quien realmente revolucionó el concepto de tiempo fue el célebre físico Albert Einstein. Consideraba el espacio y el tiempo como un único ente. Y no sólo eso, sino que
además el tiempo se podía ‘estirar’ o ‘encoger’ para que se mantuviera el carácter constante de la velocidad de la luz respecto a cualquier sistema de referencia. Eso ya era demasiado
complicado, Ginebra se preguntaba cómo podría asimilarlo a la hora de defender su trabajo. Se quitó los calcetines para liberarse un poco más.
 
Nuestra amiga decidió que necesitaba relajarse, así que dejó sus apuntes a un lado y puso en su cadena musical el primer CD de un doble recopilatorio de los grandes éxitos de Dusty Springfield. Se quedó dormida cuando iba por el tema nº11 -some of your lovin’-, un clásico que había tenido varias versiones, entre otras la de Phil Collins.
 
Ginebra empezó a soñar, y se vio en medio de un paisaje misterioso que parecía de otro mundo. De repente escuchó una voz suave y cálida que parecía provenir de todas las direcciones a la vez.
 
“Hola Ginebra, mi nombre es Livy. Has traspasado un portal espacio-temporal y te encuentras en un mundo paralelo. Puedes explorarlo durante todo el tiempo que quieras, tal vez te sirva como inspiración para tus escritos literarios o incluso para tu trabajo de fin de carrera. El tiempo transcurrido en tu mundo será mucho menor que el que pases aquí. Cuando regreses, apenas habrá cambiado nada allí”.
 
¡Algo parecido a lo que ocurría en ‘la historia interminable’ de Michael Ende! -pensó Ginebra-. Y tras una breve pausa, Livy continuó: “Debajo de esa roca de color rojizo hay un papiro con las instrucciones para regresar a tu espacio y tiempo. ¡Mucha suerte, amiga!”.
 
Nuestra amiga empezó a caminar, y vio a unos seres con rasgos infantiles y vestidos con túnicas blancas, que recordaban a los habitantes del mundo futuro de la novela ‘la máquina del tiempo’ de H.G. Wells. En concreto a los eloi, una de las dos subespecies en las que se había dividido la especie humana. Los otros eran los morlock, seres subterráneos que provocaban terror y rechazo. Ginebra temió encontrarse con alguno de ellos al llegar la noche... y empezaba a ponerse el sol.
 
Sacó el papiro que le había proporcionado la misteriosa Livy, pero estaba escrito en una lengua desconocida. Empezó a sentir miedo, quería gritar y no podía...
 
Y de repente se despertó en su salón. Uno de sus gatos se restregaba cariñosamente sobre sus pies descalzos. El primer CD de Dusty Springfield ya había acabado, así que se levantó y puso el segundo, que se abría con el clásico son of a preacher man.
 
Ginebra había puesto tanta dedicación en su trabajo sobre el concepto filosófico del tiempo, que estaba afectando incluso a sus sueños. Se preparó una taza de leche con cacao y se puso a mirar las últimas novedades de Instagram.
 
Vio un post de Chema en el que recomendaba una serie de novelas clásicas, entre ellas ‘la historia interminable’ y ‘la máquina del tiempo’. Lo consideraría una frikada más de Chema, si no fuera porque ¡eran las dos novelas que habían aparecido en su sueño!
 
Y justo a continuación le saltó una notificación de que la habían etiquetado. Era su amiga Livy: había publicado un vídeo con fotos de paisajes, en el que se escuchaba de fondo su voz en off recitando un poema... pero no un poema cualquiera. Se trataba de “tiempo al tiempo”, la participación de Ginebra en su propio reto del mes de mayo de 2024. Unos bellos versos que sonaban aún más bellos en la voz sedosa de Livy.
 
Las paradojas del espacio y el tiempo, de la realidad y de los sueños, no parecían tener fin. Mientras sonaba el tema nº12 del segundo CD de Dusty Springfield -how can i be sure-, Ginebra pensó: “De una cosa sí puedo estar segura, y es de que me siento feliz y todo saldrá bien”.
 


 
(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Tómate tu tiempo”)

1 comentario:

  1. Chema, tu proyecto de este mes ha sido de diez no, de matrícula de honor, como has ido enlazando todo, y aportando datos muy interesantes, que bajo mi ignorancia ya sé un poco más. Te felicito amigo. Un besote grande.

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin