ÉRASE UNA VEZ QUE SE ERA...
que la palabra dejó de ser tinta
para ser revoloteo
en la yema de los dedos...

Y las letras fueron hiedras;
frondosas lianas tocando el cielo.
Fueron primavera floreciendo;

... y apareciste tú...
tú,
que ahora nos lees...

Y se enredaron nuestros verbos,
nuestros puntos y comas,
se engarzaron nuestras manos
cincelando sentires y cantos.

Entre líneas surcamos
corazón al mando; timón
de este barco...

©Ginebra Blonde

jueves, 30 de noviembre de 2023

Samhain

 


(Rusty McDonald)

En algunos rituales se invita a los espíritus de los muertos a asistir a las festividades. Se considera una fiesta de la oscuridad, que se equilibra en el punto opuesto de la rueda con la fiesta primaveral, celebran como una fiesta de la luz y fertilidad.​

Los que creen que en Samhain, dicen que es el velo entre este mundo y el más allá, en su punto más delgado en todo el año, lo que facilita la comunicación con los que han dejado este mundo.

Muchas veces le había espiado mientras dormía sus siestas. Solo un sujetador y una pequeña braga que se escapaba bajo sus faldas mostrando las bondades de sus nalgas, que suplicaban que se le acariciase como si fuera un gran pecado. Esa era su postura, cuando entre sus piernas y los vencidos elásticos, se escapaba una suerte de sudor y excitación; un néctar que invitaba a beberse sin limitaciones ni pudores; Hasta que un día de atrevimiento y fiebre, me acosté a su lado y le dije cuanto la deseaba.

No tardamos en estar desnudos y entregados a juegos no muy inocentes, probando todos nuestros sabores, fragancias y texturas, la calidez de dos cuerpos que se habían deseado entre juegos de servicios y patrones.

Hasta que un día sin aviso, se detuvo su corazón, para llevarse todos nuestros secretos a la tumba, todos nuestros pecados e infidelidades; todos nuestros deseos y pasiones más allá de lo contable y aceptable por la familia.

Sucedieron en la zona del servicio, entre camastros viejos y sudados, entre siestas y tardes primaverales de larga pestaña y sueño, mientras mis padres dormían,  yo saciaba todos mis instintos y necesidades con la del servicio; la negra desnuda, la hedionda a comida y aseo, a cebolla y ajo... la de la sonrisa eterna y la mirada cautivadora, la de las carnes blandas y suaves, la de los senos de manantiales, la de oscura sabia, drenosa, escurrida mientras bañaba al señorito y le aseaba sus partes íntimas, mientras crecían entre sus dedos pecaminosos carnes inocentes, hasta saciar el hervidero del niño.

Hasta que un día de muertos, mientras me acordaba de esos sucesos de la niñez adolescente, y junto a dos fogones que habían permanecido encendidos después de la fiesta y entre drogas y alcohol, susurre su nombre...

Su olor se vino a mis narices, el sabor de su sexo a mi boca, y el mío fue tomando forma y tamaño, mientras sentía sus labios acariciando mis carnes, atrapando mis temblores entre gemidos y jadeos, sintiendo cada uno de esos recuerdos, como vividos entre vahídos y estertores, volviendo a sentir su deseo envolviendo cada uno de mis rincones y correrme entre ilusiones y sucesos que no podría explicar sin las pruebas que ella dejó esparramadas en mi vientre.

Escuchaba sus gemidos absorbidos por las llamas que iban quemando su imagen fantasmagórica y seductora, tan irreal como existente en mi cabeza.

Samhain, había traído de vuelta todos mis placeres, goces y pecados de mi adolescencia, uniendo dos universos a través de un velo delgado de droga y alcohol, entre este mundo y ese que parece no existir, pero que se hace presente en algún día de los muertos, donde las almas vuelven a comunicar con su goce más escondido...
 
Juan de Marco.

©Rodrigo Fúster

(Relato perteneciente a la propuesta de Variétés: “Samhain”)

4 comentarios:

  1. Tus letras siempre están repletas de erotismo y seducción. Un abrazo.

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  2. Tremendo relato,sensual y misterioso...
    Un abrazo

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  3. Entre la sensualidad y el misterio. Muy bueno.

    Un abrazo

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  4. En ese punto que se crea entre el éxtasis y el sentido que envuelve un gran colocón. Saludos

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Gracias por tu visita y tu compañía... ©Gin

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