(Autora: ©Marifelita)
(Brooke
Shaden/ Laura Makabresku)
Indiscutiblemente fue el hombre de mi vida, después de veinte
años juntos, fue el primero y el último para mí. El único con el que compartí
ilusiones y esperanzas, tristezas y alegrías y también pasión e intimidad. Pero
esa vida en común acabó aquel triste día en el que un ataque al corazón le
sorprendió mientras dormía. Y se marchó así, tranquilo y silencioso como
siempre fue.
Tras esta gran tragedia mi vida cambió totalmente. Hasta ese
momento no vi hasta qué punto había vivido en una farsa, siendo la mujer de las
mil caras. Mostrando una cara distinta para cada una de mis facetas: la alumna
curiosa y perfeccionista, la compañera de trabajo paciente y simpática, la
amiga divertida y extrovertida, la esposa comprensiva y complaciente, la hija mayor
y consecuente, la hermana reflexiva y repelente, la tía predilecta y moderna.
Pero llegó un momento en que me faltó el aire y no pude
soportarlo más. Ni respirar podía, esa sensación de ahogo y pánico estaba
acabando conmigo. ¿Debía empezar a ser honesta conmigo? ¿Por fin mostrarme a
los demás tal y como era en realidad?
Dentro de mí, se libró una gran batalla emocional. Pero un
día llegó aquella gran revelación que de algún modo siempre había estado
presente pero nunca quise escuchar y fue cuando descubrí un nuevo yo. Fui
consciente que durante toda mi vida me fueron llegando pequeñas señales que,
aunque confusas e indescifrables para mi entonces, ahora podía desgranar con
total claridad.
Me había pasado media vida ocultándome mi evidente realidad, y
también a todos los demás. Encontrándome sola en este largo camino, y viendo el
largo trecho que posiblemente me quedara por recorrer, no me veía con fuerzas
suficientes para continuar con aquella mentira y su pesada carga.
Sin tener que justificarme delante de nadie, ni de mi pareja,
ni de mis padres ni antes los hijos que nunca tuve, ni ante el resto de familia
y amigos, ahora por fin, lo tenía claro y parecía acompañarme la valentía
suficiente para aceptar la realidad.
*
Y aquí me encuentro hoy escribiendo estas líneas para
sincerarme principalmente conmigo misma y también con el mundo, revelando mi
nuevo yo. Quiero una vida sincera, transparente y sencilla, que no tenga que
agradar a todos necesariamente.
Si algo me ha quedado claro en los pocos meses que llevo
viviendo a mi manera es que nunca seré capaz de contentar a nadie, ni siquiera
a los más próximos que más quiero y me quieren. Así que dado ya el paso
principal y aceptado mi nuevo yo, ahora ya solo queda seguir adelante y que
cada uno lo encaje todo como buenamente quiera o pueda.
Ya en mi infancia disfracé ciertas tendencias y curiosidades
hacia el mismo sexo, como juegos inocentes sin importancia. En la adolescencia,
algunas miradas observando a mis amigas, como simples comparativas entre chicas
por ver quien tiene el mejor tipo o a quien le sienta mejor la ropa de última
moda. Y ya siendo adulta con miradas huidizas y a veces ruborizadas al ser
sorprendida “in fraganti” observando a alguna compañera de vestuarios del
gimnasio, más tiempo que el socialmente permitido o políticamente correcto.
No fui totalmente sincera con mi pareja todos aquellos años
que estuvimos juntos y nunca comprendió porqué a lo nuestro siempre le faltaba
un algo. Ahora tengo la obligación con él y conmigo misma de serlo por fin.
Aprovechar esta segunda oportunidad que tengo y que desgraciadamente él no
podrá disfrutar.
Así que, si estás leyendo estas líneas y encuentras en ellas
algo familiar, no le des más vueltas. Te aconsejo que hagas lo mismo que yo, ya
que la vida en raras ocasiones da segundas oportunidades y cuando se presentan
no hay que dejarlas escapar.
(Relatos pertenecientes a la propuesta de Variétés:
Nunca se sabe quién lee los textos, y porque no poder tener otra oportunidad.
ResponderEliminarUn bonito texto,muy emotivo.
Besos.